miércoles, 20 de noviembre de 2019




UN CONCIERTO INOLVIDABLE

Orquesta Sinfónica Nacional, Temporada 2019. Director: Carlos Vieu, Solistas: José Daniel Robuschi (Violín), Coro Polifónico Nacional, Preparador Invitado: Hernán Sánchez Arteaga. Programa: Obras de Shostakovich y Verdi. CCK-Auditorio Nacional, 15 de Noviembre de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  Por muchos motivos fue una noche emotiva. En primer lugar porque la Orquesta ingresó al Auditorio Nacional junto a ex integrantes de la misma portando el Konex de Platino a la mejor orquesta argentina de la década. Una gran ovación marcó ese momento en donde sus delegados además de expresar la satisfacción por el premio obtenido, anunciaron también que tomó estado parlamentario el proyecto presentado por el Diputado Nacional Daniel Filmus, integrante del próximo bloque oficialista de Diputados a partir del 10 de Diciembre próximo, el que daría un principio de solución a muchos de los planteos presentados por los músicos de la Sinfónica. De todos modos se volvió a recordar que el Sr. Secretario de Estado de Cultura Pablo Avelluto sigue sin recibir a los músicos para encaminar las negociaciones, desatando la lógica silbatina de la mayoría de los presentes.  También otra grata ocasión fue el reencuentro de José Daniel Robuschi y Carlos Vieu como Solísta y Director respectivamente para reiterar junto a la Sinfónica el Concierto N 2 para violín y Orquesta de Dimitri Shostakovich que realizaran hace unos años atrás en el Auditorio de Belgrano. Y por último, la participación del Coro Polifónico Nacional, esta vez con Hernán Sánchez Arteaga como preparador invitado (Y que trabajara junto al Director de Orquesta en el Argentino de la Plata) para reiterar con Vieu las “Cuatro Piezas Sacras” de Giuseppe Verdi que recrearan en el Teatro Roma de Avellaneda hace algunos años atrás con la Sinfónica Avellanedense (que algunos miembros de la Nacional también integran) como soporte orquestal. Como se ve, muchos recuerdos y coincidencias para que la velada resultara brillante.

  Inexplicablemente (al igual que la noche anterior con el Concierto de Bruno Gelber y la Banda Sinfónica de Ciegos “Pascual Grisolía”) no hubo programas de mano para el público, por lo que haré una pequeña reseña al analizar las dos obras que integraran el programa. ¿Otro recorte presupuestario?.

  Compuesto en 1967, casi como un regalo de cumpleaños Nº 60 para David Oistraj (Su dedicatario), tiene la clásica forma de tres movimientos. El primero es un Moderato que lleva un largo discurso solista con la apoyatura de la Orquesta, exige mucha concentración y destreza interpretativa, reforzada por una cadencia  que pide todo del intérprete. Aquí Robuschi exhibió excelente sonido, técnica impecable y total conexión con la Orquesta. Vieu obtuvo del conjunto una magnífica respuesta llegando a alcanzar momentos de sonido bello y homogéneo. Prosigue con un Adagio en donde la carga dramática tan afín a Shostakovich se hace presente como en tantas obras. Las tensiones del pasaje fueron plenamente expuestas por Robuschi y Vieu acopló de modo admirable a la Sinfónica, logrando ambos un trabajo de orfebrería. El Rondó final es una muestra tan cara al compositor del paso de la tensión a la luminosidad, plenamente expuesto por Robuschi y acompañado por Vieu de modo magistral, por lo que quedará esta versión en el recuerdo para muchos de nosotros, máxime cuando en esta oportunidad la acústica del Auditorio Nacional jugó a favor de los intérpretes.  El bis no se hizo esperar: Una exquisita versión de un movimiento de sonata de Eugene Ysaye, admirablemente llevado por Robuschi.

  Compuestas entre 1889 y 1897, las Cuatro Piezas Sacras de Giuseppe Verdi son el último testimonio de su inmensidad creativa. Parece mentira que no quisiera que se interpretaran y que mostrara su total disconformidad ante la decisión de Arturo Toscanini de darlas a conocer en Milán. Son páginas  compuestas  por una mente que entre los 76 y 84 años de esa época muestra una capacidad asombrosa y una lucidez increíble.

   Si el “Ave María” de Otello conmueve al ser bien interpretado, éste, que es la primera de las piezas, sacude al oyente aún más. El trabajo “A Cappella” del Polifónico fue conmovedor, logrando Vieu todas las respuestas a sus requerimientos. Sonó homogéneo en la emisión y todos sus sectores respondieron a la perfección.

  Le sigue un “Stabat Mater” que en sus relativamente breves minutos de duración condensa en música e ideas mucho más que lo que muchos colegas de Verdi expresaron en mucha mas duración. La carga dramática es apabullante y grafica todo el sufrimiento de esa madre que presencia estoicamente la cruel muerte de su hijo. Aquí el Polifónico alcanzó alturas insospechadas y la Orquesta, sabiamente guiada por Vieu tuvo un rendimiento superlativo.

  El sector Femenino del coro tuvo una destacada participación en el “Laudi alla Vergine María”, única de las piezas cantada en Italiano (las tres restantes, obviamente, en latín), momentos de gran delicadeza coronaron esta página sentida.

  Y el cierre se da con un “Te Deum”, acción de gracias que en esta oportunidad llega de la mano de un Verdi Imponente, casi como en los momentos más solemnes de su “Otello”. Y aquí Vieu en su salsa, haciendo alcanzar a la Sinfónica y al Polifónico alturas insospechadas con mucho apasionamiento y sentimiento, coronando de este modo una faena colosal a la que desde ya incluimos dentro de las cosas muy buenas que pudimos apreciar a lo largo de esta temporada.

Donato Decina

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