Otra histórica transmisión por streaming del
Metropolitan de “IL TROVATORE”
DRAMA VERDIANO DE ALTA CALIDAD
Martha CORA ELISEHT
El pasado miércoles 8 del corriente,
el Metropolitan Opera House de New York ofreció por streaming una transmisión histórica de uno de los más grandes
clásicos de Giuseppe Verdi (1813-1901): IL
TROVATORE, con producción integral
de Fabrizio Melano, escenografía de Enzo Frigerio, vestuario de Franca
Squarciapino e iluminación de Gil Wechsler, con un elenco integrado por los
siguientes cantantes: Luciano Pavarotti (Manrico),
Eva Marton (Leonora), Sherill
Milnes (El Conde de Luna), Dolora
Zajick (Azucena), Mark Baker (Ruiz), Jeffrey Wells (Ferrando), Loretta Di Franco (Inez) y Ray Morrison (Gitano). La dirección de orquesta
estuvo a cargo de James Levine y la del Coro, de David Stivender.
Esta transmisión data de 1988 y al
igual que en otras ocasiones, el material fílmico y sonoro se encuentra en
perfecto estado de conservación para poder recrear este gran clásico de Verdi,
cuyo libreto fue escrito por Salvatore Cammarano basado en la obra homónima de
Antonio García Gutiérrez, escrita en 1836. Sin embargo, el libretista murió
antes de concluir el mismo en 1852 y fue el joven Leone Emmanuele Bardare quien
lo completó y revisó las arias principales:
cambió la métrica de la canción de Azucena,
añadió el cantabile del Conde de Luna (“Il balen del suo sorriso…”) y
el de Leonora (“D’amor sull´ali rosee”). Se
estrenó en Enero de 1853 en el Teatro Apollo de Roma y fue un suceso rotundo
desde su primera representación. Junto con ERNANI,
LA FORZA DEL DESTINO y DON CARLO forma
parte de las óperas de Verdi ambientadas en España: en este caso, en Vizcaya y
Aragón durante el siglo XV. Este detalle
fue muy tenido en cuenta para el riquísimo vestuario de época realizado por
Franca Squarciapino para esta ocasión, donde los soldados del Conde de Luna y Ferrando lucen armaduras con faldas cortas, mientras que el Conde y Manrico lo hacen con largas túnicas. Los gitanos lucen trajes en
tonos de rojo y marrón, con excepción de Azucena,
que se presenta con un vestido en tonos de rosado y púrpura a rayas. Por su
parte, Leonora se presenta ataviada
con vestidos largos de corte princesa en tonos de morado, verde y azul en el
1°, 3° y 4° Actos respectivamente, mientras que luce velo blanco y traje con
pechera de ese color cuando decide tomar los hábitos.
La escenografía consta de una gran
escalinata con paneles laterales que permiten los múltiples cambios de escena y
el agregado de columnas en la escena en el convento del 2° Acto, mientras que
al fondo se montan el castillo, la llegada de Leonora a la torre donde se encuentran prisioneros Azucena y Manrico y la escena final, donde el trovador es llevado al
cadalso. La iluminación es muy oscura desde sus comienzos y la luz sólo se
centra en los protagonistas principales y secundarios, con excepción del coro
de los gitanos y la escena de la
fortaleza de Castellar, donde las tropas del Conde festejan la victoria antes de atrapar a Azucena. Por último, cuando Manrico
muere a manos del verdugo y Azucena le
confiesa al Conde que ha matado a su
propio hermano, la escena se ilumina en llamas cuando la gitana exclama que su
madre ha sido vengada.
Al igual que en otras oportunidades,
James Levine se lució con una impecable dirección orquestal. Es un profundo
conocedor de la partitura verdiana y lo demostró con creces en los preludios
que abren los Actos y en el celebérrimo Coro
de Yunques al inicio del 2° Acto. Puso énfasis en los momentos de mayor
dramatismo y dulzura en las arias y dúos de amor. Lo mismo sucedió con el Coro
bajo la estupenda preparación de David Stivender, luciéndose en la célebre Aria de los gitanos (“Vedi le fosche
notturne spoglie”), al inicio del 3°
Acto (“Or co’dadi m afra poco”) y en
el bellísimo “Miserere” del 4° Acto.
Y en cuanto a los principales intérpretes, Eva Marton ha sido una excelente Leonora, haciendo gala no sólo de sus
magníficas dotes histriónicas, sino de su bellísima voz desde su cavatina en el 1° Acto (“Tacea la notte placida”) y su cabaletta (“De tale amor, que dirsi”), al
igual que en el trío final del mismo Acto (“Qual
voce! Ah dalle tenebre”), en los dúos de amor con Manrico y en la célebre “D’amor
sull’ali rosee” del 4° Acto. Por su parte, el legendario Sherill Milnes
brindó un magnífico Conde de Luna desde
el inicio (“Tace la notte”), pasando
por la célebre “Il balen del suo soriso”,
“Per me, ora fatale”, el dúo “In
braccio al mio rival” hasta el
dúo con Leonora del 4° Acto (“Udite?...Comme albeggi”) hasta el
dramático final (“E vivo ancor!”). No
sólo se destacó por su caudal y melodiosa voz, sino también por sus perfectas
dotes histriónicas. Sin embargo, quien ha sido una auténtica revelación es la
mezzosoprano Dolora Zajick, que brindó una dolida y temperamental Azucena desde su entrada luego del Coro de los gitanos (“Stride la vampa”), pasando
por el dúo con Manrico (“Condotta ell’era
in cepi”) y la cabaletta “Preigliarti
ancoir languente” del 2° Acto, el trío “Giorni
povero vivea”, el dúo “Sí, la
stanchezza m’oprime, mio figlio” para cerrar con “Sei vindicata, o madre”. Su voz no sólo posee una bellísima
coloratura, sino además un muy buen fraseo y unos brillantes matices
dramáticos, que le permitieron componer al personaje en su totalidad. Y Luciano
Pavarotti brindó un excelente Manrico, destacándose
desde la romanza inicial fuera de escena “Deserto
sulla terra”, pasando por el dúo con su madre adoptiva (“Soli or siamo”) y la célebre “Mai
reggendo al’aspro assalto”, para luego lucirse en los dúos de amor con Leonora del 3° Acto (“Ah, sí ben mio, coll’essere”). Y con respecto de la cabaletta más representativa de esta
ópera (“Di quella pira”), donde el
tenor debe dar un Do de pecho al final de la misma, no pasó desapercibido al
oído de esta cronista que la misma estaba un semitono más bajo. Evidentemente,
una la volvió a escuchar y la comparó con la grabación que tiene de la ópera
(Price/ Domingo/ Milnes/ Cossotto) y corroboró su impresión auditiva. Es lo
único que empañó una soberbia actuación del gran divo italiano y uno de los más
grandes intérpretes de esta ópera. También se lucieron Loretta Di Franco como Inez, Mark Baker como Ruiz y el excelente Ferrando a cargo de Jeffrey Wells, que tiene a su cargo la idea
central del drama desde su aria inicial (“De
due figli vivea padre beato”).
Ha sido un auténtico placer
disfrutar de otra versión histórica de una de las grandes óperas de Verdi, tan
célebre y popular como LA TRAVIATA o RIGOLETTO. Y cuando se combinan todos
los factores que influyen sobre el producto, el resultado final es una perfecta
recreación del drama de este gran compositor italiano en todo su
esplendor.
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