Muy buena versión original del Réquiem de Fauré a cargo de la Estable del Colón
APTA
PARA INTERPRETAR TODO TIPO DE GÉNEROS
Martha
CORA ELISEHT
Próxima
a cumplir sus primeros 100 años de vida, la Orquesta Estable del Teatro Colón
no solamente interpreta ópera y ballet (este último, en algunas ocasiones),
sino que también ha dado numerosos conciertos sinfónicos en las salas más
importantes del país. Además, cuenta con una Asociación de Profesores que
interpreta numerosos conciertos de cámara en otras instituciones (Ejemplo:
Fundación Beethoven) y muchos de sus integrantes se desempeñan como
prestigiosos intérpretes de este género. Precisamente, dentro de su Ciclo de
Abono, el pasado domingo 9 del corriente la orquesta se presentó en el
escenario de nuestro mayor coliseo bajo la dirección de Martín Jorge en un
concierto donde participó el Coro de Niños de la institución, dirigido por
César Bustamante junto a los cantantes Marisú Pavón (soprano), Hernán
Iturralde (bajo- barítono) y el organista Felipe Delsart en un programa
formado íntegramente por obras de cámara, que se detalla a continuación:
-
Concierto en Mi bemol
“Dumbarton Oaks”, 8.v.38- Igor STRAVINSKY
(1882-1971)
-
Dos canciones de Paul
Verlaine, Op.9- Igor STRAVINSKY
-
Réquiem en Re menor,
Op.48 (reconstrucción de la versión
original de 1888)- Gabriel FAURÉ (1845-1924)
Antes
de que comenzara el concierto, se pudieron apreciar dos cosas: una notable
ausencia de público en las localidades más caras (platea y palcos), que
contrastaba con la inmensa cantidad de asistentes en las localidades más
económicas (Tertulia, Galería y Paraíso, donde las gradas estaban prácticamente
completas) y un orgánico reducido sobre el escenario -típico de la formación de
cámara- con el agregado de timbales y arpa. Tras la aparición en escena del concertino
Oleg Pishenin, el director uruguayo Martín Jorge se refirió brevemente a
las obras comprendidas en el repertorio. La primera de ellas fue compuesta por
encargo a Stravinsky en 1937 con motivo del 30° aniversario de matrimonio del
magnate estadounidense Robert Woods Bliss y Mildred Barnes. Se trata de un
concierto de cámara en tres movimientos (Tempo giusto/ Allegretto/ Con moto)
inspirado en los Conciertos Brandemburgueses de Johann S. Bach y posee
características típicas de la música barroca, pero con atisbos típicos de este gran
compositor ruso y un ensamble formado sólo por 15 instrumentos (cuatro
violines, dos violas, dos cellos, dos contrabajos, dos cornos, flauta, clarinete
y fagot). Como condición, Stravinsky explicitó claramente que la obra sólo
podía ser interpretada en un ambiente íntimo. El estreno se produjo en 1938 en
la fastuosa residencia que poseía el matrimonio y que dio su nombre a la obra (Dumbarton
Oaks) bajo la dirección de Nadia Boulanger, ya que Stravinsky estaba
internado por tuberculosis. Posteriormente, el propio compositor se encargó de
estrenarla en público en París un mes después. La versión ofrecida en esta
ocasión fue muy buena, con un sonido sumamente equilibrado, respetando la
concepción original de la obra.
Las Dos canciones sobre temas de Paul
Verlaine fueron escritas originalmente para barítono y piano en 1910 y
dedicadas al hermano del compositor -Gury Stravinsky, fallecido a temprana edad
durante el transcurso de ese mismo año- y posteriormente, orquestadas para
formación de cámara en 1951, durante la estancia del compositor en California.
Mientras que la primera (“Un gran sueño negro”, perteneciente a la
colección Sagesse (sabiduría)) es oscura y alude a la desesperanza
-coincidente con la prisión de Verlaine-, la segunda es luminosa (“La luna
blanca”) y contrasta completamente con la anterior. En este caso,
Stravinsky respeta el timbre y la cadencia de cada una de las palabras de los versos
de Verlaine, logrando una bellísima melodía con características propias del
impresionismo francés. La interpretación de Hernán Iturralde fue muy buena,
haciendo énfasis en la dicción mediante cadencias musicales e inflexiones
vocales, acompañado por la Estable de manera sutil.
Durante
la segunda parte del concierto se interpretó la versión original del Réquiem
en Re menor, op.48 (“Petit réquiem) de Gabriel Fauré, que fue compuesta
cuando el músico se desempeñaba como organista de la Iglesia de La Madéleine en
París en 1887 y estrenada en dicho templo en 1888. Posteriormente, la obra
sufrió una evolución que duró 13 años y se publicó su última revisión en 1900
con las siete partes que lo componen (Introit et Kyrie/ Offertoire/ Sanctus/
Pie Jesu/ Agnus Dei/ Libera me/ In Paradisum) para una orquesta más amplia.
En 1980, el compositor John Rutter realiza una revisión sobre la obra y una
edición propia, que remonta la concepción original de Fauré para orquesta de
cámara y es la que se representó sobre el escenario del Colón. La formación estuvo
compuesta por 2 fagots, 4 cornos, arpa, timbal, orquesta de cuerdas y órgano
fuera de escena. Además del coro de niños, se contrató a 5 tenores y 4 bajos
que fueron ex integrantes del Coro de Niños del Colón entre 2011 y 2019. En este
caso, se dispuso colocar a ambos lados del podio a los cantantes, y al concertino
Oleg Pishenin, en el medio -en vez de su puesto tradicional a la izquierda
del director- para ejecutar los solos de violín del Sanctus y Libera
Me. Se trató de una versión exquisita, íntima, donde el Coro de Niños y los
cantantes contratados para esta ocasión estuvieron muy bien preparados bajo la
dirección de César Bustamante. Por su parte, Marisú Pavón brindó una angelical
versión del Pie Jesu, mientras que Hernán Iturralde puso su voz al
servicio de la melodía en el Offertoire y Libera Me. Los solos de
violín sonaron maravillosamente bien, al igual que los cornos en el Hossana
in excelsis. Lamentablemente, hubo algo que jugó muy en contra: los
aplausos entre cada uno de los movimientos del Réquiem. Pese a que hubo
algunas voces de protesta justo cuando se producía un silencio, el público
siguió en la misma tesitura. No obstante, no opacó el magnífico desempeño de los
intérpretes y las magistrales intervenciones del órgano fuera de escena a cargo
de Felipe Delsart, quien se retiró sumamente aplaudido.
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