Gounod: Fausto
Teatro Colon 16 de Marzo
de 2023
Hagamos un poco de
historia. Fausto, de Charles Gounod fue estrenada en Paris, el 19 de marzo de
1859. Siete años más tarde, el 24 de agosto de 1866, la Compañía lírica de
Antonio Pestalardo, la presenta por primera vez en Buenos Aires, en el antiguo
Teatro Colon, con el siguiente elenco: Luis Lelmi (Fausto)/ Edoardo Bonetti (Mefistofele)
/ Carolina Briol (Margarita) / Antonio Maria Celestino (Valentin) / Rosina
Mariotti (Siebel) / Teresa Sereno (Marta) /
Giuseppe Monteverde (Wagner), dirigida por el Maestro Federico Nicolao.
En este mismo teatro, sube a escena en 22 oportunidades desde 1866 y 1888. A lo
largo de estos años, algunos de los cantantes más relevantes de la época
intervienen e sus representaciones, entre otros podemos citar a Julian Gayarre
(1878) – Roberto Stagno (1886) – Angelo Masini y Gemma Bellincioni (1887) –
Mattia Batistini como Valentin en 1882.
En el
actual Teatro Colon, la obra se estrena el 25 de mayo de 1914 y fue
representada en 16 temporadas hasta 1998. En oportunidad de su estreno, la Gran Compañía Lírica Italiana de
Leopoldo Longinotti la presenta con un gran elenco para la época, encabezado
por el director de orquesta Tulio Serafin y el siguiente elenco de cantantes: Bonci, Alessandro (tenor) Faust; De Angelis, Nazareno (bajo) Méphistopheles, Galeffi, Carlo (barítono) Valentin, Cannetti, Linda (soprano) Marguerite; Perini, Flora (mezzo) Siébel; Manfrini, Luis (bajo) Wagner y Zinetti, Giuseppina (mezzo) Marthe. La importancia y calidad de
algunos elencos de aquellas viejas épocas, hicieron del Teatro Colon uno de los
teatros más importantes del mundo.
En el
Teatro Coliseo, Fausto se representó en 16 oportunidades entre 1909 y 1927 y su
popularidad alcanzó también al Teatro de la Opera, Politeama y otros teatros
menores porteños de comienzos del siglo XX quienes contantemente la incluían en
su repertorio.
Llegamos
así a la reposición que ofrece en estos días el Teatro Colon en las que el
Fausto de Charles Gounod se convirtió en la música incidental de la que se
valió Stefano Poda, el regisseur del espectáculo, para presentar una cosa
similar al Nabucco, pero con otra víctima; Fausto. Algo así como esos avisos
televisivos donde se escucha como música de fondo “Nessun dorma”, “la habanera
de Carmen” o el “Dúo de las flores de Lakme” y donde lo importante no es el
fondo musical sino el producto que se quiere vender. En este caso, lo que se
quiere vender es, él mismo; Stefano Poda.
El Sr.
Poda, en sus explicaciones de dos hojas, en el programa de mano, termina
diciendo: “El espectador más sabio debe sentarse ante el telón cerrado y
deshacerse de todos sus conocimientos y lecturas, incluidas la las que
preceden. Es solo confiar en el misterio de la emoción, más que en el contenido
de la narración con la que el cine ya nos ha emborrachado a su antojo. La
música habla de todo sin nombrar nada.”
Quizás
todavía el Sr. Poda no entendió que la opera es teatro y en él, la narrativa,
el texto, la acción y la coherencia
teatral son muy significativas e imprescindibles y además, pretende que alguien deje de ser sí mismo para
entregarse a sus desvaríos.
En cuanto
a la parte musical, a Fausto en definitiva, la función fue apenas correcta. El
tenor protagonista, Liparir Avertisyan es muy seguro en la zona aguda, tiene
buena línea de canto, pero no emociona. El bajo Aleksei Tikhomirov posee un
buen material vocal pero es muy anodino en su interpretación. La soprano Anita
Harrig, fue lo mejor del elenco; bella voz y compenetrada en el personaje. El
barítono Vinicius Atique es un cantante muy elemental que no aportó
absolutamente nada a su rol de Valentin. Apenas correcta la actuación de
Florencia Machado como Siebel. Andriana Mastrángelo mostró su acostumbrado
profesionalismo en el rol de Marta.
La
dirección del Mtro Latham – Koenig acompañó la obra sin mayor lucimiento.
El
valiente Coro Estable del Teatro Colon, demostró una vez más, que puede
sobreponerse con calidad a cualquier circunstancia y capricho escénico.
Cabe
mencionar aquí, que los resultados pudieron haber sido mejores si la
escenografía no hubiera sido tan expuesta y tan amplia. La amalgama del sonido
de las voces de los solistas y del coro fue perjudicada por este motivo.
Algo muy
positivo en esta temporada: Los programas de mano volvieron a su tamaño
normal!!!
Conclusión:
El objetivo del Stefano Poda fue cumplido. Esta versión solo será recordada por
su extravagante producción y porque los programas de mano volvieron a un tamaño
razonable.
Roberto
Falcone
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