Excelente transmisión por streaming de “LA DONNA DEL
LAGO” desde el Metropolitan
MONUMENTO AL BUEN GUSTO
Y AL BEL CANTO
Martha CORA ELISEHT
El pasado lunes 6 del corriente, el
Metropolitan Opera House de New York ofreció una ópera que muy raramente se
representa: “LA DONNA DEL LAGO” de
Gioacchino Rossini (1792-1868) con puesta en escena de Paul Curran,
escenografía y vestuario de Kevin Knight
e iluminación de Duane Schuler. La soprano Patricia Racette actuó como
presentadora, mientras que Michele Mariotti se hizo cargo de la dirección
orquestal.
El elenco estuvo compuesto por los
siguientes cantantes: Joyce Di Donato (Elena),
Juan Diego Flórez (Rey James de
Escocia/ Uberto), Daniela Barcellona (Malcolm),
John Osborn (Rodrigo), Oren
Gradus (Douglas), Eduardo Valdes (Serano), Olga Makarina (Albina) y Gregory Schmidt (Paje).
Asimismo participó el Coro de la institución, dirigido por Donald Palumbo.
La presente producción data de 2015
y es una coproducción del Met con la ópera de Santa Fe, que se representa por
primera vez en el gran teatro lírico neoyorquino. Rossini la compuso en 1819
sobre la novela homónima de Sir Walter Scott (La Dama del Lago), con libreto de Andrea Leone Tottola. Cabe
destacar que es la primera de las 25 óperas italianas compuestas sobre textos
del gran poeta inglés. Tras su estreno en el Teatro San Carlo de Nápoles en ese
mismo año, se representó en Londres en 1823 y en New Orleans en 1829.
Posteriormente, pasó casi un siglo en el olvido hasta su reposición en
Florencia en 1958. También se ofreció en 1969 en el Teatro Camden de Londres,
con Kiri Te Kanawa como protagonista. Constituye una de las obras menos
representadas de Rossini por su gran dificultad técnica en la coloratura, fraseo
y fioriture característicos del bel canto. Por ende, debe reunirse un
elenco de excepcional jerarquía vocal para poder representarla como
corresponde.
Para esta ocasión se empleó una
escenografía sencilla, que permite adaptar perfectamente los numerosos cambios
de escena que transcurren en los 3 Actos en los cuales está dividida la
obra. Mediante un efecto de iluminación
y proyección se recrea el amanecer sobre el Loch
Katrine en las Highlands escocesas, que cambia de color a medida que avanza
el día, donde se produce el encuentro entre Elena
y el Rey James bajo el pseudónimo
de Uberto, las escenas en casa de Elena, la cacería, la victoria de los
hombres comandados por Rodrigo, la entrada de Malcolm, la batalla y el final en el
palacio del Rey. Se contó con un vestuario de época, donde el clan de Douglas –al cual pertenece Elena- usa tonos de azul y blusa blanca
–en honor a los colores de la bandera escocesa- , mientras que Rodrigo y los Highlanders –al igual que Albina
y el sirviente Serano- lo hacen
en color bordó. En cambio, el guerrero Malcolm
lo hace en verde y es perfecto para diferenciar no sólo los clanes, sino
también los intereses de los diferentes protagonistas. El Rey James luce un traje color crema con capa dorada para la escena
final, mientras que está caracterizado con traje de cacería marrón cuando pasa
camuflado como Uberto. Por su parte,
las mujeres lucen trajes de aldeanas de colores oscuros, que pasarán a tener
amplia luminosidad en la escena final en el palacio. Ha sido muy lindo también
el semicírculo formado con las banderas escocesas en alto cuando Douglas jura casar a Elena con Rodrigo y Malcolm se une
para pelear junto a los Highlanders contra el Rey. También estuvo muy bien
logrado el efecto del pasaje de un cometa- que es tomado como un buen augurio
al principio, pero que marcará la derrota de los mismos y la muerte de su
líder, Rodrigo-.
El desempeño vocal ha sido una auténtica
maestría de exquisitez, coloratura y buen gusto en materia de bel canto. Se puede decir que la talentosa
Joyce Di Donato es la mezzosoprano rossiniana del momento y una de las mejores
voces de la lírica actual. Posee una coloratura soberbia, muy rica en matices y
un fraseo impecable. Por lo tanto, pudo sortear la difícil tarea de encarnar a
la bella Elena sin ninguna dificultad
desde la primera aria (“O matuttini
albori”), así como también en el duettino
junto a James/ Uberto del 1° Acto
(“Scendi nel piccolo legno”) hasta
desembocar en la escena final, con la célebre “Tanti affetti in tal momento” –aria con la cual hizo su debut por
primera vez en 2013 en el Teatro Colón- . Es sumamente difícil formar pareja
con otra mezzosoprano y más aún, interpretar dúos de amor, pero la gran Daniela
Barcellona lo hizo posible. Esta excelente cantante se lució como el enamorado
y valiente Malcolm, merced a la
musicalidad de su voz y a su contextura robusta –que le permitió crear un
perfecto physique du rôle- . Cuando
realiza su presentación tras haber estado ausente de su pueblo y de su
enamorada por mucho tiempo (“Mura felice…
Elena! O tu che chiamo”), el Met la ovacionó, al igual que en el aria del
2° Acto (“Ah! Si pera ormai la norte”) y
en el duetto de amor junto a Joyce Di
Donato (“Vivere ío non potro”). Y Juan Diego Flórez es –junto al mexicano
Javier Camarena- el gran intérprete de roles rossinianos del momento. Fue
ovacionado por sus excelsas interpretaciones de cada una de las principales
arias y en los dúos de amor con Elena (“Le
mie barbare vicende”, “Celo! In qual estasi!”), al igual que en la
bellísima cavatina que abre el 2°
Acto (“O fiamma soave”). Lo mismo
sucedió tras la escena donde le entrega a Elena
el anillo como símbolo de amor y amistad, diciéndole que acuda al Rey ante
cualquier dificultad que presente. Pero la revelación fue el tenor John Osborn,
cuyos insuperables agudos y notas naturales deleitaron al público. Puede
decirse que cantó de igual a igual con Flórez y se destacó en su aria principal
(“Eccomi a voi, mei Prodi”) luego de
su triunfo, tras la cual, el Met se deshizo en vítores y aplausos. También tuvo
una actuación muy destacada el bajo Oren Gradus como Douglas –padre de Elena y
tutor del anterior Rey de Escocia- en su
aria (“Taci! Ió voglio é basti!”) y
en los numerosos tríos y cuartetos. En cuanto a los personajes secundarios,
tanto Olga Makarina como Eduardo Valdes estuvieron muy bien dando vida a Albina –amiga y confidente de Elena- y al fiel sirviente Serano.
Merece una mención aparte la
excelente actuación del Coro, magistralmente preparado por Donald Palumbo desde
el inicio de la obra, ya que no sólo brinda el marco sonoro para que transcurra
la acción, sino que también actúa como un protagonista más. Prueba de ello son las numerosas arias
escritas para el mismo, que permiten los cambios de escenografía (“Del di la mesaggiera”, “Uberto! Ah1 Dove
t’ascondi?”, “Qual rápido torrente” y al final del 1° Acto: “Su… amici! Guerrieri!”), hasta llegar a
la sala del trono (“Impogna il Re”). Y el italiano Michele Mariotti dirigió
estupendamente esta ópera, demostrando ser un profundo conocedor de la
partitura e impartiendo su énfasis en los momentos de mayor tensión, en los crescendi y diminuendi típicos del compositor.
Cuando uno escucha esta ópera por
primera vez, queda maravillado por su musicalidad, su armonía y su argumento,
donde triunfan el amor y el honor. Por tratarse de una ópera seria –contrariamente a la mayoría de
las óperas buffas típicas de Rossini-,
es una obra de marca mayor, que se disfruta plenamente y que además, posee un
final feliz. Pero independientemente de ello,
representa un monumento a la exquisitez vocal y al bel canto italiano, género sumamente difundido y difícil de
representar hoy en día. Y que es un auténtico deleite para los oídos cuando se
cuenta con las voces justas como para interpretarla debidamente.
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