Estupenda actuación del Cuarteto
Gianneo en Conciertos del Mediodía del Mozarteum
CON
RENOVACIÓN Y LA EXCELENCIA DE SIEMPRE
Martha
CORA ELISEHT
Fundado
en el año 2000, el Cuarteto Gianneo es una de las agrupaciones de cámara con
mayor trayectoria de la Argentina. Se ha presentado en los escenarios de las
salas de conciertos más prestigiosas del país y ha ganado en varias
oportunidades el premio otorgado por la Asociación de Críticos Musicales de la
Argentina (ACMA) en la categoría “Mejor conjunto de Música de Cámara”. El
pasado 1° de Agosto se presentó en el Ciclo Conciertos del Mediodía del
Mozarteum Argentino en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín,
perteneciente al Complejo Teatral de Buenos Aires, con una renovación de sus
integrantes: además de los violinistas Luis Roggero y Sebastián Masci, se
incorporaron Fernando Rojas Huespe (viola) y Esdras Campos (violoncello)
para interpretar el siguiente programa:
-
Cuarteto para cuerdas
en Do mayor, K.157- Wolfgang A. MOZART
(1756-1791)
-
Movimiento de cuarteto
en Do menor, D.703- Franz SCHUBERT (1797-1828)
-
Cuarteto para cuerdas
n°1 en Re mayor, Op.11- Piotr I.
TCHAIKOVSKY (1840-1893)
Las
nuevas adquisiciones del Gianneo son dos músicos de impecable trayectoria.
Ambos son integrantes de la Orquesta Estable del Teatro Colón y han participado
recientemente en el Festival Argerich y en el ciclo de la Asociación de
Profesores de la Orquesta Estable – tanto en la Fundación Beethoven como en el
Salón Dorado del Colón-. En este caso, lo demostraron con creces sobre el
escenario de la sala Martín Coronado desde los primeros compases del mencionado
Cuarteto en Do mayor de Mozart, que sonó en forma estupenda desde el Allegro
inicial. Fue compuesto durante la estadía de Wolfgang A. Mozart en Milán
entre los años 1772 y 1773 para el estreno de su ópera Lucio Silla, donde
el genio de Salzburgo compuso una serie de cuartetos para cuerdas (del 2° al
7°), que pasaron a denominarse Milaneses y en los cuales se nota una
clara influencia de la ópera. Esto se refleja más en el Andante central
en tono menor, donde tanto la viola como el violoncello lograron un perfecto
contrapunto con el primer violín -estupendo solo de Luis Roggero- para
desembocar en el vibrante Presto final, lleno de síncopas y de una coda
que sonó auténticamente mozartiana. Fernando Rojas Huespe se destacó por su
obsesión por la afinación de su instrumento y un sonido pleno, mientras que
Esdras Campos lo ejecutó con pasión. Ingredientes necesarios para lograr una versión
perfecta, que le valió el cálido aplauso de una platea prácticamente colmada de
gente.
Seguidamente,
el cuarteto ofreció el Allegro assai del Cuarteto para cuerdas en Do
menor, D.703 de Schubert, compuesto en 1820 cuando tenía 23 años. Sin
embargo, dejó en suspenso su obra y nunca más la retomó. Posteriormente,
Johannes Brahms adquirió el manuscrito original de Schubert y lo estrenó de
manera póstuma en 1867 en Viena. Es un Allegro de sonata con dos temas
llenos de efectos contrastantes, que marcaron un estilo diferente de
composición. Los cuatro instrumentistas ofrecieron un muy buen trémolo y
fraseo en cascada desde el inicio y brindaron una brillante versión, que
se vio coronada por numerosos aplausos y vítores al término de su ejecución.
Dentro
de su abundante producción de música de cámara, Tcahikovsky compuso tres
cuartetos para cuerdas, de los cuales, el n°1 en Re mayor es el más
famoso por su celebérrimo Andante cantábile -que posteriormente, fue
orquestado aparte en versión para violoncello y orquesta de cuerdas y que
despertara las lágrimas del escritor León Tolstoi durante su estreno en 1871-.
Precisamente, Tchaikovsky se inspiró en una canción típica ucraniana para
componer esta bellísima melodía, donde un campesino sueña con su enamorada y le
declara su amor. Consta de 4 movimientos: Moderato e semplice (en Re
mayor), Andante cantábile (Si mayor), Scherzo- allegro non tanto e
con fuoco (Re menor) y Allegro giusto- Allegro vivace (Re mayor). La
versión ofrecida sonó muy compacta y a la vez, intensamente romántica desde los
primeros compases del 1° movimiento, donde se destacaron las cadencias de los
violines y el contrapunto en cello y viola, con una magnífica labor del
ensamble en el crescendo. En lugar de la clásica versión del Andante
cantábile para cello y orquesta de cuerdas, el primer violín es el solista
y lleva la consabida melodía, con un excelente desempeño de Luis Roggero y un
soberbio contrapunto por parte de sus compañeros bajo la guía de Sebastián Masci.
El potente Scherzo- Allegro non tanto e con fuoco que abre el 3°
movimiento sonó sumamente preciso y vibrante, con un magnífico fraseo por parte
de todos y cada uno de los instrumentistas para culminar con una excelente
performance del Allegro giusto- Allegro vivace que cierra el cuarteto,
caracterizado por un tema en tiempo de drushba -danza típica ucraniana-
con variaciones. Unido esto a la garra y la pasión ya descriptas, los
integrantes del Gianneo hicieron que el público volviera a aplaudir
rabiosamente una vez concluida la obra. Fue la oportunidad de Sebastián Masci
no sólo de agradecer la presencia del público y a las autoridades del Mozarteum
y del Complejo Teatral de Buenos Aires, sino también de anunciar el bis: el
Gato de Emilio Napolitano, que sonó magistral y auténticamente criollo.
Independientemente
que un molesto e inoportuno ringtone de un teléfono celular haya
desconcentrado a los músicos previamente al inicio del concierto (pese al previo
aviso de apagar o silenciar los mismos), lo que motivó a Luis Roggero a
anunciar que el concierto iba a comenzar una vez que se hubiesen apagado
verdaderamente los celulares -lo que motivó el aplauso por parte del público,
incluyendo a quien escribe-, fue un concierto estupendo. La renovación de sus
integrantes le sentó de perlas al Gianneo, que sigue sonando con la excelencia
a la cual tiene acostumbrado a su público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario