Primera representación de “TRISTÁN E ISOLDA” en el
SODRE de Montevideo
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Martha CORA ELISEHT
Hace 20 años atrás, era totalmente
impensable representar una ópera de Wagner con elenco nacional y/o
latinoamericano. Y no porque faltara experiencia al respecto en materia de
producción y puesta en escena –baste recordar esa dupla monumental integrada por
Roberto Oswald y Aníbal Lápiz en materia de puestas de escena de la Tetralogía, Lohengrin y tantas
otras- , sino porque no se contaba con
voces vernáculas para los roles principales. Hoy en día, merced al trabajo de
formación de cantantes especializados en repertorio alemán y a la profesionalidad del tándem integrado
por Marcelo Lombardero (dirección escénica y régie), Luciana Gutman (vestuario), Diego Siliano y Matías Otálora
(reposición escenográfica, diseño de video y multimedia) y a un director de los
quilates de Alejo Pérez –quien reemplazó en último momento al uruguayo Diego
Nasser- se logró una versión histórica con elenco rioplatense, cuyo estreno
tuvo lugar en el Auditorio Nacional “Adela Reta” del SODRE de Montevideo el
pasado domingo 17 del corriente, con el siguiente elenco: Gustavo López
Manzitti (Ttistán), Carla Filipcic
Holm (Isolda), Cecilia Díaz (Brangäne), Hernán Iturralde (Rey Marke), Leonardo Neiva (Kurvenal), Gerardo Marandino (Melot/ voz de marino), Álvaro Godiño (Timonel) y Javier Mayo Cordero (Pastor). Participaron asimismo la
Orquesta Sinfónica del SODRE y el Coro Nacional de dicha entidad, dirigido por
Esteban Louise. La iluminación estuvo a cargo de Horacio Efron, mientras que
Mercedes Marmorek se desempeñó como asistente de dirección escénica. También
participaron alumnos del SODRE en calidad de figurantes.
Bajo el lema “El amor es más fuerte que la muerte”, Marcelo Lombardero ofreció
una versión memorable del clásico wagneriano, que se representaba por primera
vez en la República Oriental del Uruguay. Su mérito consistió en mejorar ostensiblemente
una versión brindada con antelación en La Plata (2011) mediante recursos de
luminotecnia y video, que podían proyectar en simultáneo las escenas
transcurridas en el barco durante el 1° Acto –el camarote donde Isolda es transportada hacia Cornwall y
el palo mayor de la nave, con la cabina del Timonel
-que canta fuera de escena- o el pasaje desde la cubierta hacia el
camarote-. El espléndido trabajo de proyección y el exquisito diseño de video
llevados a cabo por Diego Siliano y Matías Otálora brindaron el marco perfecto
para una puesta en escena magnífica, con un vestuario de época sencillo, pero
de muy buen gusto, que les calzaba como un guante a todos los personajes. Y
para las escenas de amor entre los protagonistas, se empleó una tarima que los
elevaba, mientras la iluminación y el video sólo se concentraban en ellos. Este
detalle se repitió en los dos primeros Actos, pero cobró mayor fuerza en el 2°
Acto, donde la pareja protagónica está abstraída en la inmensidad de la noche,
sin sospechar la traición urdida por Melot.
Y en la escena final, la iluminación sólo se concentra en Isolda aferrándose al cuerpo sin vida de
Tristán, cumpliendo a la perfección
con el precepto wagneriano de la redención por el amor, que permanece constante
más allá de la muerte.
Una vez más, Alejo Pérez demostró en
el podio su enorme profesionalidad y jerarquía interpretativa al frente de la
Orquesta Sinfónica del SODRE. Si se tiene en cuenta que fue convocado de
urgencia –con lo cual, tuvo sólo 5 ensayos para representar una obra tan
monumental y tan compleja musicalmente- , su mérito es doble. No sólo condujo
magistralmente la orquesta, sino que además brindó una versión muy versátil y
dinámica. Quizás, una tiene el oído acostumbrado a que el prólogo se ejecute
con más solemnidad, pero no se notó en absoluto. Respetó absolutamente el
carácter romántico por antonomasia de la obra y brindó unos matices excelentes.
Pudo haber sonado algo más opaco el difícil solo de corno inglés que interpreta
la triste melodía del pastor en el 3° Acto, pero se trata de un detalle al
margen. Tal así fue, que el público comenzó a aplaudir antes que terminara el pianissimo acorde final. El Coro Nacional también estuvo muy bien
preparado y los figurantes fueron muy aplaudidos al final de la obra.
Con excepción del brasileño Leonardo
Neiva y de los uruguayos Gerardo Marandino y Javier Mayo Cordero, el resto del
elenco fue íntegramente argentino. Cecilia Díaz ofreció una Brangäne excelente, demostrando su
impecable línea de canto y el color de su voz profunda y dramática en el aria
principal (Einsam wächend in der Nacht). Hernán
Iturralde dio vida a un Rey Marke que
sobresalió por su capacidad actoral y vocal, puestas al servicio del personaje
y por dicho motivo, se retiró ampliamente aplaudido. A su vez, Leonardo Neiva
encarnó un Kurvenal que será
recordado por su excelencia sonora e interpretativa. Y el crecimiento de
Gustavo López Manzitti fue descomunal: de pasar a encarnar a Melot en la versión ofrecida por Daniel
Barenboim en el Colón el año pasado, encaró el rol protagónico con gran
maestría, dignidad, impecable línea de canto e histrionismo. El rol de Tristán es agotador para cualquier heldentenor que se precie como tal por el
enorme esfuerzo actoral que ello implica (de la lealtad a la traición, del odio
al amor y de la herida mortal infringida por Melot a resistir para dar el último hálito de vida en brazos de Isolda) más el esfuerzo vocal que
requiere ante los tutti orquestales
(que actúan como una muralla sinfónica a derribar, donde la voz debe
sobresalir). Era la primera vez que interpretaba dicho personaje y lo hizo con
gran solidez. Y Carla Filipcic Holm es la gran soprano dramática argentina
especialista en repertorio alemán: por ende, brindó una Isolda memorable, donde su voz se destacó por su armonía,
musicalidad y línea de canto. Sus dotes histriónicas se destacaron en todos los
momentos de la obra –sobresaliendo en las escenas de mayor dramatismo y,
fundamentalmente, en la Liebestod final
(Mild und Leise, wie er wächelt)-, donde
el público comenzó a aplaudir antes del acorde final. La ovación se prolongó
durante varios minutos mediante aplausos y numerosos vítores por parte del público.
Sin
lugar a dudas, se trató de un hecho lírico histórico que tuvo lugar en
Montevideo, ya que fue la primera vez que TRISTÁN
E ISOLDA se representó en Uruguay y con elenco íntegramente
rioplatense/latinoamericano, donde la mayor parte de los roles fueron cantados
por argentinos, con un director de orquesta, régisseur, vestuarista y escenografía de la misma nacionalidad, con
una puesta en escena y una versión memorables. Una vez más, esto demuestra que
cuando se quiere, se puede. Un sueño cumplido que se hizo realidad, del cual
una ha tenido el enorme privilegio de ser testigo.
Hola como estas! recién veo tu blog, me parece muy acertado y muy interesantes tus comentarios sobre el Tristá. Como lo comentas, te invitarion a presenciarlo por lo que me interesa saber si tu regularmente presencias los acontecimientos Sinfónico-Líricos del Uruguay o solo esta vez a partir de este invitación. Gracias y aguardo tus comentarios.
ResponderEliminarHola Hugo, recién vemos tu mensaje. Hemos sido invitados especialmente a este espectáculo. Ojalá en el futuro podamos concurrir mas asiduamente, aunque ya no dependerá solamente de Ntros. Gracias por seguirnos. Martha y Donato.
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