martes, 17 de junio de 2025

 


La Maestra Ulrike Fleming, Inspiradora del proyecto "Creciendo en Armonía". Créditos al autor de ésta entrevista.


Conversaciones con la maestra Ulrike Flemming

Educadora, violinista, activista cultural, es desde 2004, junto a las

Servidoras de Santa María de la Armonía, quien ha creado e impulsado el

proyecto musical y educativo Creciendo en Armonía.

Es la segunda vez que entrevisto a la maestra Ulrike Flemming, la primera

fue en 2024 cuando con la camerata de proyecto –que cuenta con una orquesta

infantil, una juvenil y la camerata que integran alumnos avanzados, algunos de

ellos becados en Buenos Aires y docentes- ensayaban la serenata opus 22 de

Dvorak. En 2024, oportunidad de la celebración del vigésimo aniversario y con

una gestión de Daniel Varacali Costas, actuaron nuevamente en Buenos Aires.

En esta segunda oportunidad, el trabajo es con la orquesta de nivel inicial,

el día anterior a otro concierto.

El trabajo es intenso, los integrantes del ensamble no superan los once

años –algunos son bastante menores de esa edad- y la música capta toda su

atención. La maestra los motiva, también los docentes del proyecto que tocan con

ellos.

-Los chicos con muy receptivos –dice- y rápidamente captan las

indicaciones y las siguen. De esa manera van descubriendo sus propias

posibilidades. Sorprende las emociones que, con pocos elementos que se les

brindan, pueden expresar y uno se pregunta de dónde viene eso, que surge de

conectarse con un sentimiento profundo a partir de la posibilidad de expresión

musical.

Las indicaciones son muchas: resume como habrá de hacer los gestos

durante el concierto y lo que significa cada uno.


La música es un reino

El nacimiento del programa coincidió con una participación de la maestra

Flemming en el Campus Musical de Santa María de La Armonía. De pronto vio a

unos niños y preguntó quiénes eran.

-Les enseñamos catequesis- fue la respuesta.

-¿Por qué no les enseñamos música? Propuso y a partir de allí creó una

fundación en Alemania cuyo propósito fue obtener financiamiento para el proyecto

de enseñanza de musical. Hay fundaciones que donan y, en los lugares donde la

maestra enseña se llevan a cabo conciertos a beneficio y donaciones, por ejemplo

para navidad.


Unlrike Flemming es incansable, minuciosa y enteramente dedicada a la

música. A lo largo del día ensaya con los distintos grupos instrumentales del

programa, tal como en este momento lo hace con los más chicos. Se ha

conseguido que estudiantes de música de Alemania hagan las pasantías de sus

estudios docentes en La Armonía.

Para este concierto incluyó diez breves de Bela Bartók, originalmente

escritas para piano, con un arreglo hecho en Hungría para orquesta. La brevedad

misma, señala, las torna exigentes porque son muy distintas unas de otras y muy

demandantes: en unas hay lirismo y un momento después la siguiente es

marcadamente rítmica. Hay elementos folklóricos y a la vez el germen de la futura

música de Bartók.

La dificultad es mayor cuando los alumnos vienen por ejemplo de hacer un

Mozart, donde todo es muy diáfano y destacado y demanda un abordaje muy

exigente en esas melodías tan claras. El programa también incluye un concierto

para dos cellos de Vivaldi, con la intervención de Felipe Garese, becado en

Buenos Aires para estudiar con José Luís Araujo.

Al abordar la música de Bartók habló a los alumnos de Hungría, Rumania,

la música magiar y para hacerlo pidió un mapa de Europa a la Escuela de Cobo.

Se refirió a ritmos, migraciones y al rico acervo de la música centro europea. Fue

una exposición sobre historia, geografía, música y transformaciones, musicales y

sociales.

El ensayo es extenso, hay pasajes difíciles. Hace una pausa y ella y todo el

ensamble comienzan a hacer movimientos gimnásticos durante unos cuantos

minutos.

Al rato la actividad es reiniciada.

Estoy sentado cerca de las flautas, mientras pienso que hubiera sucedido si

en mi escuela, cuando estaba en tercero o cuarto grado, hubiera vivido una

experiencia similar. Una joven profesora de flauta sigue una breve indicación y

entona una frase, observa atentamente a la maestra, a quien un pequeño gesto le

basta para expresar una idea. Un joven profesor de violín circula, entonando una

melodía, en la fila de los alumnos de ese instrumento.

El ensayo sigue pero la atención no se dispersa. Los alumnos trabajan,

entusiasmados. La maestra detiene por un momento la sesión y pregunta a cada

una de las secciones cómo escuchó a las demás: los chicos responden lo que han

advertido: los cellos fueron muy rápido, alguien se anticipó, hubo un legato donde

debió haber notas separadas. Así desarrollan la experiencia del conjunto, me diría


luego la maestra: lo hacen una vez y no lo olvidan; no baja el nivel del fraseo a las

posibilidades de los alumnos sino que les demuestra –a veces ejemplificando ella

misma en su violín- que pueden ellos mismos llegar a ese nivel requerido por la

obra. De otro modo no habría progreso, señala. Ejemplifica con imágenes, tal

melodía es como caminar, tal otra como reír.

Una hermosa mañana

Es una cálida mañana. Afuera, algunos de los padres de los alumnos y

varios chicos juegan al fútbol. No sólo hay música sino un espacio común donde

cada uno aporta algo.

En la amplia sala el trabajo sigue y la maestra va dando por concluido el

ensayo de ciertas obras y pasa a otras.

-Como ha dominado tan bien el español -le pregunté una vez: de

escucharlo en España y en Venezuela, me dice con sencillez. Es frecuente en los

europeos el manejar varios idiomas: razones de vecindad, de estudios, de trabajo.

-Vengo la Argentina cuando puedo organizar mis actividades en los lugares

donde enseño en Alemania- me dice. Sus vacaciones son para venir a la

Argentina a hacer música. La música lo es todo: une, incentiva, y cuando se la

vive en un proceso de aprendizaje, es un motivo para crecer, vivir y lograr

objetivos.

Comencé a venir mucho antes de esta mañana, hacia 2010 (en aquella

época solía llevar a de vuelta a Mar del Plata a docentes en el Renault Megane):

entonces no estaban las aulas que hoy se encuentran fuera del edificio del antiguo

lugar de guarda de los carruajes de la estancia donde en la actualidad hay aulas,

biblioteca de partituras, lugar de guarda de instrumentos y distintas salas.

Conversábamos con Suky Perez –coordinadora de la actividad del campus y del

proyecto, en la sala contigua a la de ensayos, donde hoy se brinda apoyo escolar,

frente al fuego de un hogar, en pleno invierno cuando temprano ya se había hecho

de noche.

Mucho sucedió desde entonces.

La fundación dotó al proyecto de instrumentos que vinieron desde Alemania

y cuyo mantenimiento es atendido por un luthier.

El proyecto es un mundo. Demanda transporte, alimentación, el cuidado de

instrumentos y el procurarse materiales como las partituras.


Con profesores que han estado en El Sistema venezolano y alumnos que

han transitado el camino de sus estudios y hoy son docentes, el proyecto

capitaliza esfuerzos y se renueva.


Hoy

El programa tiene en la actualidad unos 100 alumnos de áreas semi rurales

y unos 16 profesores. Funciona por el financiamiento de la fundación creada en

Alemania y con el aporte de la Organización Servidoras, cuyo trabajo es tan

ingente como continuo. Ellas lo hacen que toda la actividad sea posible.

Una organización internacional seleccionó al proyecto para llevar a cabo

trabajos en hogares seleccionados de alumnos de la zona.

Hay alumnos becados para participar del campus y para ampliar sus

estudios con otros profesores en otros ámbitos. Algunos viven en Buenos Aires y

van integrándose a un ámbito musical mayor.

Sin otros recursos que los señalados, sin otro reconocimiento del

periodismo especializado que el permanentemente brindado por el programa De

paraíso para usted, de Donato Decina y –más allá de la del Diario La Capital y el

blog del programa de Donato Decina- sin otra difusión en los medios de prensa, el

programa ha debido enfrentar obstáculos económicos y sociales.

Precisamente en el programa de referencia fueron difundidos reportajes a

docentes, alumnos y a la maestra Ulrike Flemming.


Cada vez más difícil

El ensayo ha llegado a su fin y hablamos extensamente con la maestra.

Señala que cada vez el esfuerzo es mayor: antes, agrega, los costos de la

alimentación eran menores en Argentina que en Alemania. Hoy, se han

equiparado.

También inciden los problemas económicos que han surgido en Alemania,

donde en este momento la mayor preocupación es el sombrío panorama político.

La amenaza de la violencia, los discursos intolerantes, el temor crean una

atmósfera de incertidumbre.

Sin embargo, tanto la maestra Ulrike Flemming como las Servidoras no son

personas de las que vayan a rendirse. Los obstáculos parecen darles un motivo


renovado para seguir. La prueba está el crecimiento que ha existido pese a todos

los problemas.

Quizás no todos terminen dedicándose a la música, reflexionan la maestra

Flemming y Suky Pérez, pero encuentran una posibilidad que no hubieran tenido

de otro modo.

El año pasado, luego del ensayo de la camerata se desató una fuerte lluvia

y me tocó llevar hasta Mar del Plata a una joven violinista que, después del

ensayo, tenía que ir a trabajar. Me contó que había comenzado a los cinco o seis

años (no lo recuerdo) y que el proyecto había cambiado su vida.

La música es muchas cosas: una escuela, una experiencia y una eterna

presencia que siempre e nos acompaña. Enseña a escuchar, a convivir y construir

algo en común.

Si debiéramos buscar una expresión capaz de resumirlo se podría decir que

se trata del sentido que se encuentra en la entrega a algo que es valioso por sí

mismo y que a la vez sirve a los demás.

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