sábado, 15 de noviembre de 2025

 Muy buen recital de CLÁSICA GENERACIÓN Z en el Palacio Sarmiento


DIVINO TESORO DOTADO DE BRILLO


Martha CORA ELISEHT


El ciclo CLÁSICA GENERACIÓN Z es una iniciativa cuyo objetivo es

promocionar y brindar oportunidad a músicos jóvenes menores de 28 años para que se

presenten en público y poder ser reconocidos mediante su talento. Cuenta con la

curaduría y coordinación de José Luis Juri y, por lo general, los conciertos tienen lugar

los domingos por la tarde en el Salón de Honor del Palacio Domingo F. Sarmiento.

Casualmente, el pasado domingo 2 del corriente tuvo lugar en dicho Salón un concierto

donde participaron los pianistas Pablo Guillermetti y Lucía Haffner y el guitarrista

Mateo Astrisky Pecker, quienes ofrecieron el siguiente programa:

- Grande ouverture pour la guitarre, Op.63- Mauro GIULIANI (1781-1829)

- Zamba y malambo (Pampereada) de la Suite argentina- Eduardo FALÚ (1923-

2013)

- Elogio de la danza- Leo BROUWER (1939)

- “Verano porteño” (transcripción para guitarra)- Astor PIAZZOLLA (1921-

1992)

Intérprete: Mateo ASTRISKY PECKER

- Nocturno n°3 “Sueño de amor”, S/G 541- Franz LISZT (1811-1886)

- Estudio n°2 de concierto, S.144 “Danza de los Gnomos”- Franz LISZT

- Momento musical n°4 en Mi menor, Op.16- Sergei RACHMANINOV (1873-

1943)

Intérprete: Pablo GUILLERMETTI

- Estudio de concierto n°3, S.144 “Un suspiro”- Franz LISZT (1811-1886)

- Preludio en Sol mayor, Op.32, n°5- Sergei RACHMANINOV (1873-1943)

- Estudio n°12, Op.8 (“Patético”)- Alexander SCRIABIN (1872-1915)

Intérprete: Lucía HAFFNER

Por razones de operatividad, el guitarrista actuó en primer lugar y luego, los

pianistas. Todos anunciaron las obras que iban a interpretar ante la ausencia de

programas de mano. Alumno de Pablo González Jasey, Mateo Astrisky es un músico

joven que demostró su talento y dominio del instrumento desde la primera de las obras.

La Grande ouverture pour la guitarre, Op.63 es una obra comprendida dentro del vasto

repertorio que Mauro Giuliani compuso para dicho instrumento desde 1808 en adelante

(dejó unas 150 obras con número de opus y otras 70 sin numerar) tras el éxito obtenido

con el estreno de su Concierto para guitarra y orquesta, Op.30 en Viena. Luego de una

breve introducción, la obertura posee dos temas con reminiscencias mozartianas que

alternan entre sí, desarrollados mediante una serie de variaciones, con muy buen

dominio del punteo y rasgado. Seguidamente, brindó una muy delicada interpretación


de la zamba de la Primera suite argentina, donde Eduardo Falú demostró su

conocimiento de música académica volcado a los ritmos folklóricos. En este caso, logró

un sonido envolvente, con muy buenos matices y lo mismo sucedió con el malambo de

dicha suite. Continuó con Elogio de la danza del compositor cubano Leo Brouwer, obra

contemporánea de línea tonal con ciertas disonancias, donde además del punteo y

rasgado lleva efecto strappata (golpes de percusión) en la caja del instrumento y

vecinos al puente. Se despidió con una muy buena versión del tradicional Verano

porteño de Las Cuatro Estaciones Porteñas, de Astor Piazzolla.

A continuación, se presentaron dos pianistas: Pablo Guillermetti y Lucía Haffner.

Ambos son alumnos de Mónica Zubczuk y el primero se destacó por su dominio técnico

y precisión desde los primeros compases del celebérrimo Sueño de amor (Nocturno n°3)

de Franz Liszt. Es el más célebre de la serie de tres nocturnos (Liebestraum)

compuestos en 1850 y concebidos originalmente como canciones sobre poemas de

Ludwig Uhland y Ferdinand Freiligrath. Es un poco allegro en La bemol mayor,

dividido en tres partes separadas por cadencias rápidas que exigen cierto grado de

destreza y habilidad técnica. Siguió con otra obra mucho más compleja del mismo

Liszt: el Estudio de Concierto n°2, S.144 “Danza de los Gnomos”, donde sorprendió

por su digitación, pulsación y precisión desde el arpegio inicial dividido en terceras y

sextas de este quasi allegretto en Fa sostenido menor, con escalas cromáticas ágiles y

ligeras. Por último, se despidió con una versión vibrante del Momento musical n°4 en

Mi menor, Op.16 de Rachmaninov, escrito como un presto en dicha tonalidad que va in

crescendo a medida que avanza en desarrollo. Se retiró muy aplaudido luego de su

interpretación.

Para comenzar su presentación, Lucía Haffner también eligió otro Estudio de

concierto de Liszt: el n°3 en Re bemol mayor, “Un suspiro” que se caracteriza por el

cruce de manos. La melodía es cantada por alternancia de manos y arpegios y el fraseo

se realiza con ambas manos. Esta joven pianista logró una interpretación sumamente

exquisita y refinada, precisa y sutil de esta bellísima pieza. Siguió con el Preludio n°5

en Sol mayor, Op.32 de Rachmaninov, compuesto en 1910, donde logró una

interpretación delicada y sutil, con perfecto dominio de trinos y glissandi. El cierre no

pudo haber sido mejor: una versión magistral del encore predilecto de Vladimir

Horowitz: el Estudio n°8 en Re sostenido menor, Op.12 (“Patético”) de Scriabin, cuya

línea melódica y cadencia son muy similares a las del 2° movimiento de su Sinfonía n°1

(“Himno al Arte”). Compuesto en 1894, posee numerosos saltos en mano izquierda y

abundantes octavas en mano derecha, que le brindan complejidad. La interpretación fue

magnífica, con excelente dominio de pasajes, pulsación y digitación. Se retiró

sumamente aplaudida y vitoreada tras su interpretación y puede decirse que fue de

menor a mayor en cuanto a la complejidad de las obras comprendidas en el programa.

Tres músicos muy jóvenes -18, 23 y 20 años, respectivamente-, talentosos y de

mucho nivel, que demostraron ser eximios intérpretes. Tienen todo para triunfar y un

gran futuro por delante.

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