AL MAESTRO, CON CARIÑO
Homenaje a Leonard Bernstein a 100 años de su nacimiento en la apertura del Ciclo de Abono de la Filarmónica en el Colón
No es usual ni frecuente que se ejecuten obras que están fuera del repertorio convencional
en la apertura de un Ciclo de Abono de Conciertos, pero el maestro Enrique
Arturo Diemecke lo logró, en su carácter de Director de la Orquesta Filarmónica
de Buenos Aires y de Director Artístico del Teatro Colón. Rindió un merecido
homenaje a uno de los músicos y compositores más brillantes y prolíficos que
los Estados Unidos brindaron a la humanidad: Leonard Bernstein (1918-1990),
durante el concierto de apertura del Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de
Buenos Aires, que tuvo lugar en el Colón el pasado jueves 1° del corriente.
Bajo la presencia de Diemecke en el podio, el concierto
se abrió con la Sinfonía n° 2 del mencionado compositor, subtitulada “La Edad de la Ansiedad” y basada sobre
textos del poema homónimo de Wystan Hugh Auden, donde la fe es la
característica común a los cuatro personajes (tres hombres y una mujer)
aludidos en el poema. Actuó como solista la pianista Claire Huangci, de
destacada actuación desde el inicio hasta el final de la obra.
La Sinfonía consta de 3 partes: un prólogo (Lento moderato, pianissimo) y 2
movimientos, compuestos por 14 variaciones. El 1° (Las siete eras) comprende las variaciones 1 a 7, y el 2° (Las siete etapas), las 8 a 14. Tras el pianissimo de la introducción (a cargo
de un diálogo introducido por el clarinete y el clarinete bajo (clarón)), el
tema es tomado por un solo de flauta, seguido por las cuerdas hasta la
intervención del piano solista, que marca la entrada al 1° movimiento. En esta
primera parte, los solistas Mariano Rey (clarinete), Claudio Barile (flauta) y
Sebastián Tozzola (clarón) tuvieron una interpretación excelente de sus
respectivos instrumentos, mientras que Claire Huangci demostró poseer un fraseo
excelente, al igual que finura y delicadeza en su interpretación.
El 2° movimiento de la obra arranca con un solo de piano
en la variación n° 8 (Molto moderato, ma
movendo), tras el cual, luego de un breve silencio, se le une la orquesta
mediante un contrapunto entre las maderas (corno inglés, contrafagot y clarón)
y metales (cornos). Posteriormente, el piccolo y el piano retoman la melodía
previamente al contrapunto interpretado por los contrabajos en tono grave sobre
la melodía principal (piú mosso), a
lo que le sigue un Cantabile
interpretado por el piano y el resto de las cuerdas.
Seguidamente, en la
variación n° 11 (L’istesso tempo) se
escucha un tema netamente jazzístico por parte del piano, manteniendo un
equilibrio bien logrado en la síncopa
conjuntamente con la percusión.
Si bien el desempeño de los solistas fue excelente
durante toda la obra, esto se hizo más notorio en la variación n° 13 (L’istesso tempo), caracterizada por una
melodía de neto corte impresionista, con un sonido limpio y un recitativo muy
armónico por parte de maderas, metales y percusión antes del solo de piano que
antecede a la variación n° 14 (Poco piú
vivace), que culmina con el mismo tema con el cual se inicia la obra.
Durante toda la obra, la labor del piano solista fue de
excelencia interpretativa, destacándose las siguientes cualidades: muy buen
equilibrio, buena pulsación, excelente digitación y sonido limpio. Ante la
acalorada recepción del público, Claire Huangci debió interpretar un bis (que
no fue anunciado y que se trató de la
Danza Española n° 5, de Granados), donde una vez más puso de manifiesto su
calidad interpretativa.
En la segunda parte del concierto se interpretaron dos de
las obras más conocidas de Bernstein: On
the Town (más conocida como Un día en
New York, sobre la cual, se filmó la película homónima en 1949) y las
celebérrimas Danzas Sinfónicas de West Side Story, una versión neoyorquina
de Romeo y Julieta ambientada en el
Upper West Side, donde se intercalan melodías de jazz y blues con ritmos
latinos (cha- cha- cha y mambo).
La
primera posee tres números (The Great
Lover, Lonely Town- Pas de Deux y Times Square 1944) que remedan los
antiguos musicales de la década del ’40, a los cuales el compositor era tan
afecto, con elementos de jazz y blues. La versión fue muy buena y equilibrada,
con un excelente trabajo de trompetas, trombones, clarón, saxo tenor y
requinto.
Si
bien la orquesta sonó bien afinada y equilibrada desde el inicio, no sucedió lo
mismo con el solo de apertura por parte de la batería del célebre Mambo, donde, por momentos, la percusión
opacó al resto de las cuerdas y maderas. Con excepción de esta parte, Diemecke
contagió su característico frenesí a los músicos a su cargo, que se notó muy
especialmente en este número. También tuvieron una actuación destacada los
solistas Pablo Saraví (violín) y Kristine Bara (viola) en los dúos de las
escenas de amor.
La
noche tuvo su momento emotivo cuando el maestro Diemecke tomó el micrófono para
anunciar la despedida del cellista Marcelo Bru, tras 35 años de labor ininterrumpida
en la Filarmónica.
Cuando
las obras son muy famosas y universalmente conocidas, es fácil caer en excesos
que pueden opacar las mismas, tal como sucedió en este caso. Pero también es
meritorio aggiornar los programas de
temporada de conciertos, incluyendo obras que se ejecutan en escasas ocasiones.
Fue un justo homenaje a Bernstein al cumplirse 100 años de su nacimiento.
Martha CORA ELISEHT
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