martes, 12 de noviembre de 2019


Orfeo ed Euridice – Teatro Colon 08/11/2019
Por onceava vez, desde su estreno, en 1924, sube a escena en el Colon Orfeo ed Euridice, de Gluck.
En las diez presentaciones anteriores, el rol de Orfeo  fue cubierto de la siguiente manera; 8  veces por mezzosopranos, Gabriela Besanzoni ( 1924 – 19298- 1930); Maria Ranzow (1931); Rïse Stevens (1939); Fedora Barbieri (1951) – Ebe Sitnani (1953); y Margarita Zimmermann (1977). En 1966, Orfeo fue cantado por el barítono Gabriel Bacquier, y en la última reposición, de 2009, por el contratenor Franco Faggioli.
La primera soprano que cantó el rol de Euridice en el Colon, fue Maria Zamboni, quien fuera también la Liu, del estreno mundial de Turandot en la Scala. Entre el 28 y el 39, la gran soprano argentina Isabel Marengo. En los años 1951 y 1953, nuestra querida y recordada Elena Arizmendi. En 1966, la soprano francesa Andrea Guiot. Mirta Garbarini y Virginia Tola, fueron Euridice en los años 1977 y 2009, respectivamente.
Los directores de orquesta que dirigieron esta obra en el Colon fueron: Emil Cooper (1924); Tulio Serafin (1928): Hector Panizza (1930 y 1951): Juan José Castro (1931); Erich Kleiber (1939). Ferruccio Calussio (1953); Jean Fournet (1966); Julio Malaval (1977) y Arnold Östman (2009).
La versión ahora ofrecida por el Colon fue muy deslucida.
El contratenor canadiense Daniel Taylor, fue un intérprete insuficiente del rol de Orfeo. Voz muy pequeña, de escaso volumen, registro grave inexistente, canto monótono e inexpresivo compatible con su apatía actoral.
Actuación correcta de la soprano Marisu Pavón como Euridice, que al menos puso expresividad a su canto. También correcta la soprano canadiense Ellen Mc Ateer de buena desenvoltura escénica.
Con algunas desprolijidades de la orquesta en el comienzo, el director Manuel Coves hizo una lectura rutinaria y carente de expresividad; punto de partida de esta tediosa versión.
El bailarín y coreógrafo Carlos Trunsky, tuvo a su cargo la puesta en escena. Trunsky convirtió una ópera en tres actos, en un ballet moderno en tres actos. Quitó al coro de la escena para hacerlo cantar en el foso y reemplazó su actuación por bailarines donde Gluck no lo pide (y menos de la manera en la que lo presenta). Hasta se dio el lujo de cambiar el final de la historia. Mientras Orfeo y Euridice cantan “Estamos alegres, siempre te agradeceremos, dios del amor”, Euridice se va con otro!
La escenografía a cargo de Carmen Auzmendi, la iluminación de  Ruben Conde y el vestuario de Jorge Lopez, fueron funcionales a la dirección escénica.
En resumen; musicalmente deficiente y en la escena no se vio la opera del Gluck. Para el olvido.
Roberto Falcone

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