Daniela Prado secundada por los coros de Alumnos y Ex Alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires, durante la interpretación de la "Habanera", tal vez uno de los más célebres fragmentos de öpera de todos los tiempos, retratados por la autora de la presente cobertura.
Muy buena producción de “CARMEN” en el Colegio Nacional de Buenos Aires
¡ESAS SÍ QUE SON LOCALIDADES AGOTADAS!
Martha CORA ELISEHT
Todos los años durante Diciembre, el Colegio Nacional de Buenos Aires se
transforma en un reducto donde tienen lugar espectáculos de muy buena calidad a cargo
de profesores de música y directores del Coro de la institución – formado por
estudiantes secundarios- y del Coro “Amadeo Jacques”, integrado por exalumnos del
Colegio. En el 2024 se representó CARMINA BURANA y para este año, los estudiantes
decidieron montar un proyecto mucho más ambicioso: representar “CARMEN” de
Georges Bizet (1838-1875) con motivo de cumplirse 150 años de su estreno. No ha sido
nada fácil, ya que un colegio no cuenta con la infraestructura necesaria como para
montar una ópera. No obstante, y, merced al empeño y esfuerzo conjunto de estudiantes
y profesores, se pudo lograr y las representaciones tuvieron lugar entre el 7 al 14 del
corriente en el claustro central de la institución con la siguiente ficha técnica: puesta en
escena de Paz Corinaldesi; dirección general y musical de Javier Escobar; dirección
coral de Lucas Echaniz; escenografía, vestuario, cambio de escenografía, maquillaje,
gráfica y difusión a cargo de grupos de trabajo formados por integrantes del coro y
alumnos del colegio.
El elenco estuvo formado por los siguientes cantantes: Daniela Prado (Carmen),
Iván Vega (Don José), Eugenia Coronel Bugnon (Micaela), Alejandro Spies
(Escamillo), Malena Ledesma (Frasquita), Catalina Cosaka (Mercedes), Gabriel Goren
Roy (Zúñiga), Damián Flores Roschelli (Morales y El Dancairo), Matías Pascual (El
Remendao) y Tomás Bernardo (Marchande) junto a la bailaora Analía Melgar.
La opéra comique con libreto de Henri Meilhac y Ludovic Hálevy sobre la
novela original de Prosper Mérimée es la más popular y conocida de las óperas a nivel
universal, junto con LA TRAVIATA de Verdi. Sin embargo, su estreno en París en marzo
de 1875 resultó un rotundo fracaso. Tres meses después, Bizet fallece como
consecuencia de un ataque cardíaco sin poder habido disfrutar del éxito de su ópera. La
genialidad del músico francés radica en varios aspectos: la ambientación en España, la
recreación de costumbres tan populares como las corridas de toros y fundamentalmente,
en que la protagonista es una gitana y, por sobre todas las cosas, una mujer libre. Ella
posee la autonomía necesaria para decidir a quién amar y cuándo terminar con una
relación, rompiendo todo tipo de convencionalismo imperante en aquella época. Dueña
y señora de sí misma, contrasta con el personaje de Don José, quien representa los
valores morales típicos de aquel entonces: se hace soldado para defender a su patria, su
madre le recomienda casarse con una muchacha dulce y sumisa de su pueblo como
Micaela para formar una familia y mantener la tradición. Sin embargo, no puede
resistirse al embrujo ni a los encantos de Carmen y, a medida que avanza la obra, sufre
una degradación moral: es capaz de desertar y hacerse bandido por amor a ella hasta
llegar a asesinarla antes de verla en brazos de otro. Por lo tanto, Bizet no sólo se
adelanta en casi 30 años al verismo italiano de Leoncavallo, Zandonai, Mascagni y
Puccini, sino que trata temas de candente actualidad tales como el femicidio y la
violencia de género.
Teniendo en cuenta que un colegio no es el ámbito más apropiado para
representar una ópera y que el Aula Magna estuvo cerrada por trabajos de refacción y
mantenimiento, se aprovechó el claustro central para instalar el escenario, la orquesta y
la platea. La entrada de los personajes y de los coros se hizo mediante apertura de las
puertas que dan al hall central y por las laterales del patio. Esto fue un acierto, porque
permitió no solamente los cambios de escena, sino también facilitar la entrada y salida
de los diferentes personajes. La ópera se presentó prácticamente completa y sólo se
suprimieron algunas escenas (dialogo entre Carmen y Zúñiga luego de su detención y
coro de los contrabandistas del 3° acto) para agilizar los cambios. En la escena de la
plaza de toros del 4° acto, los toreros, banderilleros y picadores que anticipan la entrada
triunfal de Carmen y Escamillo lo hicieron por el pasillo que separaba las filas de
asientos antes de subir al escenario.
Para saber quiénes eran los intérpretes, se escaneó un código QR que contenía el
programa donde figuraban todos los datos sobre integrantes de la orquesta, los coros y
los equipos de trabajo involucrados en la presente producción. En este caso, el coro de
Niños fue reemplazado por el coro del Colegio, mientras que el Amadeo Jacques estuvo
a cargo de las principales escenas de conjunto. Por tratarse de una producción realizada
de manera no profesional a cargo de estudiantes secundarios, la iluminación, el
vestuario y la ambientación a la usanza tradicional estuvieron sumamente bien
realizados y fue una auténtica sorpresa para la mayoría de los presentes. Lo mismo
sucedió con la orquesta, integrada en su mayoría por músicos jóvenes que nunca habían
tocado juntos y que contó con algunos instrumentistas de prestigio como el
percusionista Arauco Yepes y el concertino Joaquín Díaz. La dirección musical estuvo a
cargo de Javier Escobar, quien agradeció a la maestra Mariana Caminoa -violinista de la
Orquesta Sinfónica Nacional- su indispensable colaboración en el ajuste de arcos de
instrumentos de cuerda. Según palabras del director en su discurso final de
agradecimiento, se logró una auténtica proeza con tan sólo 4 ensayos, pese a las
numerosas imperfecciones que una pudo apreciar en algunos instrumentos. También fue
el encargado de narrar el argumento de la obra para facilitar los cambios de vestuario.
En líneas generales, los Coros tuvieron un desempeño bastante bueno; sobre
todo, si se tiene en cuenta que no son profesionales y que debían actuar además de
cantar. También sorprendieron la mezzosoprano Catalina Cosaka como Mercedes y la
soprano Malena Ledesma como Frasquita, cuyo desempeño fue muy correcto. El
barítono Damián Flores Roschelli estuvo muy flojo como Morales y se halló cómodo
interpretando al Dancairo. El bajo Gabriel Goren Roy tuvo un desempeño correcto
como Zúñiga, al igual que el tenor Matías Pascual como El Remendao. Sí fue muy
buena la interpretación de uno de los números más difíciles de la ópera como el quinteto
del 2° acto “Nous avons en tête un affaire”, que estuvo muy bien coordinado.
Con respecto de los roles principales, Eugenia Coronel Bugnon brindó una muy
buena Micaela desde lo vocal y lo actoral. Era la primera vez que una la apreció en este
rol y se destacó en el duetto con Don José (“Parlez- moi de ma mère”) y en su cavatina
(“Je dis, que rien m’épouvant”), donde se retiró sumamente aplaudida al finalizar su
aria. Alejandro Spies también debutó en el rol de Escamillo y lo hizo con creces,
logrando un excelente desempeño vocal y actoral desde su entrada con la célebre
Canción del Toreador del 2° acto (“Votre toast, je peux le rendre”), siguiendo con su
intervención en el 3° acto (“Je suis Escamillo, torero de Grénade”) hasta el duetto con
Carmen del 4° acto (“Si tu m’aime, Carmen”). Brilló en todas y cada una de sus
intervenciones. El tenor Iván Vega resultó una revelación: voz bien timbrada, buen
legato y línea de canto desde su primera aria junto a Micaela (“Parlez- moi de ma
mère”), en el duetto con Carmen del 1° Acto (“Pres les ramparts de Seville”),
continuando en la célebre Aria de la flor (“La fleur que tu m’avais jetté”), en el duelo
con Escamillo del 3° Acto y en la escena final (“C’est toi?... C’est moi”).
En cuanto al rol protagónico, Daniela Prado fue la Carmen ideal: seductora,
atrayente y sensual desde todo punto de vista. Sobresalió en sus arias principales
(Habanera: “L’amour est un oiseau rebélle” y la célebre Chanson bohème que abre el
2° Acto, al igual que la mencionada “Pres les ramparts de Seville”) y en las escenas de
conjunto (quinteto del 2° Acto, trío del 3° y la Escena de las cartas: “Voiyons, que je
vais à mon tour”). Se mostró seductora en su encuentro con Don José (“Je vais danser
à votre honeur”) y en la escena final, desafiante y decidida desde su encuentro con Don
José tanto desde un punto de vista histriónico como vocal: sobre todo, al quitarse el
anillo que Don José le había regalado hasta desvanecerse al recibir la puñalada final.
En estos tiempos que corren, montar una producción de ópera independiente a la
usanza tradicional representa un auténtico desafío. Si se cuenta con pocos recursos y se
los sabe administrar bien, los resultados están a la vista: sobre todo, al tratarse de una
producción hecha de manera no profesional por estudiantes del mejor colegio del país,
que contó con localidades verdaderamente agotadas. No cabía un alfiler. Como
exalumna del Colegio, una no puede entirse más que orgullosa.