miércoles, 7 de marzo de 2018



AL MAESTRO, CON CARIÑO


Homenaje a Leonard Bernstein a 100 años de su nacimiento en la apertura del Ciclo de Abono de la Filarmónica en el Colón


            No es usual ni frecuente que se ejecuten obras  que están fuera del repertorio convencional en la apertura de un Ciclo de Abono de Conciertos, pero el maestro Enrique Arturo Diemecke lo logró, en su carácter de Director de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y de Director Artístico del Teatro Colón. Rindió un merecido homenaje a uno de los músicos y compositores más brillantes y prolíficos que los Estados Unidos brindaron a la humanidad: Leonard Bernstein (1918-1990), durante el concierto de apertura del Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, que tuvo lugar en el Colón el pasado jueves 1° del corriente.
            Bajo la presencia de Diemecke en el podio, el concierto se abrió con la Sinfonía n° 2 del mencionado compositor, subtitulada “La Edad de la Ansiedad” y basada sobre textos del poema homónimo de Wystan Hugh Auden, donde la fe es la característica común a los cuatro personajes (tres hombres y una mujer) aludidos en el poema. Actuó como solista la pianista Claire Huangci, de destacada actuación desde el inicio hasta el final de la obra.
            La Sinfonía consta de 3 partes: un prólogo (Lento moderato, pianissimo) y 2 movimientos, compuestos por 14 variaciones. El 1° (Las siete eras) comprende las variaciones 1 a 7, y el 2° (Las siete etapas), las 8 a 14. Tras el pianissimo de la introducción (a cargo de un diálogo introducido por el clarinete y el clarinete bajo (clarón)), el tema es tomado por un solo de flauta, seguido por las cuerdas hasta la intervención del piano solista, que marca la entrada al 1° movimiento. En esta primera parte, los solistas Mariano Rey (clarinete), Claudio Barile (flauta) y Sebastián Tozzola (clarón) tuvieron una interpretación excelente de sus respectivos instrumentos, mientras que Claire Huangci demostró poseer un fraseo excelente, al igual que finura y delicadeza en su interpretación.
            El 2° movimiento de la obra arranca con un solo de piano en la variación n° 8 (Molto moderato, ma movendo), tras el cual, luego de un breve silencio, se le une la orquesta mediante un contrapunto entre las maderas (corno inglés, contrafagot y clarón) y metales (cornos). Posteriormente, el piccolo y el piano retoman la melodía previamente al contrapunto interpretado por los contrabajos en tono grave sobre la melodía principal (piú mosso), a lo que le sigue un Cantabile interpretado por el piano y el resto de las cuerdas.
Seguidamente, en la variación n° 11 (L’istesso tempo) se escucha un tema netamente jazzístico por parte del piano, manteniendo un equilibrio bien logrado en la síncopa conjuntamente con la percusión.
            Si bien el desempeño de los solistas fue excelente durante toda la obra, esto se hizo más notorio en la variación n° 13 (L’istesso tempo), caracterizada por una melodía de neto corte impresionista, con un sonido limpio y un recitativo muy armónico por parte de maderas, metales y percusión antes del solo de piano que antecede a la variación n° 14 (Poco piú vivace), que culmina con el mismo tema con el cual se inicia la obra.
            Durante toda la obra, la labor del piano solista fue de excelencia interpretativa, destacándose las siguientes cualidades: muy buen equilibrio, buena pulsación, excelente digitación y sonido limpio. Ante la acalorada recepción del público, Claire Huangci debió interpretar un bis (que no fue anunciado y que se trató de  la Danza Española n° 5, de Granados), donde una vez más puso de manifiesto su calidad interpretativa.
            En la segunda parte del concierto se interpretaron dos de las obras más conocidas de Bernstein: On the Town (más conocida como Un día en New York, sobre la cual, se filmó la película homónima en 1949) y las celebérrimas Danzas Sinfónicas de West Side Story, una versión neoyorquina de Romeo y Julieta ambientada en el Upper West Side, donde se intercalan melodías de jazz y blues con ritmos latinos (cha- cha- cha y mambo).
La primera posee tres números (The Great Lover, Lonely Town- Pas de Deux  y Times Square 1944) que remedan los antiguos musicales de la década del ’40, a los cuales el compositor era tan afecto, con elementos de jazz y blues. La versión fue muy buena y equilibrada, con un excelente trabajo de trompetas, trombones, clarón, saxo tenor y requinto.
Si bien la orquesta sonó bien afinada y equilibrada desde el inicio, no sucedió lo mismo con el solo de apertura por parte de la batería del célebre Mambo, donde, por momentos, la percusión opacó al resto de las cuerdas y maderas. Con excepción de esta parte, Diemecke contagió su característico frenesí a los músicos a su cargo, que se notó muy especialmente en este número. También tuvieron una actuación destacada los solistas Pablo Saraví (violín) y Kristine Bara (viola) en los dúos de las escenas de amor.
La noche tuvo su momento emotivo cuando el maestro Diemecke tomó el micrófono para anunciar la despedida del cellista Marcelo Bru, tras 35 años de labor ininterrumpida en la Filarmónica.

Cuando las obras son muy famosas y universalmente conocidas, es fácil caer en excesos que pueden opacar las mismas, tal como sucedió en este caso. Pero también es meritorio aggiornar los programas de temporada de conciertos, incluyendo obras que se ejecutan en escasas ocasiones. Fue un justo homenaje a Bernstein al cumplirse 100 años de su nacimiento. 

                                                                           Martha CORA ELISEHT

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