domingo, 24 de noviembre de 2019


Première de “AKHNATEN” de Philip Glass en el Metropolitan de New York

CON LA MAGIA Y EL MISTERIO DEL ANTIGUO EGIPTO
Martha CORA ELISEHT

            A partir de la presente crítica, los lectores del blog van a poder apreciar la opinión  de quien escribe sobre los espectáculos líricos que se realizan en el exterior y que pueden apreciarse en el país merced a la tecnología. En este caso, las transmisiones en vivo en HD ofrecidas por el Metropolitan Opera House de New York, donde el sábado 23 del corriente se representó por primera vez “AKHNATEN” del compositor estadounidense Philip Glass con el siguiente reparto: Anthony Roth Constanzo (Akhnaten), J’Nai Bridges (Nefertiti), Dísella Lárusdóttir (Reina Tiy, madre de Akhnaten), Aaron Blake (Gran Sacerdote de Amón), Will Liverman (General Horemhab), Richard Bernstein (Aye, padre de Nerfertiti) y Zachary James (Narrador y Amenhotep III). La dirección musical estuvo a cargo de Karen Kamensek; la producción, de Phelim Mc Dermott, con escenografía de Tom Pye, vestuario de Kevin Pollard, iluminación de Bruno Poet y coreografía de Sean Gandini. (Estos dos últimos hicieron su debut en el Metropolitan con esta ópera).
            Las transmisiones en vivo desde esta prestigiosa institución  se destacan por su excelente proyección, la suntuosidad de sus puestas en escena y por tener una figura importante de la lírica estadounidense que actúa como presentador: en este caso, le tocó dicho honor a Joyce Di Donato, quien presentó a los protagonistas y a la directora de orquesta desde el backstage, además de narrar el argumento de la obra. La cuarta ópera de Philip Glass narra la historia del faraón Akenatón (Akhnaten), hijo de Amenophis III y la Reina Tiy y esposo de Nefertiti, quien durante su reinado decide eliminar la religión politeísta y establecer el culto a Atón –rey del sol- en vez de Amón- Ra, motivo por el cual encabeza una revuelta expulsando a los sacerdotes del templo y establece la nueva orden de Atón, fundando una nueva ciudad para el culto monoteísta. Sin embargo, tras 17 años de reinado, se aísla junto a su esposa y sus seis hijas hasta tal punto que crece el descontento popular –encabezado por los sacerdotes de Amón y el General Horemhab-. Al forzar las puertas de palacio para entrar, separan a Akenatón de su familia y es asesinado. Asume el trono su hijo –Tutankamón-, estableciéndose la antigua religión politeísta, mientras los fantasmas de Akenatón, Nefertiti y la Reina Tiy vuelven a oírse desde el mundo antiguo. Es una de las historias de los faraones del antiguo Egipto menos conocidas, que Glass ejecuta perfectamente mediante textos vocales escritos de fuentes originales por Sharon Goldman, mediante la expresión minimalista de su música. A diferencia de las óperas tradicionales, sólo hay un aria interpretada por el protagonista (Aria a Atón, el Sol) y un dúo entre Akhnatén y Nefertiti durante el segundo Acto, donde ambos se declaran su amor. Independientemente de los relatos del Narrador y Amenhotep III, el resto de los cantantes sólo vocaliza, acompañando perfectamente la música y siguiendo el precepto wagneriano mediante el cual, la voz es un instrumento más. La línea musical recapitula constantemente- por momentos, puede resultar algo monótona para quien no está habituado a escuchar música contemporánea-  pero es perfectamente audible y agradable al oído. La dirección musical de la estadounidense Kamensek ha sido soberbia, logrando un sonido perfecto, con  ciertas reminiscencias barrocas.
            La escenografía y el vestuario han sido espectaculares, donde un grupo de bailarines y malabaristas lucieron mallas que remedaban la corteza de un árbol –o la muda de piel de una serpiente-  mientras emplearon elementos (bolas, alas, palos) para ilustrar los diferentes momentos del desarrollo de la obra.  Unido esto a los efectos de iluminación y video mediante proyección de símbolos egipcios característicos más una ventana –que engloba a Akhnaten, Nefertiti y la Reina Tiy a modo de la Sagrada Familia, de la cual salen rayos-, se logró un perfecto clima de época. En el segundo acto, los protagonistas vistieron túnicas sencillas, con largas colas que permitían entrelazarse, mientras que en el 3° Acto sólo lucieron túnicas blancas. El efecto de iluminación empleado sobre una gran bola blanca –que representaba al Sol- fue perfecto mediante cambios de color en el aria del protagonista. También se utilizaron numerosos claroscuros para hacer énfasis sobre los principales personajes.
            En cuanto a las voces principales, el protagonista fue interpretado por el contratenor Anthony Roth Constanzo, quien ha sido un excelente Akhnaten en un  rol difícil por las notas sobreagudas que debe vocalizar durante toda la obra. Por otra parte, es un estupendo actor, además de un gran cantante. Y realizó un soberbio contrapunto en el aria de amor con la mezzosoprano afroamericana J’Nai Bridges, que dio vida a una estupenda Nefertiti, mientras que la soprano islandesa Dísella Lárusdóttir interpretó a la Reina Tiy –madre de Akhnaten- , quien realizó un contrapunto con notas muy agudas, dada su condición de soprano ligera. El barítono Zachary James –quien interpretó al Narrador y a Amenhotep III, padre del protagonista- también hizo su debut en el Metropolitan. Es un cantante de comedia musical, que no viene de la lírica tradicional, pero que posee una voz excelente y resultó sumamente efectivo en la interpretación de su rol, al igual que los tenores Will Liverman y Aaron Blake y el bajo Richard Bernstein, quienes participaron desde la coronación del protagonista hasta la invasión del Templo de Amón en el 2° Acto y son asimismo quienes encabezan la rebelión que concluye con el asesinato de Akhnaten en el 3° Acto. 
            Acorde al tercer principio de la filosofía egipcia de El Kybalión -escrito por Hermes Trimegisto-  los extremos se tocan. Por lo tanto, esta obra representa un excelente ejemplo de un paralelismo entre lo barroco y lo contemporáneo –al cual adhieren numerosos periodistas especializados-. Si además se tiene en cuenta el claroscuro empleado para resaltar a los protagonistas,  se puede decir que AKHNATÉN es una obra contemporánea con reminiscencias barrocas, que narra la historia de un faraón olvidado y recrea la grandeza y la suntuosidad del Antiguo Egipto. Una excelente producción con un magnífico nivel de canto e interpretación, que vale la pena ver. 

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