UN NUEVO CAMINO PARA
UNA GRAN ARTISTA
Una de las grandes pasiones de Oriana Favaro
es la lectura. Placer que a diario ejercita con textos de autores que van muy
acordes con su personalidad. Desde no hace mucho tiempo atrás y de manera
diaria encontramos en las redes sociales un video en donde lee los textos más
variados. Y entendió entonces que una de las formas más interesantes de
desarrollar esa inquietud era canalizándola a través de una lectura abierta al
público. Así con la hermosa “complicidad” de la dueña de “Obrador de Panes y
Galletas”, un muy acogedor espacio en San Telmo llegando al bajo, Oriana logró
enfrentar al espectador con sus relatos. Una muy cuidada selección de Brecht
(cuánto hay de aporte de éste hacia la lírica ¿no?), Borges, Bukovski y Bergman
(que nos adelantó en su visita al programa del pasado Sábado) tomaron color en
su voz. Oriana sabe manejar los climas con sus inflexiones , tonos, expresiones
y gestos, sus guiños cómplices con el público. Una mirada fija suya al
espectador le permite hacer la “radiografía” del mismo. Mide la reacción de
este, sus sorpresas, sus sonrisas. Esos detalles sumados a su talento para la
actuación , ese que vemos en cada función de ópera en la que ella interviene,
hacen que el oyente se entregue en total silencio a la experiencia de
escucharla, en este caso, narrando. Giros sorprendentes como pasar con un autor
de la alegría al “cachetazo”, de
reconocer que debía leer primero a Bukovski para poder enfrentar luego el
texto de Borges y así desembocar en Bergman
para admitir, finalmente, que es Bukovski quien más le calzaba para
redondear la sesión y con ello lograr la complicidad con sus espectadores, los
que pasamos de este modo a ser “socios” en la travesía. Ya en el final, los “socios”
de la sesión descubrimos que faltaba algo más, para que Favaro nos regalara un
texto que recién estaba comenzando a leer, pero que era lo suficientemente
contundente para “cerrar” la tarde-noche, con el perfume de la repostería y las
infusiones recién hechas. Un texto teatral de la malograda dramaturga británica
Sarah Kane, duro y contundente, que necesita de un prolongado silencio luego de
escucharlo, pero que renueva la “sociedad” para un nuevo desafío: leer los
textos que el público le entregue y a primera vísta. Cuando eso suceda lo
informaremos, la experiencia es fascinante.
Donato Decina
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