martes, 31 de octubre de 2023

La Filarmónica volvió a brillar en el Colón de la mano de Srba Dinić

LA CALIDAD BIEN ENTENDIDA EMPIEZA POR CASA
Martha CORA ELISEHT

El Teatro Colón es la sede y hogar de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires
(OFBA). Por ende, cuando vienen grandes batutas, es un placer escuchar este tipo de
conciertos en su ámbito natural. Tras haber dirigido el Festival Rachmaninov en el
Coliseo, Srba Dinić volvió al Colón para presentarse nuevamente con la Filarmónica el
pasado sábado 28 del corriente, con la participación de los siguientes solistas: Paul
Lewis (piano), Carles Pachón (barítono) y Sabina Cvilac (soprano) para interpretar el
siguiente programa:
- Concierto n°4 para piano y orquesta en Sol mayor, Op.58- Ludwig van
BEETHOVEN (1770-1827)
- Sinfonía Lírica, Op.18- Alexander von ZEMLINSKY (1871-1942)
Tras la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Pablo Saraví, el
maestro serbio hizo su presentación sobre el escenario del Colón junto al pianista
irlandés Paul Lewis para brindar una de las interpretaciones más brillantes que esta
cronista recuerde del mencionado concierto de Beethoven. Compuesto entre 1804 y
1806, fue dedicado al archiduque Rodolfo de Austria, quien era no sólo el hermano
menor del Emperador Francisco I, sino también, su mecenas y un consumado pianista.
Su estreno tuvo lugar en el Theater an der Wien en 1808, en un concierto formado
exclusivamente por obras de Beethoven, donde el genio de Bonn hizo su última
aparición pública como solista al piano con orquesta. Consta de tres movimientos
(Allegro moderato/ Andante con moto/ Rondó: vivace), que fueron ejecutados con una
precisión absoluta y una interpretación sublime por parte de Lewis, quien hizo su debut
en el Colón. No pudo haber sido mejor: un perfecto ajuste de la Filarmónica por Srba
Dinić que permitió el perfecto lucimiento del solista en el 2° movimiento, donde
primaron las sutilezas, el buen gusto y la pureza del sonido. En el último movimiento, el
romance entre el director, el solista y la Filarmónica fue total: una armonía total y un
encastre perfecto para brindar una versión con todo el ímpetu beethoveniano. Paul
Lewis enamoró al público argentino y, por lo tanto, se retiró ovacionado. Fue una pena
que no anunciara el bis que ofreció en calidad de solista. Era notorio que se trataba de
un compositor romántico -al estilo de Schumann o Mendelssohn-, pero al consultarlo
con pianistas, no podían determinar con certeza cuál era. Posteriormente, se supo que
fue una de las Canciones sin palabras de Mendelssohn, pero sin especificar el número
de opus. Sea como fuere, es uno de los intérpretes extranjeros más sobresalientes de
todos aquellos que han sido invitados al ciclo de Abono de la Filarmónica.
En la segunda parte del concierto, Srba Dinić volvió a demostrar su maestría y fuste
para dirigir una obra que se representa en muy contadas ocasiones: la Sinfonía Lírica de
Alexander von Zemlinsky, compositor austríaco contemporáneo de Alban Berg, quien
fuera maestro de Arnold Schönberg y quien tuviera influencia sobre los músicos de la

Segunda Escuela de Viena, entre los cuales se encontraba Erik Korngold.
Lamentablemente, su obra cayó en el olvido por mucho tiempo y recién en esta última
década ha comenzado a revalorizarse. La mencionada sinfonía consta de 7 canciones
para soprano y barítono compuestas en 1922 sobre textos de El Jardinero, del poeta
bengalí Rabindranath Tagore (1861-1941) traducidos al alemán, que se ejecutan sin
interrupción. A diferencia de La Canción de la Tierra de Mahler, que perseguía una
canción sinfónica, Zemlinsky buscaba una sinfonía que fuera un ciclo de canciones,
concatenadas de tal manera que se mantienen los movimientos sin interrupción, pero
donde los últimos compases de cada uno de los 7 lieder que la integran recuperan el
tema del primero. El Adagio appasionato de la Suite Lírica de Alban Berg se traduce en
una de las canciones interpretadas por el barítono. Al igual que en la obra mahleriana, el
barítono y la soprano cantan sus arias en forma alternada. La orquestación posee un
orgánico prácticamente completo (maderas y metales por 4, dos arpas, abundante
percusión, cuerdas y celesta), que permite el lucimiento de todas las secciones de
instrumentos. Es una obra compleja y difícil, donde tiene que existir un equilibrio
perfecto entre los solistas y la orquesta. Respecto de este tema, Sabina Cvilak posee una
voz agradable, potente, melodiosa, con brillo y buen color tonal y logró una muy buena
interpretación, a diferencia del barítono catalán Carles Pachón, cuya voz tiene un buen
color para su cuerda y buena línea de canto, pero muy justa para un teatro de grandes
dimensiones como el Colón. Hubo momentos donde costaba escucharlo, porque la
orquesta lo había tapado. La Filarmónica fue la gran protagonista de la noche, ya que
sonó de manera impecable bajo la magistral batuta del maestro serbio, quien demostró
un perfecto conocimiento de la obra. En el caso particular de esta cronista, también fue
la primera vez que escuchó esta gran joya del post romanticismo vienés y que, sin ser
atonal ni dodecafónica, de cierta manera anuncia la tendencia que está por venir. Otra
noche de Colón y un mérito más para la orquesta en su larga lista de logros.
La renovación completa del repertorio y el sinfín de directores extranjeros que se
presentaron durante el transcurso del corriente año han permitido que la Filarmónica
haya recuperado su bien ganado prestigio. El 2023 ha sido un gran año en materia de
conciertos sinfónicos y todavía faltan 5 semanas para culminar el presente ciclo. Por
más que se presente en otros escenarios importantes como la Usina del Arte y el
Coliseo, la calidad bien entendida empieza por casa. Hubo conciertos que se tendrían
que haber hecho en el Colón, porque la calidad de los intérpretes así lo ameritan y bien
lo merecen.

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