martes, 13 de octubre de 2020

 

Semana dedicada a Wagner en el Metropolitan Opera House de New York

 

LA WAGNERIANA MAYOR DE BUENOS AIRES, DE PARABIENES

Martha CORA ELISEHT

 

            A partir de un par de meses atrás, el Metropolitan Opera House de New York dedica sus transmisiones por streaming a un determinado compositor o a una determinada corriente de ópera (Siglo XX, ópera francesa o inglesa). Esta semana estuvo dedicada a Richard Wagner (1813-1883) y quien escribe no podía estar más feliz, ya que fue un magnífico regalo de cumpleaños por parte del gran teatro lírico neoyorquino.

            Las transmisiones que se dieron durante el transcurso de esta semana fueron las siguientes: TRISTAN UND ISOLDE (2016), TANNHÄUSER (2015),  EL ANILLO DEL NIBELUNGO (Tetralogía completa, 1990) y PARSIFAL (2013).

            Resultaría muy extenso realizar una descripción de cada uno de los títulos por separado, de modo que una decidió analizar la Tetralogía aparte, y las otras tres óperas, durante el transcurso de la presente nota.

 

TRISTAN UND ISOLDE

            Fue una coproducción del Met junto al Festival Baden- Baden, la ópera Nacional de Polonia (Tratr Wielcki) y The China National Center for the Performing Arts, que contó con puesta en escena de Mariuz Trelinski, escenografía de Boris Kudlica, vestuario de Marek Adamski e iluminación de Marc Heinz, con presentación a cargo de Deborah Voigt.

Elenco: Nina Stemme (Isolda), Stuart Skelton (Tristán), Ekaterina Gubanova (Brangäne), Evgeny Nikitin (Kurvenal), René Pape (Rey Marke), Neal Cooper (Melot), Tony Stevenson (Vigía), David Crawford (Piloto) y Alex Richardson (Pastor). El niño Jonathan O’Reilly  representó la alegoría de Tristán cuando era pequeño en el 3° Acto.

Dirección musical: Sir Simon Rattle

Dirección Coral: Donald Palumbo

            Al comenzar el célebre Preludio, comienza a dibujarse un círculo verde sobre una pantalla de video, que posteriormente se transforma en un periscopio, a través del cual se puede ver el barco que transporta a Isolde desde Irlanda hacia Cornwall navegando en un mar embravecido. A juicio de esta cronista, aparece la primera discordancia sobre una puesta en escena muy moderna, pero que no condice en absoluto con la concepción romántica de la obra. Si el Preludio es calmo, creciente para narrar una historia de amor prohibido, ¿por qué el mar está embravecido?.... Recién se torna calmo cuando va llegando a destino –acorde al libreto- . Por otra parte, es muy desagradable ver fumando al personaje principal. ¿Qué quiso decir el régisseur?... ¿Se homologa al fuego generado por una pasión ilimitada, que consume la nave?.... ¿Qué representa el periscopio?.... Realmente, no se entiende y arruina una función que se destacó no sólo por la magnífica actuación de los intérpretes, sino también por la excelsa y sublime dirección de Sir Simon Rattle en el podio. El hecho de presentar a Tristán  como capitán del barco, a Morold como un desaparecido – con ojos vendados, torso desnudo, torturado y con las manos atadas, para ser exterminado de un balazo en la nuca- no concuerda en absoluto con el texto. Lo mismo sucede en el 2° Acto, donde la escena se desarrolla en una torre de control, donde los amantes se encuentran y Brangäne da la señal, para luego pasar a un depósito lleno de barriles, donde tendrá lugar el desenlace del mismo: los amantes son sorprendidos por el Rey Marke ante la traición de Melot. Todos aparecen caracterizados como marinos –Marke, con chaqueta blanca, mientras que Trsitán y Melot, de negro (en contraposición)- y el protagonista es degradado cuando el Rey Marke le quita las charreteras.  Por su parte, se presenta a  Kurvenal como a un guerrillero, con campera de cuero negro, borceguíes y boina, mientras que las mujeres usan tonos de negro y gris. Para el 2° y 3° Acto, Isolde usa un vestido largo color bordó, cubierta por un piloto largo negro.  En el último Acto, el lecho del protagonista aparece iluminado sobre un contexto de sombras, en alusión a amenaza de muerte que se cierne. Ese efecto estuvo muy bien logrado –al igual que la aparición del niño cuando se encuentra agonizante- y fue lo más rescatable de una puesta en escena para el olvido.  Para acompañar a su amado en la muerte, ella se corta las venas y permanece sentada junto a su lado hasta que expira apoyando la cabeza sobre su hombro.

            Independientemente de una  muy correcta actuación de los roles secundarios, el solo de corno inglés que ilustra la agonía de Tristán en Kareol fue magníficamente ejecutado por Pedro Díaz. La pareja protagónica integrada por Nina Stemme y Stuart Skelton  brindó una cátedra de actuación y canto, tanto en los dúos como en las arias principales (“O sink’ herneiden, Nacht der Liebe”; So stürben wir”; “Mir erkoren, mir verloren”; “Das Schiff, siehst du’e noch nicht?”y “Mild und leise, wie er lächelt”). Por su parte, Ekaterina Gubanova brindó una Brangäne antológica, destacándose en su advertencia (“Einsam wachend in der Nacht”), mientras que el barítono ruso Evgeny Nikitin ofreció un muy buen Kurvenal. René Pape, insuperable como siempre en su interpretación del Rey Marke –rol que cantó en numerosas oportunidades y que es uno de sus “caballitos de batalla”-. Una magnífica actuación del Coro –preparado magistralmente por Donald Palumbo- completó una interpretación que fue descollante en cuanto a nivel de música y canto, pero opacada por una puesta de escena inadecuada. Por tratarse de una coproducción, a veces el sumar resta.

 

TANNHÄUSER

            Esta transmisión data de 2015 y contó con puesta en escena de Otto Schenk, escenografía de Günther Schneider- Siemssen, vestuario de Patricia Ziprodt,  iluminación de Gil Wechsler y coreografía de Norbert Vesak, con presentación a cargo de Susan Graham.

Elenco: Jonathan Botha (Tannjhäuser), Michelle De Young (Venus), Eva- María Westbroek (Elisabeth), Peter Mattei (Wolfram von Eschenbach), Günther Groisböck (Landgrave Herrmann), Noah Baetge (Walter von der Vogelweide), Ryan Mc Kinney (Bitterolf), Adam Klein (Heinrich der Schreiber), Richard Lugo (Reinmar von Zwetter) y Ying Fang (Pastor).

Dirección musical: James Levine

Dirección coral: Donald Palumbo

Dirección Coro de Niños: Anthony Piccolo

            Debido a que una ya se ha referido a la clásica puesta en escena de Otto Schenk en la crítica correspondiente al 21 de Julio próximo pasado, esta cronista sólo va a entrar en detalles en cuanto al nivel de canto, actuación y algunas modificaciones sobre iluminación, vestuario y caracterización de los personajes. Todas las representaciones son diferentes y, por lo tanto, puede haber algunas variantes.  Cuando se representa la Bacanal en el Venusberg a los 12:53 minutos del Preludio, los vestidos de los bailarines son blancos y rosados, dando la impresión que estuvieran semidesnudos. Los cambios de escena se dan mediante efectos de iluminación y la única variante en el vestuario es la entrada de Elisabeth, quien luce un vestido blanco y dorado como sinónimo de pureza y virtud, en contraposición al vestido dorado viejo de Venus, con un tajo largo al costado que dejó ver las larguísimas piernas de Michelle De Young. Esta gran mezzosoprano tiene la ventaja no sólo de poseer una excelente voz, sino también de ser muy alta. Si bien es robusta, no obstante supo interpretar muy bien a la diosa en la seducción del protagonista (“Geliebter, komm! Sieh dort die Grötte”). Por su parte, Jonathan Botha se mostró muy seguro al encarnar a Tannhäuser desde su primera aria (“O Königin!). Es un heldentenor que posee una voz melodiosa, rica en matices, ideal para interpretar al caballero medieval que pierde su alma por satisfacer sus pecados (“Wer ist dort im brüstigen Gebete?”) y tras haber fracasado para obtener el perdón del Papa en Roma para redimirlos y poder retornar al Wartburg (“Insbrust im Herzen”). Formó un magnífico dúo con la bella y angelical Elisabeth (“Der Gott der Liebe sollst du preisen”), encarnada magistralmente por Eva- María Westbroek. La soprano holandesa descolló desde su primera aria (“Dich, teure Halle”) y no sólo se lució en la defensa de su amado Heinrich durante el 2° Acto, sino también en su plegaria a la Virgen María en el 3° (“Almächtige Frau”), cuando se da cuenta que Tannhäuser no se encuentra entre los peregrinos que regresaron de Roma. Por su parte, el sueco Peter Mattei  brindó un excelente Wolfram von Eschenbach, que se lució en sus arias principales (“Blick’ich umhrer in diese melden Kreise” y la Canción de la Estrella Vespertina (“Wie Todesahnung… O du mein holder Abendstern”). Lo mismo sucedió con el bajo alemán Günther Groisböck dando vida al Landgrave Herrmann, implacable en su sentencia final tras la intercesión de su sobrina para salvar a Tannhäuser (“Ein furchtbares Verbrechen Ward begangen”). El sexteto de Caballeros del Wartbirg sonó solemne al final del 1° Acto (“Als die inkühnen Sange uns bestrittet”), al igual que el Coro y el Coro de Niños, al compás de la Marcha Festiva (“Heilige Gegrüβe”) y en el Coro de Peregrinos (“Beglückt darf nun dich, ihre Heimat zu schauen”).  Un aplomado y más experimentado James Levine brindó una excelente dirección orquestal, poniendo su inefable sello en materia de interpretación wagneriana. Se hizo honor a la concepción de esta ópera romántica –según definición del propio Wagner- mediante una puesta en escena clásica, efectiva, de muy buen gusto y con una constelación de buenas voces. Un placer indescriptible desde el punto de vista visual y auditivo.

 

PARSIFAL

            |Esta producción contó con puesta en escena de François Giraud, escenografía de Michael Levine, vestuario de Thibaut Vancreaenenboeck, iluminación de David Finn y coreografía de Carolyn Choa. La presentación estuvo a cargo de Eric Owens.

Elenco: Jonas Kaufmann (Parsifal), Katarina Dalamyan (Kundry), René Pape (Gurnemanz), Peter Mattei (Amfortas), Evgeny Nikitin (Klingsor), Run Battaberg (Titurel), Mark Schonwalter ( Primer Caballero), Ryan Speedo Green (Segundo Caballero), Jeanette Forn 8Primer Escudero), Lauren Mc Neese (Segundo Escudero), Andrews Stenson (Tercer Escudero), Mario Chang (Cuarto Escudero), María Zifchak (Una voz) y Kiera Duffy, Lee Xiu, IreneRoberts, Haeran Hong, Katherine White y Heather Johnson (Blumenmädchen).

Dirección musical: Daniele Gatti

Dirección Coral: Donald Palumbo

            A diferencia de la transmisión histórica ofrecida el 7 de Agosto próximo pasado, esta versión data de 2013 y está ambientada en el presente. El régisseur François Giraud concibió una puesta en escena moderna, demostrando que la obra de Wagner es atemporal. A los 10 minutos del Preludio, aparece el Coro vestido de negro. Se quitan los sacos y los Caballeros del Santo Grial aparecen descalzos, vestidos con camisas blancas y pantalones negros. Se reúnen formando un círculo, donde sobresale el protagonista –vestido con camisa y pantalón azules- como aquel tonto noble de corazón puro, que será capaz de buscar la lanza para curar la herida de Amfortas. Posteriormente, forman dos círculos concéntricos, agachándose y dejando ver sus camisas blancas. Amanece junto al lago sagrado en el bosque de Monsalvat y los mismos se despiertan. Gurnemanz sale del círculo. Por su parte, Kundry se encuentra vestida de negro y cambia sus vestimentas en el 2° Acto, cuando el malvado Klingsor le ordena seducir a Parsifal. Luce un vestido blanco, que resalta su rojiza cabellera y que se tiñe de rojo en su porción inferior tras el beso, simulando la sangre derramada por la herida de Amfortas. Este último también luce camisa blanca y pantalón negro, pero con una mancha roja que simula su herida en el costado derecho, mientras que Klingsor está caracterizado con un traje a saco azul petróleo, camisa roja y cabello rojizo. Las Blumenmädchen (Muchachas Flor) aparecen con larga cabellera negra, vestidos largos blancos,  sujetas a un caño –que simula un  tallo- . Los efectos de iluminación marcan los cambios de escena –mayor intensidad sobre cada uno de los protagonistas y sobre el cáliz sagrado cuando sucede la ceremonia-, mientras que un río de color rojizo representa la sangre derramada por Amfortas, que llama la atención de Parsifal. Cuando éste recupera la lanza, su mano está ensangrentada, al igual que la parte inferior de los vestidos de las Blumenmädchen. En el 3° Acto, los Caballeros del Grial lucen adustos, canosos y con sus sacos puestos, mientras que Kundry yace desfalleciente, descalza y vestida de negro con una enagua blanca. Es rescatada por Gurnemanz, quien le da de beber. Aparece Parsifal con su camisa abierta, un sobretodo azul desgreñado y desfalleciente mientras se ilumina la escena, al igual que en el Encantamiento del Viernes Santo. Kundry lava sus pies –cual Jesús a sus discípulos- y él la bautiza. Aparece un círculo dorado cuando se celebra la ceremonia del Santo Grial en el 1° y 3° Actos. En este último, Gurnemanz le coloca una camisa blanca para que Parsifal pueda ser admitido en el reducto. Cuando éste llega, la escena se ilumina. Toca la herida de Amfortas con su lanza y deja de sangrar. Una vez ya redimida del pecado, Kundry alza el Grial antes de expirar en brazos de Gurnemanz y Parsifal pasa a ser el nuevo Rey del Grial. Pese a ser moderna, respeta la concepción filosófica de la obra.

            El italiano Daniele Gatti dirigió la orquesta de manera solemne, como este Festival Sacro escénico lo requiere. Pudo haber sonado algo ralenteada en la célebre Música de Transfiguración, pero lo hizo de manera sublime y magistral. Fue intensamente aplaudido y ovacionado al finalizar cada una de sus intervenciones y al subir al escenario a saludar junto a los artistas. El Coro de la institución sonó acorde a las circunstancias: compacto, armónico y muy bien preparado en las escenas donde participa  (“Zum letzten Liebesmahle”, “Enthüllet den Gral” en el 1° Acto y “Geleiten wir im bergerden Schrein den Gral zum heiligen Amte…”, en el 3°). También sonaron muy bien todos los roles secundarios y las Muchachas Flor tratando de seducir al protagonista (“Komm, komm, holder Knabe!”). Y la mezzosoprano Katarina Dalamyan resultó ser una auténtica revelación: una voz grave, dramática, rica en matices y con un fraseo impecable. Si a esto se le suma su presencia escénica, fue ideal para interpretar a Kundry. Al despertar de su letargo por orden de Klingsor, su grito fue conmovedor y sonó desgarrador. Sonó muy bien en general y en particular, en la escena donde debe seducir al protagonista (“Zu End’ ihr Gram: Seine Mutter ist tot”). En cuanto a los principales roles masculinos, el barítono Evgeny Nikitin se lució dando vida al malvado Klingsor (“Das Zeit ist da”), mientras que el tándem formado por Peter Mattei, René Pape y Jonas Kaufmann se llevó los laureles por sus magníficas actuaciones y sus grandes voces. Nadie duda que René Pape es el gran bajo alemán del momento y su voz se destaca no sólo por ser melodiosa, sino también por su gran versatilidad. Se lució en sus arias principales (“He! Ho! Waldhütter ihr”; “Nun achte wohl und lass mich seh’n” y en la celebérrima “Das ist Karfreitags-Zauber, Herr!”, que marca el Encantamiento del Viernes Santo. Por su parte, Peter Mattei no sólo demostró que es un gran barítono, sino también, un perfecto actor, que dio vida a un dolido y sufriente Amfortas desde su inicio (“Ohn’ Urlaub?”) y al presidir la ceremonia del Santo Grial (“Wehvolles Erbe, dem ich verfallen!”). Jonas Kaufmann supo dar vida al protagonista merced a los excelentes matices de su voz (“Im Fluge treff’ ich was fliegt!”) y se destacó en el 2° Acto, donde puso su voz al servicio del canto luego del beso de Kundry (“Amfortas! Die Wunde!”) y al atrapar la lanza (“Mit diesem Zeichen bann’ich deinen Zauber”), al igual que al buscar a Amfortas para curarlo (“Zu ihm, des tiefe Klagen”).

            Hubo buena programación y cantantes para elegir y disfrutar a pleno, aunque sería bueno que no se repitieran tanto .los títulos y se incorporaran óperas como “LOS MAESTROS CANTORES DE NÜREMBERG” o “RIENZI”, tan alejadas de los escenarios porteños. Ojalá que la propuesta no caiga en saco roto y se pueda dar una próxima Wagner Week (o Wagner Woche, en alemán) como sólo el Met sabe hacerlo.

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