Muy buen recital de CLÁSICA GENERACIÓN Z en el Palacio Sarmiento
DIVINO TESORO DOTADO DE BRILLO
Martha CORA ELISEHT
El ciclo CLÁSICA GENERACIÓN Z es una iniciativa cuyo objetivo es
promocionar y brindar oportunidad a músicos jóvenes menores de 28 años para que se
presenten en público y poder ser reconocidos mediante su talento. Cuenta con la
curaduría y coordinación de José Luis Juri y, por lo general, los conciertos tienen lugar
los domingos por la tarde en el Salón de Honor del Palacio Domingo F. Sarmiento.
Casualmente, el pasado domingo 2 del corriente tuvo lugar en dicho Salón un concierto
donde participaron los pianistas Pablo Guillermetti y Lucía Haffner y el guitarrista
Mateo Astrisky Pecker, quienes ofrecieron el siguiente programa:
- Grande ouverture pour la guitarre, Op.63- Mauro GIULIANI (1781-1829)
- Zamba y malambo (Pampereada) de la Suite argentina- Eduardo FALÚ (1923-
2013)
- Elogio de la danza- Leo BROUWER (1939)
- “Verano porteño” (transcripción para guitarra)- Astor PIAZZOLLA (1921-
1992)
Intérprete: Mateo ASTRISKY PECKER
- Nocturno n°3 “Sueño de amor”, S/G 541- Franz LISZT (1811-1886)
- Estudio n°2 de concierto, S.144 “Danza de los Gnomos”- Franz LISZT
- Momento musical n°4 en Mi menor, Op.16- Sergei RACHMANINOV (1873-
1943)
Intérprete: Pablo GUILLERMETTI
- Estudio de concierto n°3, S.144 “Un suspiro”- Franz LISZT (1811-1886)
- Preludio en Sol mayor, Op.32, n°5- Sergei RACHMANINOV (1873-1943)
- Estudio n°12, Op.8 (“Patético”)- Alexander SCRIABIN (1872-1915)
Intérprete: Lucía HAFFNER
Por razones de operatividad, el guitarrista actuó en primer lugar y luego, los
pianistas. Todos anunciaron las obras que iban a interpretar ante la ausencia de
programas de mano. Alumno de Pablo González Jasey, Mateo Astrisky es un músico
joven que demostró su talento y dominio del instrumento desde la primera de las obras.
La Grande ouverture pour la guitarre, Op.63 es una obra comprendida dentro del vasto
repertorio que Mauro Giuliani compuso para dicho instrumento desde 1808 en adelante
(dejó unas 150 obras con número de opus y otras 70 sin numerar) tras el éxito obtenido
con el estreno de su Concierto para guitarra y orquesta, Op.30 en Viena. Luego de una
breve introducción, la obertura posee dos temas con reminiscencias mozartianas que
alternan entre sí, desarrollados mediante una serie de variaciones, con muy buen
dominio del punteo y rasgado. Seguidamente, brindó una muy delicada interpretación
de la zamba de la Primera suite argentina, donde Eduardo Falú demostró su
conocimiento de música académica volcado a los ritmos folklóricos. En este caso, logró
un sonido envolvente, con muy buenos matices y lo mismo sucedió con el malambo de
dicha suite. Continuó con Elogio de la danza del compositor cubano Leo Brouwer, obra
contemporánea de línea tonal con ciertas disonancias, donde además del punteo y
rasgado lleva efecto strappata (golpes de percusión) en la caja del instrumento y
vecinos al puente. Se despidió con una muy buena versión del tradicional Verano
porteño de Las Cuatro Estaciones Porteñas, de Astor Piazzolla.
A continuación, se presentaron dos pianistas: Pablo Guillermetti y Lucía Haffner.
Ambos son alumnos de Mónica Zubczuk y el primero se destacó por su dominio técnico
y precisión desde los primeros compases del celebérrimo Sueño de amor (Nocturno n°3)
de Franz Liszt. Es el más célebre de la serie de tres nocturnos (Liebestraum)
compuestos en 1850 y concebidos originalmente como canciones sobre poemas de
Ludwig Uhland y Ferdinand Freiligrath. Es un poco allegro en La bemol mayor,
dividido en tres partes separadas por cadencias rápidas que exigen cierto grado de
destreza y habilidad técnica. Siguió con otra obra mucho más compleja del mismo
Liszt: el Estudio de Concierto n°2, S.144 “Danza de los Gnomos”, donde sorprendió
por su digitación, pulsación y precisión desde el arpegio inicial dividido en terceras y
sextas de este quasi allegretto en Fa sostenido menor, con escalas cromáticas ágiles y
ligeras. Por último, se despidió con una versión vibrante del Momento musical n°4 en
Mi menor, Op.16 de Rachmaninov, escrito como un presto en dicha tonalidad que va in
crescendo a medida que avanza en desarrollo. Se retiró muy aplaudido luego de su
interpretación.
Para comenzar su presentación, Lucía Haffner también eligió otro Estudio de
concierto de Liszt: el n°3 en Re bemol mayor, “Un suspiro” que se caracteriza por el
cruce de manos. La melodía es cantada por alternancia de manos y arpegios y el fraseo
se realiza con ambas manos. Esta joven pianista logró una interpretación sumamente
exquisita y refinada, precisa y sutil de esta bellísima pieza. Siguió con el Preludio n°5
en Sol mayor, Op.32 de Rachmaninov, compuesto en 1910, donde logró una
interpretación delicada y sutil, con perfecto dominio de trinos y glissandi. El cierre no
pudo haber sido mejor: una versión magistral del encore predilecto de Vladimir
Horowitz: el Estudio n°8 en Re sostenido menor, Op.12 (“Patético”) de Scriabin, cuya
línea melódica y cadencia son muy similares a las del 2° movimiento de su Sinfonía n°1
(“Himno al Arte”). Compuesto en 1894, posee numerosos saltos en mano izquierda y
abundantes octavas en mano derecha, que le brindan complejidad. La interpretación fue
magnífica, con excelente dominio de pasajes, pulsación y digitación. Se retiró
sumamente aplaudida y vitoreada tras su interpretación y puede decirse que fue de
menor a mayor en cuanto a la complejidad de las obras comprendidas en el programa.
Tres músicos muy jóvenes -18, 23 y 20 años, respectivamente-, talentosos y de
mucho nivel, que demostraron ser eximios intérpretes. Tienen todo para triunfar y un
gran futuro por delante.
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