Raúl Canosa y el Ensamble Bellisomi, protagonístas de un excepcional atardecer en el Jockey Club. Fotografía de la autora del presente comentario.
Estupendo concierto de Raúl Canosa junto al Ensamble Bellisomi en el Jockey Club
UNA VELADA MEMORABLE A SALA LLENA
Martha CORA ELISEHT
El Ciclo de Cámara del Jockey Club ya es un clásico porteño por la alta calidad
de los intérpretes que actúan todos los jueves en el elegante Salón Anasagasti de dicha
institución. Esta vez, le tocó el turno al Ensamble Bellisomi, integrado por David
Bellisomi y Aída Simonian (violines), Carmen Gragirena (viola), Ernesto Porto
(violoncello) y Emilio Longo (contrabajo), quienes se presentaron en dicho ámbito el
pasado jueves 11 del corriente junto a un solista de lujo: el pianista español Raúl Canosa
para desarrollar el siguiente programa:
- Quinteto para cuerdas n°29 en Re menor (“Hispánico”)- Luigi BOCCHERINI
(1743-1805)
- Andante cantábile del Cuarteto para cuerdas n°1 en Re mayor, Op. 11- Piotr I.
TCHAIKOVSKY (1840-1893)
- Obertura de “Die Fledermaus” (El Murciélago) (arreglo: David Bellisomi)-
Johann STRAUSS (h) (1825-1899)
- Concierto para piano n°11 en Re mayor- Franz Joseph HAYDN (1732-1809)
Los comentarios y la presentación de los intérpretes estuvieron a cargo del
Presidente de la Comisión de Cultura de la entidad -José María Cantilo- quien no
solamente agradeció la presencia del numeroso público que se dio cita esa noche -la sala
estaba colmada y no cabía un alfiler-, sino que también mencionó que era la primera vez
que se presentaba un quinteto de cámara con piano en un escenario tan pequeño como el
del Jockey. Fundado en 2005 por David Bellisomi, la Camerata posee un sello
distintivo: su método de trabajo, basado en el de la Academia Menuhin y Alberto Lysy,
donde el abordaje de cada obra se trata minuciosamente y en profundidad para lograr un
óptimo resultado artístico. Una vez que lo integrantes del conjunto tomaron sus puestos
sobre el escenario, ofrecieron una muy buena versión del mencionado Quinteto para
cuerdas n°29 “Hispánico” de Boccherini, así denominado porque residió muchos años
en España como violonchelista y compositor de capilla real del Infante Luis Antonio de
Borbón y Farnesio. Boccherini fue no sólo un creador muy prolífico de música de
cámara, sino también el mentor de esta formación: compuso 124 quintetos y 90
cuartetos para cuerdas, 48 tríos, 28 sinfonías y 11 conciertos para violoncello y
orquesta, entre otras obras. Posee 4 movimientos: Allegro assai/ Adagio/ Menuetto-
Rondó/ Allegretto y su apertura está a cargo de la viola, el violoncello y el contrabajo y,
posteriormente, se acoplan los violines. En cambio, en el Adagio se invierte el orden:
primero entran los violines y luego, el resto. El Menuetto- rondó se caracterizó por la
precisión en las entradas y muy buenos contrapuntos, mientras que en el movimiento
final se da una situación muy similar a la del 1° movimiento, con muy buenos trinos por
parte de Aída Simonian y su réplica en viola por Carmen Gragirena. Todos y cada uno
de los integrantes del ensamble tuvieron un excelente desempeño, logrando una versión
de alta calidad que fue sumamente aplaudida por el público. Seguidamente, la
agrupación brindó una bellísima versión original del célebre Andante cantábile de
Tchaikovsky, donde David Bellissomi puso su maestría al servicio de la interpretación.
Tchaikovsky se inspiró en una canción típica ucraniana para componer esta bellísima
melodía, donde un campesino sueña con su enamorada y le declara su amor. La belleza
conmovedora de la melodía despertó las lágrimas del escritor León Tolstoi durante su
estreno en 1871.A continuación, se ofreció un interesante arreglo para cuerdas
compuesto por David Bellisomi de la celebérrima obertura de El Murciélago (Die
Fledermaus) de Johann Strauss (h), compuesta en 1874 sobre libreto de Carl Haffner y
basada en una comedia alemana (Das Gefängnis (La prisión)) que, a su vez, se basa en
el vodevil Le Réveillon (Una noche de Año Nuevo). Debido a la guerra franco- prusiana
en aquella época, Strauss decidió ambientarla en una fiesta vienesa para que no resultara
irritante por sus características francesas.
Luego de la presentación y los agradecimientos por parte de José María Cantilo, el
Ensamble y Raúl Canosa hicieron su presentación sobre el escenario para interpretar el
concierto n°11 en Re mayor para piano y orquesta de Haydn, compuesto entre 1780 y
1783 y el último de sus conciertos para dicho instrumento. Posee mucha similitud con
los conciertos para piano de Mozart y está escrito en tres movimientos: Vivace/ Un poco
adagio/ Rondó all’ Ungarese. La labor del ensamble instrumental en la introducción y
en el acompañamiento del solista fueron excelentes, mientras que Raúl Canosa logró un
sonido prístino, cristalino, con perfecta ejecución de las cadencias, trinos, arpegios,
tresillos y otros elementos de técnica. Las entradas fueron también muy precisas y logró
un versión elegante, refinada y sutil; sobre todo, en el rondó all’Ungarese final, donde
se logró un equilibrio perfecto. Los músicos fueron vitoreados y aplaudidos
intensamente después de la interpretación, dejando solo al pianista español para que
interpretara un bis como solista. Ni lerdo ni perezoso, Canosa ofreció una avasallante y
descomunal versión de la famosa Danza Ritual del Fuego de EL AMOR BRUJO de
Manuel de Falla, haciendo delirar al público tras su interpretación para poner el broche
de oro a un concierto de alta calidad. Todo el público se acercó para felicitar a los
músicos y tomarse fotografías con ellos mientras se servía el tradicional brindis de
honor al término del concierto. Una velada de gala al mejor estilo del Jockey Club, que
contó con una notoria afluencia de publico y donde todo el mundo se retiró satisfecho.