Excepcional concierto a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional en el CCK
UN REPERTORIO POCO CONVENCIONAL Y DE ALTO VUELO
Martha CORA ELISEHT
En un año caracterizado por la incertidumbre en materia de funcionamiento del
Estado y signado por las dificultades económicas, la Dirección Nacional de Organismos
Estables puso primera y apostó fuertemente a sus elencos brindando espectáculos
gratuitos de jerarquía. Tal fue lo que sucedió el pasado miércoles en el Ciclo de la
Orquesta Sinfónica Nacional en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Kirchner (CCK),
bajo la dirección de Yenny Delgado y la participación del contrabajista Julián Medina
como solista invitado para brindar el siguiente programa:
- Concierto n°15 en Re mayor para contrabajo y orquesta- Johannes M.
SPERGER (1750-1812)
- Sinfonía “Manfred”, Op.58- Piotr I. TCHAIKOVSKY (1840-1893)
Previamente al inicio del concierto y, ante la consabida ausencia de programas de
mano, una voz en off anunció las obras que se iban a interpretar. (Un gran acierto según
opinión de quien escribe, que evita que los directores tengan que anunciar el programa.
Lástima que no indique que no se debe aplaudir hasta el final de cada obra, lo que
permite una educación del público que asiste quizás, por primera vez a una sala
sinfónica y hubiera matado dos pájaros de un tiro). Seguidamente, una formación
reducida encabezada por el concertino Gustavo Mulé se hizo presente sobre el escenario
del Auditorio Nacional para llevar a cabo la tradicional afinación de instrumentos
previamente a la aparición de la directora y el solista.
La obra de Johann Matthias Sperger es poco conocida entre el público local, pese a
haber sido un compositor austríaco muy prolífico. Su obra comprende 44 sinfonías,
conciertos instrumentales para flauta, viola, violoncello, trompa, trompeta y,
especialmente, 18 conciertos para contrabajo, de los cuales, el n°15 en Re mayor fue el
elegido para su interpretación. Consta de tres movimientos (Allegro/ Adagio/Rondó),
donde Julián Medina demostró por qué es uno de los mejores solistas de dicho
instrumento y ganador del Concurso Internacional Bottesini en 2022. Es una obra que
posee un sonido muy mozartiano y permite el lucimiento del solista, ya que explora
todos los matices del instrumento en registro de escalas ascendentes y descendentes. Por
su parte, Yenny Delgado supo acompañarlo muy bien, logrando un perfecto diálogo
entre la orquesta y el solista durante toda su ejecución. Mientras el Allegro inicial en Re
mayor es luminoso, el Adagio central en tono menor es sombrío y oscuro, con
numerosas cantilenas que deben tener una tensión interna necesaria. Medina supo
resolverlo perfectamente hasta la introducción del Rondó final por el contrabajo de
manera attaca (sin interrupción). Este tema es chispeante, divertido y sincronizado,
seguido por la orquesta con una monumental fuga con ribetes beethovenianos de la
primera época del genio de Bonn. Hizo gala del fraseo y de su técnica, logrando una
magnífica versión. El Auditorio Nacional estalló en aplausos hacia el final, lo que
motivó a Medina a ofrecer un bis: una transcripción para contrabajo de la Siciliana para
violín y piano de María Theresia von Paradis (1759-1824), compositora austríaca que
vivió en la misma época que Sperger y que fue una eximia pianista, pese a haber
quedado ciega a los tres años de edad. No obstante, su prodigiosa memoria le permitió
dedicarse a la enseñanza y creó un método para que los no videntes pudieran aprender
música y tocar el piano. Afortunadamente, su obra está volviendo a ver la luz tras haber
caído en el olvido durante muchos años y gracias a la sublime interpretación de Julián
Medina, una pudo ahondar sobre la vida y obra de esta gran mujer. Otra ovación de
aplausos para el solista, quien se retiró sumamente satisfecho del escenario.
Para la segunda parte del concierto, la orquesta se presentó con su orgánico
prácticamente completo para interpretar la Sinfonía “Manfred”, Op.58 de Tchaikovsky,
que consta de 4 movimientos: Lento lugubre. Moderado con moto. Andante/ Vivace con
spirito/ Andante con moto/ Allegro con fuoco. Basada sobre el poema homónimo de
Lord Byron, Manfred es un desclasado -hoy en día, un social outsider-, quien se
encierra en su castillo de los Alpes buscando olvidar su obsesión por su amor prohibido
hacia Astarté. Para ello, solicita ayuda a 7 espíritus, uno de los cuales se le presenta
tomando la forma de su amada (narrado en la sinopsis argumental del 1° movimiento).
El crítico musical – y mentor del Grupo de los Cinco- Vladimir Stasov le propuso a
Mili Balakirev componer un poema sinfónico sobre la obra de Byron en 1867. Por
diferentes motivos, el proyecto no se concretó hasta 1884, cuando Tchaikovsky y
Balakirev se reunieron en San Petersburgo y este último -quien quedó impresionado por
la obertura fantasía ROMEO Y JULIETA de su colega- le propuso escribir sobre
Manfred. En 1885, tras leer el poema original de Byron, Tchaikovsky se dedicó a la
tarea y se sintió identificado con el personaje -su homosexualidad le jugó más de una
mala pasada en aquel entonces-. Culminó su obra en Septiembre de ese mismo año y la
consideró “la mejor sinfonía que he compuesto”, según sus propias palabras. Permite el
lucimiento de toda la orquesta y los solistas de los principales grupos de instrumentos
en los diferentes caracteres de cada uno de los 4 movimientos que la integran. En el 2°
movimiento (Vivace con spirito), la Bruja de los Alpes aparece como un arco iris sobre
una catarata y le impone al protagonista condiciones que no está dispuesto a aceptar, ya
que prefiere seguir sufriendo. El 3° movimiento (Andante con moto) es de carácter
pastoral y representa la serenidad y simplicidad de la vida alpina, que le brinda al
protagonista cierto alivio y confort. Finalmente, en el 4° movimiento, un globo de fuego
rodeado de espíritus de Némesis -diosa de la venganza- y el Destino presentan una
visión idealizada de Astarté hundiéndose, que llevará al protagonista a la muerte. Hacía
mucho tiempo que una no escuchaba esta monumental obra por una orquesta argentina
y Yenny Delgado le imprimió a la presente versión tres características fundamentales:
brillo, enjundia y fuste. Una excelsa interpretación de la Sinfónica Nacional y un logro
más en su inmenso repertorio, que se vio coronado por una ovación de aplausos y
vítores.
Cuando se ofrecen obras poco convencionales -o que no se interpretan desde hace
algún tiempo- por un organismo sinfónico de excelencia y de manera gratuita, la gente
acude masivamente. Ante una sala completamente rebosante de público, la Sinfónica
Nacional demostró por qué sigue siendo una de las mejores orquestas del país. La
renovación de sus integrantes le sentó de perlas y le imprimió un sonido fresco,
vigoroso y brillante para ejecutar un repertorio poco convencional de alta jerarquía.
Queda aún mucha buena música por descubrir y la excelente tarea del programador Ciro
Ciliberto lo hace posible.
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