martes, 21 de mayo de 2024

 



El Pianísta Stefan Stroissnig brillando durante su interpretación del Impromptu Nº 3 Op.90 de Franz Peter Schubert en el Teatro Colón. Fotografía de la Sra. Liliana Morsia para el Mozarteum Argentino.



Subime actuación de la Orquesta de Cámara de Viena en la apertura del Mozarteum

 

CON TODA EL ALMA, ESPÍRITU Y LOZANÍA DEL GENIO DE SALZBURGO

Martha CORA ELISEHT

 

            Sería un cliché decir que la música de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) es cristalina e inmortal. La popularidad de su extensa obra sigue intacta hasta la actualidad y convoca a todos aquellos que la saben apreciar, sean tanto neófitos como expertos en la materia. Por dicho motivo, el Mozarteum Argentino decidió abrir su Ciclo de Abono 2024 con un concierto íntegramente formado por obras de dicho compositor, hecho que tuvo lugar en el Teatro Colón el pasado lunes 20 del corriente con la participación de la Orquesta de Cámara de Viena, bajo la dirección de Simone Menezes y del pianista Stefan Stroissnig como solista invitado para brindar el siguiente programa:

-          Serenata n°13 en Sol mayor, K.525 “Eine kleine Nachtmusik” (Pequeña música nocturna)

-          Concierto para piano y orquesta n°9 en Mi bemol mayor, K.271 “Jenamy”

-          Sinfonía n°29 en La mayor, K.201

Tanto la prestigiosa agrupación de cámara como el solista han visitado la Argentina en más de una ocasión. En el caso de la orquesta, lo hizo por primera vez bajo la dirección de Kurt Woss en 1981 y, posteriormente, entre 1987 y 1992 de la mano de Phillippe Entremont. Retornó en 1999 dirigida por Heinrich Schiff; en 2004, por Joji Hattori y por última vez, en 2018, con la participación de Stefan Valdar como pianista y director. Por su parte, es la segunda vez que Stefan Stroissnig se presenta en Buenos Aires para brindar un concierto que descolló por la finura, sutileza y lozanía en la interpretación de las obras comprendidas en el programa.

La celebérrima Serenata n°13 en Sol mayor para cuerdas -más conocida por su seudónimo Pequeña música nocturna- fue compuesta en 1787 y es contemporánea de DON GIOVANNI. Es la última de este género y se desconocen los motivos que llevaron a escribirla, ya que, en aquella época, eran obras que se componían por encargo para su interpretación en jardines o espacios abiertos de palacios con motivo de una visita ilustre. Sus cuatro movimientos (Allegro/ Romanza: andante/ Menuetto: Allegretto/ Finale: Allegro) remedan más la estructura de una sinfonía que la de una serenata propiamente dicha y fueron ejecutados con precisión, fuste, sutileza, finura y una marcación impecable, sin caer en excesos. Simone Menezes se reveló como una prestigiosa directora de un ensamble portador del espíritu vienés, que sonó auténticamente mozartiano.

En una entrevista radial realizada recientemente por Graciela Morgenstern, Stefan Stroissnig declaró que Mozart y Schubert eran sus compositores predilectos y que adoraba tocar sus obras. Su precisión matemática se notó desde la ejecución de los primeros compases del mencionado concierto para piano n°9 en Mi bemol mayor. Compuesto en 1777, representa una obra bisagra del catálogo mozartiano, ya que el instrumento solista entra desde los primeros compases. En aquel entonces, la orquesta exponía el tema, y, posteriormente, era tomado por el solista -cosa que sucede en la mayoría de los conciertos para piano de compositores clásicos y románticos-. Dedicado a la hija mayor del bailarín y coreógrafo Jean- Georges Noverre -cuyo apellido de casada era Jenamy, quien era también una gran pianista-, consta de tres movimientos: Allegro/ Andantino/ Rondó: presto, donde el solista debe enfrentar una sucesión de pasajes de gran dificultad técnica. Además de su maestría, Stroissnig le agregó un ingrediente fundamental a su interpretación: la emoción, ya que sonó perfecto en los trinos, arpegios, arabescos, tresillos y otros elementos técnicos, con una exactitud pocas veces escuchada sobre el escenario del Colón. La excelencia fue premiada con numerosos aplausos y vítores, que motivaron al solista a ofrecer como bis el Impromptu n°3 en Sol bemol mayor, Op.90 D.899 de Schubert. Nada mejor que un vienés interpretando a otro de los grandes compositores que Viena ha dado a la humanidad, ofreciendo una versión bellísima de esta consabida pieza.

La Sinfonía n°29 en La mayor es una obra que cada vez se toca más asiduamente y marca la madurez de Mozart como compositor de este género -pese a que sólo tenía 18 años cuando la escribió-. Sus cuatro movimientos (Allegro moderato/ Andante/ Menuetto- Allegretto- Trío/ Allegro con spirito) ofrecen una mayor amplitud al tratamiento de la orquesta, con texturas más complejas en las cuerdas y mayor presencia de los instrumentos de viento, entrelazando dos temas bien definidos en el 1° movimiento (Allegro moderato), mientras que el Andante se caracteriza por gran variedad de articulaciones. El Menuetto se distingue por su énfasis en ritmos y por el diálogo entre los instrumentos de cuerdas y vientos para desembocar en el poderoso Allegro con spirito final. Una vez más, la orquesta sonó perfecta, imbuida del espíritu mozartiano, con un sonido cristalino y diáfano. La ovación de aplausos fue total, lo que motivó a Simone Menezes a ofrecer dos bises de otro gran compositor austríaco: Johann Strauss (h), representado por una exquisita versión de Voces de Primavera y la chispeante polka Tritsch- Tratsch, que sonó auténticamente vienesa. El Colón estalló en aplausos y vítores tras su interpretación.

Una vez más, el Mozarteum Argentino marca la excelencia en la apertura de su temporada. La calidad superlativa de los intérpretes hace posible disfrutar de una auténtica noche de Colón, donde la magia, la lozanía y el espíritu del genio de Salzburgo se hicieron presentes en toda su magnitud.







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