CLASICOS RUSOS CON
LOGROS IMPORTANTES
Orquesta Sinfónica
Nacional, Director: Gustavo Fontana. Solistas: Paula Peluso (Piano), Jonathan
Bisulca (Trompeta). Programa: Obras de Glinka, Shostakovich y Rachmaninoff.
CCK-Auditorio Nacional, 13 de Setiembre de 2019.
NUESTRA OPINION: MUY BUENO.
Como desgraciadamente ocurre al comienzo de
cada concierto de la Sinfónica Nacional, uno de los delegados sindicales toma
la palabra previo al comienzo para narrar al público las vicisitudes artísticas
y económicas por las que atraviesa el organismo, situación que definen como de “vaciamiento
artístico”. A esta altura de las circunstancias debo recordar que en diferentes
etapas, algunas más graves, otras no tanto, la Sinfónica nunca pudo desarrollar
su trabajo en forma ordenada y previsible. La falta de presencia de la orquesta
en localidades en las que jamás se vio una agrupación clásica de envergadura (como
fue siempre la norma), ya es grave. La falta de arreglo salarial que viene de
dos años a esta parte también lo es. El éxodo de músicos titularizados no solo
al exterior sino también a otras formaciones locales en donde son mejor pagos
es lamentable. Si usted es habitué de los conciertos de la Sinfónica y lee la
nómina de músicos de hace un año con respecto a éste, verá que cada vez aparecen nuevos nombres y faltan otros más
habituales. Desde hace dos años la Asociación de Críticos Musicales de
Argentina viene señalando como aspecto negativo de esas temporadas pasadas la
falta de titularización de cargos ganados por concurso en la Sinfónica, al
igual que en otros de carácter provincial y municipal. Aquí está la prueba
palpable. No veo posible en el horizonte cambios. Seguramente los habrá del 10
de Diciembre en adelante. Al menos eso en lo personal espero. Quiero recordar
que en otras gestiones se llegó a la suspensión por parte de los músicos de la
prestación de sus propios instrumentos ante la falta de pago del plus
correspondiente, lo que originó la cancelación
de lo que faltaba de esas temporadas. También que en el año 2002, la acción del
entonces Secretario de Cultura de la Nación Rubén Stella impidió que la orquesta
desapareciese como consecuencia de la crisis más brutal que el País atravesó,
cosa que sí sucedió en otros lugares como en Mar del Plata en donde cesó entre
otros grupos el “Quinteto Rego” que estaba en la órbita municipal. Recuerdo particularmente
en ese año una Quinta de Beethoven en un lugar emblemático como el santuario de
San Cayetano en Liniers. Casi una ofrenda de gratitud. Así y todo la Sinfónica
Nacional es una agrupación que siempre se sobrepuso a la adversidad y en cada
concierto se prodiga como si fuese la primera vez. Es un milagro que sus
respuestas sean siempre de categoría. Y esta vez no fue la excepción.
El concierto fue conducido por Gustavo
Fontana, un joven y probado conductor al
que ya escucháramos en la presente temporada, el que tiene un buen y aceitado
vínculo con los músicos de la orquesta. Comenzaron con una muy buena y limpia
versión de la obertura de la ópera “Ruslan y Ludmila” de Mikhail Glinka,
llevada con muy buen pulso y dinamismo. El discurso orquestal fue siempre
sostenido y las respuestas de todos los sectores de la orquesta fueron impecables.
La segunda obra de programa completó de
alguna forma la audición de los dos conciertos que Dimitri Shostakovich compuso
para la extraña combinación Piano y Trompeta. La noche anterior, la Sinfónica
Nacional de Chile con la guía de nuestro bien conocido Rodolfo Saglimbeni,
llevó adelante en el mismo auditorio el
Concierto Nº 2. Aquí, con la participación solista de Paula Peluso en piano y
Jonathan Bisulca (solista de la orquesta) en trompeta se ofreció el Nº 1.
La obra tiene cuatro movimientos y contiene
muchos pasajes en donde el Piano es el instrumento más comprometido de los dos,
empero, la trompeta también tiene participación en consonancia con cada
movimiento. Solo en el movimiento final existe un dialogo más pronunciado entre
ambos y de éstos con la orquesta. Paula Peluso tuvo un sobresaliente desempeño,
muy firme, con excelente técnica y momentos de exquisito gusto interpretativo.
Su sonido fue amplio y prácticamente no
tuvo fallas. Jonathan Bisulca ratificó sus dotes de muy buen trompetista, muy
refinado, con momentos de muy alto vuelo. El diálogo entre ambos en el último
movimiento fue irreprochable y la participación de la orquesta con Fontana fue
estupenda en el acompañamiento. El acople entre todos no pudo ser mejor.
Para el final Fontana llevó adelante la difícil
Sinfonía Nº 2 Op. 27 de Serguei Rachmaninoff. Obra difícil, que exige mucho
ajuste, canto orquestal y de amplísimo discurso. Tras una introducción en donde
un “tempi” un poco más lento estuvo muy acorde con el sentido de la página, el
resto fue transcurriendo dentro de la misma tónica. No ignoro que una cantidad
de ensayos escasa para un programa harto comprometido haya sido la causa para
ese temperamento. Tal vez algunos pasajes
daban para
arriesgar algo más. De cualquier forma, la orquesta respondió con su característica
solvencia, Fontana se movió muy cómodo y entre todos llevaron la versión a buen
puerto. El fondo de la obra estuvo siempre presente.
El resultado final nos muestra a una orquesta
que aún en las peores circunstancias siempre le ofrece algo más a su público. Y
este que en cada concierto llena el Auditorio Nacional, nunca sale defraudado y
por eso el romance es inalterable.
Donato Decina
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