Estupenda labor del Trío MERIDIEN en la Fundación Beethoven
SUENAN MUCHO MÁS QUE TRES
Martha CORA ELISEHT
Ganador del premio de la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina en la
categoría como mejor conjunto de cámara, el Trío MERIDIEN sigue sumando logros y
demostrando su nivel en los principales escenarios del país. La agrupación formada por
Eduviges Piccone (piano), Pablo Labanda (violín) y Siro Bellisomi (violoncello) se
presentó en el auditorio de la Fundación Beethoven el pasado jueves 24 del corriente
con el siguiente programa:
- Trío en Do menor Op.1, n°3- Ludwig van BEETHOVEN (1770-1827)
- Trío n°2 en Do mayor, op.87- Johannes BRAHMS (1833-1897)
La primera de las obras fue compuesta por Beethoven en 1794 y está dedicada no
sólo a su maestro Joseph Haydn, sino también al príncipe Carl von Lichnovsky, en cuya
residencia se estrenó en Viena entre 1794 a 1795, con la participación del propio
compositor en su ejecución. Consta de 4 movimientos (Allegro con brío/ Andante
cantábile con variazioni/ Minuetto: quasi allegro/ Finale: Prestissimo), que, a
diferencia de los otros dos incluidos en la misma serie, posee una vehemencia explosiva
y una belleza lírica oscura, además de ser el único que no reemplaza al minuetto por un
scherzo. Posteriormente, Beethoven revisa la obra y la transforma en su Quinteto para
cuerdas, Op.104. Escrito en forma sonata, el Allegro con brio inicial está escrito en Do
menor en ¾ con apertura al unísono y, posteriormente, el piano ejecuta una serie de
cadencias, escalas y arpegios hasta que el cello y el violín toman la melodía, de carácter
lirico y que marca el estilo característico del compositor: intenso, heroico y tormentoso,
lo que permitió el lucimiento de los intérpretes -sobre todo, de Siro Bellisomi hacia el
final, donde el cello toma la iniciativa-. El 2° movimiento (Andante cantábile con
variazioni) está escrito en Mi bemol mayor en 2/4 que permite el lucimiento de los
solistas en las variaciones -sobre todo, el cello y el violín-, mientras que el 3° vuelve a
la tonalidad original en ¾, con un perfecto fraseo por parte de las cuerdas y los
contrastes explosivos característicos del compositor. Por último, el Prestissimo en 2/2
toma la melodía inicial, donde el piano ejecuta una serie de acordes cuya melodía es
muy similar a la sonata Waldstein, donde Beethoven yuxtapone violencia y agitación
con un tema lírico y tierno. Una extensa coda en pianissimo permite el lucimiento de los
tres instrumentos para desembocar en una resolución mínima, que fue perfectamente
ejecutada por los integrantes del MERIDIEN y que le valiera numerosos aplausos.
Seguidamente, el trío presentó una obra sumamente compleja: el Trío n°2 en Do
mayor, op.87 de Brahms, que fuera compuesto entre 1880 y 1882 y que contó con la
aprobación de Clara Schumann y Theodor Billroth -este último, médico personal y
confidente del compositor- y estrenado en 1882 junto con su Quinteto para piano y
cuerdas. Al igual que su homónimo de Beethoven, también consta de 4 movimientos:
Allegro moderato/ Andante con moto/ Scherzo/ Allegro giocoso y resume a la perfección
las características del compositor hamburgués: solemne, romántico y marcial. El 1°
movimiento está escrito en forma sonata en ¾ que, posteriormente, pasa a 2/3 y es
notable por la gran cantidad de material de desarrollo existente en la exposición, donde
las cuerdas tocan al unísono en contrapunto con el piano. El Andante con moto en La
menor en 2/4 conta de un tema sobre el cual se desarrollan 5 variaciones, donde las
impares se basan en la melodía inicial, y las pares, en las figuras de acompañamiento
del piano, con reminiscencias de temas típicos húngaros, con numerosas síncopas y gran
desempeño del violín. El scherzo en Do menor (en 6/8) tiene dos secciones: una más
rítmicamente compleja, y la otra, más lírica y melódica, donde el piano acompaña
principalmente a las cuerdas. El movimiento final está escrito en 4/4 y posee una
estructura mucho más densa en comparación con los movimientos anteriores, donde
aparece la melodía inicial del 1° movimiento y se desarrolla con temas contrastantes
para culminar en una coda prolongada, donde la energía se intensifica hacia el final. La
interpretación fue exquisita, sumamente precisa, pero por sobre todas las cosas, muy
digna de un compositor romántico por antonomasia. Por lo tanto y, pese al escaso
público que se dio cita esa noche, su labor se vio coronada por un cálido y sostenido
aplauso.
Desde ya, no hubo bises, pero tampoco hicieron falta. El repertorio estuvo formado
por dos obras de gran intensidad rítmica, sonora y romántica, que fueron abordadas de
manera sublime por la excelencia de sus intérpretes. En este caso y, parafraseando la
reconocida canción de Nacha Guevara, suena como si fueran mucho más que tres.
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