martes, 6 de diciembre de 2022

 Brillante cierre del Ciclo Scriabin en el Teatro Argentino de La Plata


UN FINAL A TODA ORQUESTA


Martha CORA ELISEHT


El hecho de haber organizado el ciclo integral de las sinfonías de Alexander

Scriabin (1872-1915) por la Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata va a ser

recordado como uno de los eventos positivos de 2022. Salvo algunas interpretaciones

aisladas de las sinfonías de Scriabin por parte de las orquestas más importantes del país,

no se registran antecedentes de un ciclo completo como en este caso.

El concierto de clausura de este prestigioso ciclo tuvo lugar en el foyer del

Teatro Argentino de la capital bonaerense el pasado domingo 4 del corriente, que

coincidió con el cierre de la Temporada 2022 y donde participaron la Orquesta y Coro

Estables de la institución bajo la dirección de Carlos Alberto Vieu, con la participación

de los siguientes solistas: Iván Rutkauskas (piano), Marisú Pavón (soprano), Roxana

Deviggiano (mezzosoprano), Walter Schwarz (bajo barítono) y Arnaldo Quiroga

(tenor), quienes ofrecieron el siguiente programa:

- Concierto n°2 en Do menor para piano y orquesta, Op.18- Sergei

RACHMANINOV (1873-1943)

- Sinfonía n°5 “Prometeo, el Poema del Fuego”, Op.60- Alexander SCRIABIN

(1872-1915)

- Te Deum en Do mayor, WAB 45- Anton BRUCKNER (1824-1896)


Ante un foyer atiborrado de gente -no sólo por el gran orgánico orquestal y coral,

sino también por la numerosa afluencia de público-, el concertino Nicolás Favero hizo

su presentación para la tradicional afinación de instrumentos previamente a la entrada

de Rutkauskas y Vieu para dar inicio a la tradicional obra de Rachmaninov. El

mencionado concierto no sólo es el más célebre de los cuatro que Rachmaninov

compuso para dicho instrumento, sino también el más ejecutado. Fue compuesto entre

1900 y 1901 y dedicado al médico Nikolai Diehl, quien salvó al compositor de una

depresión profunda ocasionada luego del fracaso del estreno de su primera sinfonía. Sus

tres movimientos (Moderato/ Adagio sostenuto/ Allegro scherzando) requieren un gran

virtuosismo del solista desde los primeros compases (in crescendo mediante una

sucesión de arpegios hasta que la orquesta introduce el primer tema). Iván Rutkauskas

demostró su pulsación, digitación y maestría desde los 8 primeros compases con los

cuales el piano abre el concierto hasta la incorporación de la orquesta, logrando una

excelsa interpretación. Por su parte, Carlos Vieu mostró un perfecto dominio de los

tempi y un acompañamiento caracterizado por u n sonido sumamente equilibrado. Una

dupla perfecta para una excelsa interpretación.

La Sinfonía n°5, Op.60 de Scriabin es, en realidad, un poema tonal para orquesta,

coro místico y clavier à lumières (“chromola”) compuesto entre 1909 y 1910, basado


en el mito de Prometeo -titán que robó el fuego a los dioses para entregárselo a los

hombres y que fue atado a una roca para la eternidad a modo de castigo ejemplar,

mientras un buitre devoraba sus entrañas-. En aquel entonces, Scriabin se asentó

firmemente en la teosofía para buscar una liberación del tiempo y del espacio del

presente, que permitiera el reencuentro del hombre con la Naturaleza y su lugar en el

cosmos en un mundo dominado por el materialismo y el industrialismo. Precisamente,

el medio por el cual podía manifestar sus ideas -en franca contraposición con la

revolución industrial- era la música. Scriabin utilizó la concepción wagneriana por la

cual, el coro es un instrumento más y sólo vocaliza letras. La orquestación lleva un

orgánico completo -similar al del Poema del Éxtasis-, pero en este caso, Prometeo está

representado por el cllavier à lumièr (piano a colores) con un acorde complejo

(“acorde místico”) que abre la obra. La matriz sonora está compuesta por inversiones y

trasposiciones en La, Re sostenido, Sol, Do sostenido, Fa sostenido y Si mediante

disonancias, pero luego de la entrada del coro, la obra culmina con un brillante acorde

en Fa sostenido mayor. La interpretación fue sublime, permitiendo el lucimiento de toda

la orquesta y los solos instrumentales, con una destacadísima actuación. Por su parte, el

coro estuvo muy bien preparado merced a la dirección de Hernán Sánchez Arteaga. El

público deliró hacia el final y estalló en aplausos y vítores.

Al día siguiente al concierto, mientras aguardaba la apertura de la Temporada 2023

en el Colón, quien escribe tuvo oportunidad de charlar personalmente con el maestro

Carlos Vieu, quien manifestó que no existían antecedentes sobre la ejecución de la

Sinfonía n°5 de Scriabin en el país. Por lo tanto, representa un mérito más en su vasta

carrera y el privilegio de haber estrenado dicha obra en Argentina.

Anton Bruckner compuso su Te Deum entre 1881 y 1884 para cuarteto vocal

(soprano/ contralto/ tenor/ barítono) y coro mixto. Posteriormente, escribió por separado

la parte correspondiente al órgano y la ensambló para su estreno en Viena en 1885.

Consta de 5 secciones: Te Deum laudamus (Allegro, Do mayor) / Te ergo quaesumus

(Moderato, Fa menor) / Æterna fac (Allegro, Re menor) / Salvum fac populum tuum

(Moderato, Fa menor) y In Te, Domini speravi (Maβig bewegt, Do mayor) y su

duración total no supera los 25 minutos. La obra comienza con el coro al unísono,

impulsado por un pedal de quinta a cargo del órgano y quintas abiertas en cuerdas hasta

la entrada de los solistas, mientras la orquesta ejecuta una melodía que lleva el sello

distintivo del compositor. El Te ergo quaesumus – a cargo del tenor- es sereno y

suplicante, donde la voz se luce en una bella plegaria acompañada por un solo de violín

-magníficas actuaciones de Arnaldo Quiroga y Nicolás Favero, respectivamente-,

mientras que la tercera sección (Æterna fac) posee una furia apocalíptica. Culmina

abruptamente para pasar a la bellísima Salvum fac populum tuum, donde el tenor inicia

la melodía y, posteriormente, las voces femeninas y el bajo entonan un canon a 4 voces

juntamente con el coro. Por último, la sección final comienza con el cuarteto vocal y,

luego de una alegre fuga, el coro toma la melodía hasta la capitulación final a cargo de

las cuerdas para culminar con un poderoso final entre coro, solistas y orquesta. Las

actuaciones de los solistas fueron estupendas, al igual que la organista y el coro -

magistralmente preparado por Hernán Sánchez Arteaga-, mientras Carlos Vieu hizo

brillar tanto a la orquesta como al coro, dada su amplia experiencia como director de

ópera y de conciertos sinfónico- corales. Al final de la obra, el primer “¡Bravo!” fue,

precisamente, el de Vieu al coro antes que el público estallara en aplausos y vítores. Un


perfecto ensamble entre orquesta, coro y solistas para cerrar no sólo el concierto, sino

también, la presente temporada.

Durante el intervalo, un grupo de artistas pertenecientes a los organismos estables

del Argentino emitieron un comunicado al público expresando su solidaridad y su

apoyo, además de anunciar el llamado a concurso para cargos vacantes, un principio de

acuerdo en recomposición salarial y que se les abone a los músicos el seguro para sus

instrumentos, indispensable para realizar giras. Una muy buena noticia para culminar el

año y resta esperar que se pueda desarrollar una temporada completa en materia de

conciertos, ópera y ballet. “Somos artistas y queremos estar sobre el escenario”, fue la

consigna empleada. Ojalá que se cumpla y que el Teatro Argentino de La Plata vuelva a

recuperar su consagrado prestigio.

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