Brillante cierre del Ciclo Scriabin en el Teatro Argentino de La Plata
UN FINAL A TODA ORQUESTA
Martha CORA ELISEHT
El hecho de haber organizado el ciclo integral de las sinfonías de Alexander
Scriabin (1872-1915) por la Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata va a ser
recordado como uno de los eventos positivos de 2022. Salvo algunas interpretaciones
aisladas de las sinfonías de Scriabin por parte de las orquestas más importantes del país,
no se registran antecedentes de un ciclo completo como en este caso.
El concierto de clausura de este prestigioso ciclo tuvo lugar en el foyer del
Teatro Argentino de la capital bonaerense el pasado domingo 4 del corriente, que
coincidió con el cierre de la Temporada 2022 y donde participaron la Orquesta y Coro
Estables de la institución bajo la dirección de Carlos Alberto Vieu, con la participación
de los siguientes solistas: Iván Rutkauskas (piano), Marisú Pavón (soprano), Roxana
Deviggiano (mezzosoprano), Walter Schwarz (bajo barítono) y Arnaldo Quiroga
(tenor), quienes ofrecieron el siguiente programa:
- Concierto n°2 en Do menor para piano y orquesta, Op.18- Sergei
RACHMANINOV (1873-1943)
- Sinfonía n°5 “Prometeo, el Poema del Fuego”, Op.60- Alexander SCRIABIN
(1872-1915)
- Te Deum en Do mayor, WAB 45- Anton BRUCKNER (1824-1896)
Ante un foyer atiborrado de gente -no sólo por el gran orgánico orquestal y coral,
sino también por la numerosa afluencia de público-, el concertino Nicolás Favero hizo
su presentación para la tradicional afinación de instrumentos previamente a la entrada
de Rutkauskas y Vieu para dar inicio a la tradicional obra de Rachmaninov. El
mencionado concierto no sólo es el más célebre de los cuatro que Rachmaninov
compuso para dicho instrumento, sino también el más ejecutado. Fue compuesto entre
1900 y 1901 y dedicado al médico Nikolai Diehl, quien salvó al compositor de una
depresión profunda ocasionada luego del fracaso del estreno de su primera sinfonía. Sus
tres movimientos (Moderato/ Adagio sostenuto/ Allegro scherzando) requieren un gran
virtuosismo del solista desde los primeros compases (in crescendo mediante una
sucesión de arpegios hasta que la orquesta introduce el primer tema). Iván Rutkauskas
demostró su pulsación, digitación y maestría desde los 8 primeros compases con los
cuales el piano abre el concierto hasta la incorporación de la orquesta, logrando una
excelsa interpretación. Por su parte, Carlos Vieu mostró un perfecto dominio de los
tempi y un acompañamiento caracterizado por u n sonido sumamente equilibrado. Una
dupla perfecta para una excelsa interpretación.
La Sinfonía n°5, Op.60 de Scriabin es, en realidad, un poema tonal para orquesta,
coro místico y clavier à lumières (“chromola”) compuesto entre 1909 y 1910, basado
en el mito de Prometeo -titán que robó el fuego a los dioses para entregárselo a los
hombres y que fue atado a una roca para la eternidad a modo de castigo ejemplar,
mientras un buitre devoraba sus entrañas-. En aquel entonces, Scriabin se asentó
firmemente en la teosofía para buscar una liberación del tiempo y del espacio del
presente, que permitiera el reencuentro del hombre con la Naturaleza y su lugar en el
cosmos en un mundo dominado por el materialismo y el industrialismo. Precisamente,
el medio por el cual podía manifestar sus ideas -en franca contraposición con la
revolución industrial- era la música. Scriabin utilizó la concepción wagneriana por la
cual, el coro es un instrumento más y sólo vocaliza letras. La orquestación lleva un
orgánico completo -similar al del Poema del Éxtasis-, pero en este caso, Prometeo está
representado por el cllavier à lumièr (piano a colores) con un acorde complejo
(“acorde místico”) que abre la obra. La matriz sonora está compuesta por inversiones y
trasposiciones en La, Re sostenido, Sol, Do sostenido, Fa sostenido y Si mediante
disonancias, pero luego de la entrada del coro, la obra culmina con un brillante acorde
en Fa sostenido mayor. La interpretación fue sublime, permitiendo el lucimiento de toda
la orquesta y los solos instrumentales, con una destacadísima actuación. Por su parte, el
coro estuvo muy bien preparado merced a la dirección de Hernán Sánchez Arteaga. El
público deliró hacia el final y estalló en aplausos y vítores.
Al día siguiente al concierto, mientras aguardaba la apertura de la Temporada 2023
en el Colón, quien escribe tuvo oportunidad de charlar personalmente con el maestro
Carlos Vieu, quien manifestó que no existían antecedentes sobre la ejecución de la
Sinfonía n°5 de Scriabin en el país. Por lo tanto, representa un mérito más en su vasta
carrera y el privilegio de haber estrenado dicha obra en Argentina.
Anton Bruckner compuso su Te Deum entre 1881 y 1884 para cuarteto vocal
(soprano/ contralto/ tenor/ barítono) y coro mixto. Posteriormente, escribió por separado
la parte correspondiente al órgano y la ensambló para su estreno en Viena en 1885.
Consta de 5 secciones: Te Deum laudamus (Allegro, Do mayor) / Te ergo quaesumus
(Moderato, Fa menor) / Æterna fac (Allegro, Re menor) / Salvum fac populum tuum
(Moderato, Fa menor) y In Te, Domini speravi (Maβig bewegt, Do mayor) y su
duración total no supera los 25 minutos. La obra comienza con el coro al unísono,
impulsado por un pedal de quinta a cargo del órgano y quintas abiertas en cuerdas hasta
la entrada de los solistas, mientras la orquesta ejecuta una melodía que lleva el sello
distintivo del compositor. El Te ergo quaesumus – a cargo del tenor- es sereno y
suplicante, donde la voz se luce en una bella plegaria acompañada por un solo de violín
-magníficas actuaciones de Arnaldo Quiroga y Nicolás Favero, respectivamente-,
mientras que la tercera sección (Æterna fac) posee una furia apocalíptica. Culmina
abruptamente para pasar a la bellísima Salvum fac populum tuum, donde el tenor inicia
la melodía y, posteriormente, las voces femeninas y el bajo entonan un canon a 4 voces
juntamente con el coro. Por último, la sección final comienza con el cuarteto vocal y,
luego de una alegre fuga, el coro toma la melodía hasta la capitulación final a cargo de
las cuerdas para culminar con un poderoso final entre coro, solistas y orquesta. Las
actuaciones de los solistas fueron estupendas, al igual que la organista y el coro -
magistralmente preparado por Hernán Sánchez Arteaga-, mientras Carlos Vieu hizo
brillar tanto a la orquesta como al coro, dada su amplia experiencia como director de
ópera y de conciertos sinfónico- corales. Al final de la obra, el primer “¡Bravo!” fue,
precisamente, el de Vieu al coro antes que el público estallara en aplausos y vítores. Un
perfecto ensamble entre orquesta, coro y solistas para cerrar no sólo el concierto, sino
también, la presente temporada.
Durante el intervalo, un grupo de artistas pertenecientes a los organismos estables
del Argentino emitieron un comunicado al público expresando su solidaridad y su
apoyo, además de anunciar el llamado a concurso para cargos vacantes, un principio de
acuerdo en recomposición salarial y que se les abone a los músicos el seguro para sus
instrumentos, indispensable para realizar giras. Una muy buena noticia para culminar el
año y resta esperar que se pueda desarrollar una temporada completa en materia de
conciertos, ópera y ballet. “Somos artistas y queremos estar sobre el escenario”, fue la
consigna empleada. Ojalá que se cumpla y que el Teatro Argentino de La Plata vuelva a
recuperar su consagrado prestigio.
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