Orquesta
de Cámara con invitado de lujo…
Por Jaime Torres Gómez
No es
habitual que los maestros titulares de las orquestas de
una misma ciudad oficien de invitados en otras del
mismo territorio, siendo una sana práctica de convivencia entre
las agrupaciones, máxime al tratarse de
directores dentro del perfil.
Últimamente
se han dado casos, como el titular de la Orquesta
Clásica de la USACH, quien ha fungido de invitado con la Sinfónica
Nacional, y ahora el titular de esta última, con una colaboración junto a
la Orquesta de Cámara de Chile.
Es el
caso de Rodolfo Saglimbeni, en su regreso a
la OCCH luego de su exitoso debut años atrás
con esta agrupación. Muy presente como titular de
la Sinfónica (propio de un titularato), del todo
interesante constituyó ver su aporte con otra orquesta de
la plaza, y en este caso con excelentes
resultados.
Presenciado
en el Teatro California (Ñuñoa), de formidable
acústica y sede de la OCCH, más un buen marco de
público, consultó un variopinto programa barroco, clásico y música
del siglo 20, reflejando la versatilidad de Saglimbeni más
una celebrada flexibilidad de respuesta de los camaristas chilenos.
Iniciando
con Béla Bartók (1881-1945), una notable
versión de sus Danzas Folclóricas Rumanas (Sz 68),
obra no desconocida localmente. De genuina raigambre vernácula, hay una fuerte
influencia de la música campesina gitana,
de la que Bartók, desde joven, recopiló
en cilindros de fonógrafo en sus
viajes al interior de Transilvania.
Con libre adaptación, estas danzas,
compuestas en 1917, son un mosaico
organizado en una suite de seis números de diverso carácter
contrastante.
Con
irreprochable idiomatismo, la versión firmada por Saglimbeni tuvo certeros acentos, colores y transparencias. Grandes
momentos especialmente en la tercera danza (Pê-loc -Pisando-), con un descollante cometido
solístico de la flauta piccolo, asimismo, inteligentes
acentos en la cuarta (del cuerno alpino), más arrebatadoras
progresiones expresivas en las dos últimas (polka rumana y L’istesso).
Luego, de Jean-Philippe Rameau (1693-1764), una excelente versión de
una Suite de la ópera “Las Indias Galantes”. En Chile
no es desconocida esta ópera, recordándose vivamente una formidable producción del
Teatro Regional de Rancagua (hoy, Lucho Gatica…), celebrándose la presente
inclusión con selecciones de danzas y otras piezas musicales (9) de
esta ópera-ballet.
Con un enfoque no-historicista (hoy recurrente), Saglimbeni firma una interpretación
usando un amplio orgánico y con un espesor sonoro propio de la usanza más
propia del romanticismo y sus derivados, traducido en afinaciones más
altas (en rangos cercanos a 440 h/z). A priori, se trató de un enfoque
absolutamente válido, en tanto y cuanto jamás se sacrificó el espíritu musical primigenio
y el subsecuente carácter intrínseco, existiendo irredargüible coherencia. Gran
trabajo en texturas, planos sonoros y ajuste grupal, siendo efusivamente
premiado por el “respetable” público asistente, sin duda una potente
señal para volver a trabajar el repertorio
barroco en la OCCH, antaño muy
cultivado.
Finalmente, una autorizada
versión de la magnífica Sinfonía N° 92 “Oxford” de F.J.
Haydn (1732-1809). La
contribución de este compositor al desarrollo del género sinfonía es fundamental. Y en particular la Oxford (no apodada por Haydn), fue escrita en plena madurez (1789), poseyendo gran riqueza de
carácter, desde lo misterioso, amable y jubiloso (con tintes eufóricos).
No es la primera vez que se ve a Saglimbeni en repertorio haydniano y clasicismo
en general, plasmando interpretaciones sin tropiezos y de canónicos enfoques,
no siendo ahora la excepción. Muy buen trabajo en calidad de sonido y ensamble,
no obstante algunos accidentes en la maderas dentro del expuesto segundo
movimiento (adagio cantábile), aunque
no afectando el todo. Grandes logros de carácter en el misterioso inicio (Adagio-Allegro spiritoso) y luego
notablemente trabajada la progresión en su animado (y contrastante) desarrollo.
Asimismo, un enfoque de formidables contrastes en el Menuetto: Allegretto (tercer movimiento) y una atrapante evolución
en el Finale, Presto (último
movimiento).
En suma, una presentación de la Orquesta de Cámara de Chile junto a un
invitado de lujo como el maestro Rodolfo
Saglimbeni, quien nuevamente dio muestras de su solvencia y gran
contribución a la vida musical chilena…
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