domingo, 18 de marzo de 2018


¿SERA EL FINAL DE UNA TENDENCIA?

Teatro Colón, temporada 2018. Opera: “Tres Hermanas”, Opera en tres secuencias Hasanagic (Irina), Anna Lapkovskaja  (Masha), Jovita Vaskeviciute (Olga), Luciano Garay (Andrei), Marisu Pavón (Natasha), Héctor Guedes (Vershinin), Víctor Castells (Anfisa), Walter Schuarz (Kuliguin), Alejandro Spies (Tusenbach), Mario de Salvo (Solioni), Carlos Ullán (El Doctor), Pablo Pollitzer (Fedotik), Santiago Martínez (Rodé). Escenografía y Vestuario: Jorge Ferrari, Iluminación: Gonzalo Córdova, Orquesta Estable del Teatro Colón, Director: Christian Schumann, Segundo Director: Santiago Santero. Dirección Escénica: Rubén Szuchmacher. Función del Viernes 16 de Marzo de 2018.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

Finalmente “Tres Hermanas” vio la luz, luego de la no explicada postergación de Setiembre del año pasado. Lo hace como apertura de la temporada presente, con la opción para los abonados que pudieron solicitar el reintegro de la localidad, descontada del presente abono, o bien mantener la ubicación. En verdad, un criterio absolutamente discutible, ya que luego de haberla visto y escuchado, es un trabajo de primera línea, el que tal vez no era para abrir una temporada, pero que merecía ser visto por todos los abonados. Podrá  a estos gustarle o no, pero entiendo que solo con la visión y audición se puede llegar a la conclusión. El otro punto sustancial es que en las dos gestiones anteriores (Y este título fue programado por la gestión inmediata anterior) siempre hubo espectáculos sobre la base de títulos contemporáneos. Sabido es que a la actual conducción artística no le atrae precisamente este tipo de obras y sín es Colón como punta de lanza, el que junto al Argentino de La Plata son las únicas casas que hoy pueden poner en cartelera estos títulos,  y siendo la sala de la calle Libertad la única que lo hace en ciclos de abono, la pregunta es inevitable: ¿Será acaso el último título contemporáneo en un abono lírico en estos tiempos?. Y ante la abrumadora respuesta positiva desde lo artístico que “Tres hermanas” brindó, no estamos ante un interrogante menor. Las autoridades tendrán a futuro la palabra.

  La obra del húngaro Peter Eötvös es una adaptación muy inteligente para la lírica del clásico de Anton Chejov. Rescata toda la carga dramática y la transforma en un prólogo y tres visiones para una misma situación desde la óptica de tres de sus protagonistas: Irina, Andrei (El Hermano Varón) y Masha, mientras que Olga es la que balancea en las historia de sus tres hermanos. Hay también un personaje omnipresente y es Natasha (Cuñada de las tres y esposa de Andrei) la que mantiene una relación clandestina con Protopopov, un personaje que nunca aparece en escena, y un personaje travestido: Anfisa, una vieja criada,  testigo de toda la vida familiar y a la que Natasha quiere ver cuanto antes fuera de la casa porque su edad ( y tal vez de las historias que ha presenciado) la hace (según su criterio) prescindible. Siete hombres se integrarán al paisaje cotidiano: Vershinin (capitán de la guarnición militar que será desmantelada y trasladada a Polonia), enamorado de Masha, a su vez casada con Kuliguin, personaje atribulado que siente que su esposa no les es fiel, pese al amor que el permanentemente le profesa. El Barón Tusenbach, quien corteja a Irina, al igual que el oficial Solioni con un fatal desenlace de la acción vista desde esta óptica ya que el segundo matará al primero en un  duelo. El Doctor Chebutykin, siempre ebrio, el que en dos de las tres visiones romperá un reloj que pertenecía a la madre de los dueños de casa mientras rememoraba justamente a Esta,  y dos soldados de la guarnición que provienen de apagar un incendio en las cercanías de la casa nudo de la acción y que se relacionan con los oficiales superiores que frecuentan la misma. Desde aquí cada personaje desarrolla el relato de su historia, aún quienes son secundarios en la trama. El resultado es un relato de fuerte carga dramática en donde quedarán al desnudo, las ambiciones, los fracasos individuales, los amores no correspondidos, el deseo de romper con ese ambiente opresivo y oscuro. Aquí no solo los cuatro hermanos tienen su parte, sino que la esposa de Andrei y cuñada de las tres  digitará la vida de la casa y en cada visión, los oficiales tienen asignados largos monólogos en donde de manera simétrica on los protagonistas dejarán al desnudo sus personalidades. La música es descriptiva de potente carga dramática, la que precisa también de una orquesta reducida,  que aquí fue colocada estratégicamente en un entrepiso al fondo del escenario. Y vamos entonces a los dos primeros triunfadores de la noche: Christian Schumann, Director de Orquesta Principal que mantuvo todo el pulso de la concertación, la línea musical, que no contiene contrastes violentos, sinó que subraya en cada momento la tensión creciente de la acción y Santiago Santero en una faena brillante, desde el segundo y reducido grupo musical, siguiendo desde un monitor televisivo las indicaciones de Schumann. Luego de ello, la estupenda puesta escénica de Rubén Szuchmacher, la que gracias al muy buen libreto que respeta a Chejov a rajatabla, le permitió trazar los perfiles de cada uno de los personajes, extraer de cada interprete vocal lo mejor de la veta actoral y lograr una perfecta visión del planteo de Chejov. Se puede decir que acertó con creces ante la suspensión del espectáculo al año pasado en la decisión de mantenerse en El y hacerlo en esta temporada. No pudo haber un mejor traductor visual que El. Y la ayuda que brindaron al servicio del espectáculo Jorge Ferrari en la escenografía de muros inclinados y derruídos y un acertadísimo vestuario casi a la época en que Chejov concibió la historia, y Gonzalo Córdova con una estupenda iluminación, redondeando un magnífico trabajo de equipo.  En lo vocal, las tres protagonistas femeninas que trabajan de manera permanente con Eötvös en esta Opera, estuvieron a la altura del desafío: Elvira Hasanagic, como la tímida e indecisa Irina, que sufre como nadie la desesperación de que el Hombre elegido por Ella caiga en el duelo. Anna Lapkovskaja, como la desesperada Masha, que padece en carne propia la partida de su amado Vershenin y a la que ya no le importa que su esposo Kuliguin se desespere ante su infidelidad, ya que su última esperanza se ha desvanecido. Jovita Vaskeviciute como Olga es la que de manera pendular se mueve entre sus hermanos y mantiene el equilibrio familiar. Entrando ya de lleno en los interpretes vocales Argentinos, Luciano Garay trazó un magnífico Andrei, atribulado como pocos, narrando sus padecimientos, fracasos y su resignación ante su infiel esposa Natasha, dueña de una personalidad dominante, la que fue expuesta magníficamente por Marisu Pavón en una actuación consagratoria Vocal y actoralmente hablando. La visión de la casa se completó con una magnífica actuación de Vítor Castells en su personaje travestido de Anfisa, la vieja criada, dando vida a todo lo que esa desvencijada criatura pide. Todos los personajes externos tuvieron brillante lucimiento. Héctor Guedes como el oficial Vershinin con magnífica presencia vocal y actoral, dando vida al infelíz hombre que busca en Masha al amor que se le niega, pero que tardíamente puede expresar sus sentimientos. Alejandro Spies como el Barón Tusenbach y Mario de Salvo como el Oficial Solioni, tuvieron actuaciones consagratorias. Voces firmas, estupendas presencias, trazaron de manera sobresaliente sus respectivas escenas y sus respectivos monólogos. Szuchmacher acertó rotundamente en la marcación de Carlos Ullán como el siempre ebrio  Doctor Chebutykin, a la que el interprete le agregó su formidable intervención vocal. Otro tanto cabe para Walter Schuarz como el atribulado y conscientemente engañado Kuliguin, el que con resignación debe aceptar que Masha ya no lo quiere. Y simpáticas fueron las intervenciones de Pablo Pollitzer y Santiago Martínez como los oficiales. Por todo lo que anteriormente les expuse, ¿es correcto que no se incluyan también las semblanzas de al menos Spies, de Salvo, Ullán y Schuarz?. Decididamente no. Pareciera que a la hora de formular el programa de mano con las asignaciones de roles, nadie se percató de que las intervenciones de Ellos no son para nada secundarias.  Con el trío de cierre, el telón  irá cayendo paulatinamnte y quedarán las cuentas pendientes de la historia. ¿Comenzarán a quedar cuentas pendientes en Opera Contemporánea?

Donato Decina

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