Javier Camarena junto al muy buen pianista Angel Rodriguez descollando una vez más en el escenario del Teatro Colón. Fotografía de la Sra. Liliana Morsia aportada por Prensa del Mozarteum Argentino
JAVIER CAMARENA
En su tercer concierto de esta temporada, el Mozarteum Argentino nos
ofreció un gran concierto del tenor mexicano Javier Camarena,
acompañado al piano por el talentoso pianista de origen cubano radicado
en Mexico, Angel Rodriguez.
Estos dos artistas vuelven a presentarse en el Teatro Colon reeditando el
éxito de sus presentaciones anteriores.
En un programa variado en estilos, Javier Camarena, uno de los tenores
líricos más importantes del momento, vuelve a demostrar su madurado
talento interpretativo, su depurada técnica vocal y la simpatía con que
además de sus otras virtudes, cautiva al público.
Los puntos culminantes de su actuación, fueron sin duda aquellos temas
donde Camarena despliega su maravilloso registro agudo, que el público
celebra enfervorizado. Y así lo debe haber entendido el tenor al agregar en
medio del programa el “Spirto Gentil” de "La Favorita" de Donizetti.
El tenor y su acompañante se lucieron también en una estupenda versión
de “La danza”, de Rossini, ejecutada virtuosamente por ambos a una
velocidad no acostumbrada. Excelentes también en el “Pourquoi me
révellier” de Werther de Massenet y las dos bellísimas romanzas de
zarzuela; “La roca fría del calvario”, de La Dolorosa, de Serrano y la famosa
“No puede ser”, de La tabernera del puerto, de Sorozabal.
Los bises fueron un concierto aparte. Con gran generosidad, Camarena
interpretó un gran número de canciones populares mexicanas y un
popurrit de tangos, donde el cantante se sintió muy cómodo y el público
celebró participando en algunos temas.
En síntesis un concierto muy bueno, donde la audiencia salió feliz y
satisfecha del teatro.
Un punto negativo, y que nada tiene que ver con los artistas, es el hecho
de aplaudir donde no corresponde. Por lo visto, ya ni siquiera se deja
concluir una pieza para comenzar el aplauso. Sería bueno que el teatro
comience a reeducar al público advirtiendo antes de comenzar el
espectáculo.
Roberto Falcone
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