sábado, 8 de junio de 2019


DE MENOR A MAYOR

Teatro Colón, temporada 2019, Danza: Actuación del Ballet Estable del Teatro Colón, Dirección: Paloma Herrera. “Noche Clásica y Contemporánea”. Programa: “Allegro Brillante”, con Coreografía de George Balanchine y Música de Piotr Illich Tchaikovsky en reposición de Ben Huys con vestuario de Karinska e Iluminación de Rubén Conde. Interpretes: Camila Bocca, Alejo Cano Maldonado, Ayelén Sánchez, Natalia Pelayo, Ludmila Galaverna, Eliana Figueroa, Franco Noriega, David Gómez, David Juárez y Alan Pereyra. “Clear”: Con Coreografía de Stanton Welch AM con Música de Johann Sebastian Bach, Vestuario de Michael Kors, Iluminación de Lisa Pinkham y Reposición de Sean Kelly. Intérpretes: Maximiliano Iglesias, Ludmila Galaverna, Alejo Cano Maldonado, Paulo Marcilio, David Gómez, Luciano García, Yosmer Mejía, Martín Vedia. “Fancy Free”, con Coreografía de Jerome Robbins y Música de Leonard Bernstein. Con Escenografía de Oliver Smith, Iluminación de Ronald Bates, Vestuario de Kermith Love y Reposición de Kipling Houston. Intérpretes: Juan Pablo Ledo, Emanuel Abruzzo, Emiliano Falcone, Natalia Pelayo, Emilia Peredo Aguirre, Eugenia Starna y Matías de Santis. Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Carlos Prazeres. Solistas: Iván Rutkauskas (Piano [“Allegro Brillante”/”Fancy Free”], Pablo Saraví (Violín [“Clear”]) y Natalia Silipo (Oboe [“Clear”]). Teatro Colón, 07 de Junio de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  En una semana en donde como pocas veces presentó dos espectáculos en la misma, ell Ballet Estable del Colón retornó al escenario de la calle Libertad para presentarnos tres coreografías enmarcadas bajo el título de “Noche Clásica y Contemporánea”. Las creaciones elegidas responden a tres concepciones diferentes de creadores de afamadísima reputación mundial: Balanchine, Stanton Welch y Jerome Robbins y fueron desde el estilo clásico o neoclásico del gigante ruso hacia la modernidad de Welch y culminar recalando en el más popular Robbins.

 Párrafo aparte merece el cada vez más escueto programa de mano, no por carecer de comentarios  de las obras (que lo tiene), sino por la carencia de información acerca de los repositores y equipos escenotécnicos responsables de las puestas y hasta las fotografías individuales de algunos de los intérpretes. Es cierto que al ser tres Coreografías podrían insumir muchas páginas, pero no es menos cierto el hecho de que los Intérpretes y equipos todos merecen la mención para poder conocerlos más y valorar aún más y mejor las labores de cada uno. El Colón ha hecho una importante inversión  para montar este espectáculo convocando para ello a equipos internacionales. ¿Por qué no podemos conocerlos en el programa de mano?.

  La apertura vino de la mano de “Allegro Brillante”, coreografía del inmenso Balanchine (así a secas como todo amante de la danza lo reconoce). La reposición corrió por cuenta de Ben Huys. Un ballet de corte Neo-Clásico con soporte en uno de los movimientos del poco frecuentado Concierto para Piano y Orquesta Nº 3 de Tchaikovsky. Sobre la base de las evoluciones que presenta una pareja en escena, se mueven, estiran y desplazan otras cuatro parejas en forma secundaria. Aún con menos integrantes en escena, se sigue percibiendo una falta de precisión en los desplazamientos de los bailarines. No logran conformar un movimiento uniforme y ya son varios repositores que pasaron por el escenario del Colón (alguno de ellos de renombre mundial) y aun no se logra. Aun así la pareja protagónica, conformada por Camila Bocca (A pocas horas de su protagónico en “El Corsario”) y Alejo Cano Maldonado, tuvo un destaque muy especial. Bocca con su reconocida belleza en los desplazamientos, elegancia, refinamiento y Cano Maldonado resultando la revelación de todo el espectáculo con elegancia, presencia, absoluta prestancia y  verdadera delicadeza como en la bajada a su compañera, la que pareció “flotar” en el aire. Ojalá se lo pueda ver más a menudo en estos roles. Un correctísimo vestuario de Karinska y una correcta iluminación de Rubén Conde contribuyeron visualmente con este trabajo.

 La  “bisagra” del espectáculo la constituyó “Clear” del Australiano Stanton Welch portador de la “Orden de Australia”, Director del Ballet de Houston desde el 2003 y creador de coreografías para instituciones como  “American Ballet”, “San Francisco Ballet”, “Australian Ballet”, “Birmigham Royal Ballet” y “Royal Danish Ballet”. Es una creación que cuenta con soporte de dos conciertos de Johann Sebastian Bach, los de Oboe, Violín y Orquesta en Re menor y de Violín y Orquesta en Sol menor (no se contó con la información de a cual número del catálogo BWV pertenecen). Siete hombres con torso  desnudo rodean a la pareja protagónica, la que evoluciona junto a ellos a través del primero de los conciertos de Bach y desembocarán en una segunda parte bajo la música de los dos primeros movimientos del segundo de los conciertos, en los que quedarán a solas con un final íntimo bajo un haz de lúz y el resto de la caja escénica a oscuras.  Las  cuatro parejas secundarias estuvieron muy correctas en el desenvolvimiento. Hubo mucha energía, soltura y entrega. En cuanto a la pareja principal, Ludmila Galaverna tuvo una actuación consagratoria, con bellos desplazamientos, conexión con su compañero y fuerte presencia escénica. Maximiliano Iglesias en cambio, fue de menor a mayor. Llamativamente inexpresivo en el comienzo, trocó esa imagen preocupante del inicio en una mayor entrega y ya en la segunda parte mostró solvencia, buena técnica y conexión total con su compañera. El muy buen desempeño final de ambos se vio opacado al fallar la iluminación, la que no enfocó por completo a ambos en el final, quedando parte de los cuerpos bajo la oscuridad de la caja escénica.

  “Fancy Free”   de Jerome Robbins con música de Leonard Bernstein, fue por lejos lo más logrado de la noche. Con mucho de Tap y Swing, la simple historia de Tres marineros de franco en el New York de los 40 del pasado siglo y su búsqueda de chicas en la puerta de un bar. Una simple escenografía de Bar con su Barman tras la barra y las situaciones en las que abundan la mímica, la actuación, la agilidad y la entrega. La música es apabullante. Es el Bernstein previo a West Side Story y mucho de lo que se escuchará aquí se lo podrá escuchar luego en la primera ( y en el filme de Esta, verla bailar) . Juan Pablo Ledo cumplió una colosal actuación, también El a pocas horas de su Conrad en “El Corsario”. Gracia, talento y frescura más total soltura escénica. Fue muy bien secundado por Emmanuel Abruzzo y Emiliano Falcone, ambos con una veta de tap y swing encomiables  y soberbia entrega actoral a partir de la gestualidad y la mímica. Natalia Pelayo y Emilia Peredo Aguirre (Otra participante del “El Corsario”, en este caso como “Gulnara”), fueron el complemento ideal de ambos, como las chicas seducidas, pero que huyen ante los choques de los amigos (Son 3 que pretenden a 2). Breve pero decisiva intervención en el final le cupo a Eugenia Starna quién con una figura “Pizpireta” y muchísima gracia arrastrará tras de Sí a los tres compañeros .  Muy correcta la intervención actoral de Matías de Santis como el “Bartender”. Evidentemente el repositor Kipling Houston dio en la tecla en la disposición escénica y obtuvo de todos los bailarines una total entrega.

  Párrafo aparte para la excelente prestación de la Filarmónica con el Brasileño Carlos Prazeres en el podio, a quien conociéramos en el Abono 2017 de la Orquesta, estrenando la Sinfonía “Antártica” de Ralph Vaughan Williams. Extraordinario ajuste, brillo orquestal, conexión total con el palco escénico en las tres coreografías y tres solistas de lujo: Iván Rutkauskas, de descollante labor en el Concierto para Piano y Orquesta Nº 3 de Tchaikovsky y muy solventes intervenciones en “Fancy Free”(A propósito y más allá de ser maestro Interno del Teatro, ¿no se lo podría ver más seguido como solista en conciertos?). Natalia Silipo, con bellísima intervención en el Concierto para Oboe, Violín y Orquesta de Bach.  Y, fundamentalmente, la labor en ambos conciertos de Bach de Pablo Saraví, conocedor del repertorio como pocos, quien cerró “Clear” de modo espectacular con absoluta belleza de sonido.


  El balance nos muestra tres creaciones bienvenidas para la escena. El Ballet Estable precisa, a mi humilde entender, mayor trabajo con gente de la casa (entiéndase sumar a los que ya están de manera irreprochable), lograr mayor afiatamiento de conjunto y un Director Musical Estable. No porque no lo valgan los Maestros convocados, sino porque tiene que ser alguien que lata junto al resto, única manera de amalgamar mas y contribuir a que el trabajo sea más sólido.

Donato Decina

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