Mahlerfest…
Por Jaime Torres Gómez
Desde fines del 2022 e inicio de este año,
se ofreció una secuencia de sinfonías de Gustav
Mahler a cargo de la Filarmónica de Santiago, Sinfónica
Nacional de Chile, Sinfónica Nacional Juvenil y la Orquesta
Academia del Festival Internacional de Música Portillo, dándose una suerte
de Festival Mahler.
Las obras de este compositor
postromántico cada vez adquieren mayor interés, siendo hoy en día
culto en buena parte de las orquestas profesionales, e incluso en
agrupaciones amateur y juveniles aventajadas. Esto, fundamentalmente, ante el
amplio arco de temáticas insertas en toda la producción mahleriana,
al estar directamente imbuidas de ideas filosóficas provenientes desde Schopenhauer, Nietsche, Dostoyevski y
otros, más una adhesión a una espiritualidad directamente
influida por la tradición judeo-cristiana, aunque sin duda
trasuntándola...
En el caso de las obras presenciadas,
viéndolas como conjunto, tienen como elemento
común la búsqueda de una trascendencia construida principalmente
desde el amor más una visión del ser humano como sujeto de
conquistas por ideales superiores, asimismo una atrapante contemplación del
mundo como un todo, dándose una interesante simbiosis entre el hombre y
la naturaleza (con visos panteístas), amén de la
omnipresencia de una quasi hegeliana dialéctica ante los
tormentos existenciales del compositor.
En lo intrínsecamente musical, como
buen heredero del romanticismo, Mahler expande con entera
propiedad el vuelo rupturista propio de ese período, adoptando una libertad
formal completamente atípica, manifestada en una rara síntesis entre la música
pura y lo programático, donde lo expresivo cobra relieves
superiores, junto a un genial dominio de lo armónico y de la
orquestación.
Ante tan atrapantes elementos, es
normal verlos traducidos en amplias convocatorias, y consecuentemente hitos de
innegable popularidad, al umbral de los devocional… Y en el caso de lo
ofrecido, quedó felizmente reflejado con
importantes audiencias e interpretaciones en las Sinfonías
1, 2, 4 y 8, más La Canción de la Tierra.
Cronológicamente, a fin de octubre,
se ofreció la Cuarta Sinfonía a cargo de la Filarmónica
de Santiago deslumbrantemente dirigida por Maximiano
Valdés, siendo dicha presentación distinguida por el Círculo de
Críticos de Arte de Chile. A la vez, importante consignar que estuvo
precedida de magníficas versiones de la Danza Fantástica de Enrique
Soro y la música completa del ballet Mi Madre
de Oca (Ma Mére L´Oye) de Maurice Ravel,
al parecer estreno en Chile (normalmente se ofrece la suite de cinco números), con un
resultado de alto idiomatismo más una atenta respuesta de los filarmónicos.
En cuanto a la Cuarta
Mahleriana, Valdés nuevamente demostró su gran
afinidad con este compositor (recordándose vivamente sus magníficas
lecturas de la N°1 “Titán”, las N° 5 y 6, y una impactante
versión de “La Canción de la Tierra”), validándolo como
un genuino mahler specialist… Grandes logros en empáticos
tempi, transparentes texturas e irrefutable carácter. Gran respuesta
de los filarmónicos.
Luego en diciembre, y
finalizando la temporada de abono de la Filarmónica, una
esperada Segunda Sinfonía “Resurrección” con Paolo
Bortolameolli, quien cada vez cosecha más logros en el abordaje de
obras mahlerianas. Y si bien la Resurrección se ha
ofrecido asiduamente, empero la presencia de Bortolameolli (Principal
Director Invitado) revestía máximo interés, ante el referente de
haberla dirigido junto a una de las más importantes orquestas de
Berlín.
Además, cabe señalar que esta
presentación constituyó el retorno de los conciertos al escenario
del Teatro Municipal de Santiago, debido al emplazamiento de
la orquesta en platea a lo largo de la pandemia,
elemento relevante ante la experiencia de una sonoridad distinta dentro de este
período, y, por tanto, debiéndose acomodar a la histórica percepción auditiva.
Así, ante un resultado desparejo en la primera función, era menester asistir
nuevamente para aquilatar mejor la interpretación, estando presente
-adicionalmente- en la última
presentación.
Importantes logros especialmente en
el primer movimiento (notable manejo de los contrastes y
acentos, más una bien resuelta globalidad), aunque algunas debilidades
en el segundo (cierto almibaramiento -abuso del rubato- en
detrimento del candoroso carácter requerido…), excelente análisis conceptual en
el tercero (Predicación de San Antonio de Padua a los Peces),
contenida entrega en el Urlicht (excelente Evelyn Ramírez como mezzo solista)
y notables desarrollos posteriores, con calibrado manejo de la tensión-distensión-expansión
sonora. Formidables intervenciones de las sopranos Yaritza Véliz y Paulina
González, en la primera y última función, respectivamente, más una
excelente preparación del Coro Profesional del Municipal de Santiago. Importante
destacar el premio a esta presentación del Círculo de
Críticos de Arte de Chile.
Posteriormente, en enero, el festival
mahleriano de marras adquirió mayor protagonismo, concentrando
tres obras representativas de diversos períodos creativos, como la Sinfonía
N°1 “Titán”, la N°8 “De los Mil” y “La Canción de
la Tierra”. Sin embargo, no fue oportuna la cercanía de
fechas entre la 1 y 8, quedando la primera algo eclipsada en
convocatoria ante el mega-despliegue de producción de la última, al ser un
estreno largamente esperado.
Así, la llegada de la Octava de Mahler fue
posible concretarla sobre la base de una fuerte voluntad desde la Fundación
de Orquestas Juveniles e Infantiles (Foji) para celebrar en grande
sus 30 años de existencia, proyecto admirablemente liderado en
lo artístico por Paolo Bortolameolli como Titular de
la Sinfónica Nacional Juvenil. Y sin soslayar el inmenso
aporte de la Foji al desarrollo formativo, lo concreto que el
hito de ofrecerse la Sinfonía de los Mil amerita completa
plausibilidad, máxime al saberse que intentos anteriores no llegaron a puerto
por la complejidad de sus enormes requerimientos. Y para darle debida
concreción, fue del todo adecuado ofrecerla en el Teatro
Caupolicán, emblemático recinto multipropósito y de amplia capacidad
global.
La versión de Bortolameolli superó
todas las expectativas respecto a lo esperable de los jóvenes
músicos y del amplio contingente de coros convocados,
labor del mayor encomio y que dio cuenta del buen momento
de los jóvenes talentos existentes en Chile, amén de una excelente
salud coral junto al magnífico nivel de cantantes
para los roles solísticos. Por su parte, Bortolameolli nuevamente
demostró ser un magnífico mahleriano ante su completa
claridad de conceptos interpretativos, radicados en una admirable unidad
global. Importantes logros en la uniformidad de las cuerdas, más buen
ensamble de maderas y percusión, quedando algo pendiente mayor homogeneidad en
los bronces.
Excelentes desempeños del octeto de cantantes
nacionales (varios radicados en el extranjero) Constanza
Olguín (soprano),
Andrea Aguilar (soprano), Evelyn Ramírez (contralto), Camila Guggiana
(soprano), María Luisa Merino (mezzo), Juan Pablo Dupré (tenor), Ramiro
Maturana (barítono) y Sergio Gallardo (bajo). Asimismo, el
conjunto de nueve coros provenientes desde varias regiones
(incluidos varios de Santiago) constituyó un gran estímulo
para que agrupaciones profesionales en el futuro repliquen
esta experiencia, máxime al disponerse del adecuado nivel artístico para un
proyecto de tal monumental
magnitud…
En el intertanto, y dentro del
concierto aniversario de la Sinfónica Nacional, se ofreció
la Sinfonía N° 1 “Titán”. Siendo muy recurrente localmente,
el mayor interés estribó presenciarla por el actual titular sinfónico,
el destacado maestro Rodolfo Saglimbeni, a quien poco se le
conoce en Mahler (se le recuerda una gran versión del Adagio de
la Décima Sinfonía más Las Canciones del Caminante),
pudiendo ahora verlo en una obra de otras dimensiones y carácter. Felizmente se
pudo corroborar la afinidad mahleriana de Saglimbeni,
no obstante no estar ciento por ciento de acuerdo con la edición usada (al
parecer, de cierta aproximación a la original, donde se realzan bruscos giros
en perjuicio de las transiciones, especialmente en los dos primeros
movimientos). Grandes momentos a partir del tercero, con
impactantes honduras expositivas globales (soberbia administración de lo
emotivo y descriptivo). Grandes logros de conjunto (esmalte sonoro y ensamble)
y solísticos (formidable el solo del contrabajo en
el tercer movimiento), dando cuenta del buen nivel de la decana
orquestal del
país.
Y con inmensa
satisfacción se recibió "La Canción de la Tierra" en
una versión pletórica de idiomatismo liderada por Alejandra Urrutia,
quien demostró profundo conocimiento de la partitura, y ante todo,
con estremecedora humildad, dejando hablar por sí misma a la
obra… Importante aporte haberla ofrecido en su versión
masculina, en complemento a la recurrente de mezzo-contralto.
A la vez, impresionante el resultado de la Orquesta
Academia del Festival Internacional de Música Portillo, donde sus
jóvenes integrantes -aún en formación- lograron una respuesta con altísimo
nivel de ensamble y musicalidad. Gran trabajo de los instructores
internacionales. Asimismo, descollante el desempeño de Patricio
Sabaté (barítono) y Javier Weibel (heldentenor),
cada uno absolutamente consubstanciado en el espíritu de la obra y
con entera autoridad en el “decir” de los textos.
Magnífico Weibel en esta nueva experiencia como heldentenor (más
se le conoce como barítono), con un mayor asentamiento vocal y sin duda hoy en
día de los más apropiados en Chile para La Canción de la Tierra.
Por su parte, Sabaté estremecedor en el abschied (final
de la obra), con cabal empoderamiento, más una vocalidad y musicalidad irredargüiblemente ad hoc para la
parte.
A su vez, muy oportuna la
intervención previa de Elicura Chihuailaf (Premio
Nacional de Literatura), con alta correlación reflexiva entre el sentido
interno de la obra y su macro visión de la Madre Tierra… sumándose a
un completo triunfo global en musicalidad, excelencia de
preparación y alto sustrato de contenido…
En suma,
un Mahlerfest que consolidó una importante recuperación de la
oferta programática -aún en los estertores de la pandemia-, sólo convocado
por el gran Gustav…
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