Servicio de Prensa del Teatro Colón: Fotografía del Mtro. Arnaldo Colombarolli
Muy buena presentación de “100 Platillos” en Colón Contemporáneo
LOS NUEVOS SONIDOS DEL MINIMALISMO MAXIMALISTA
Martha CORA ELISEHT
El universo de la música contemporánea es tan vasto como el de la música
clásica -o académica, como se la quiera llamar- y constantemente se exploran nuevas
tendencias y sonidos mediante la utilización de métodos como la electrónica y, en estos
últimos tiempos, la tecnología digital. Uno de los creadores más importantes de este
microcosmos en materia sonora es el compositor japonés Ryoji Ikeda (1966), cuya obra
100 Cymbals (100 Platillos) se estrenó en el Teatro Colón el pasado viernes 6 del
corriente en un concierto dentro del Ciclo COLÓN CONTEMPORÁNEO junto a otras
piezas exclusivamente de su autoría, que fueron interpretadas por los percusionistas
Alexandre Babel (Suiza) y Stéphane Garin (Francia) junto con el grupo TAMBOR
FANTASMA, integrado por Bruno Lo Bianco, Oscar Albrieu Roca, Gonzalo Pérez
Terranova, Florencia Barrientos, Fernanda González, Daniela Cervetto, Mailén Eliges y
Sara Fernández Videla.
El programa estuvo integrado por las siguientes obras:
- BODY MUSIC, Op.4 (de “Music for Precussion”) (2016)
- METAL MUSIC, Op.5 (para triángulo y crótalos) (2016)
- 100 Cymbals (2019)
Ganador del Premio Golden Nica -otorgado por Prix Ars Electrónica- en 2001 en la
categoría Música Digital, Ikeda es un constante explorador e innovador en materia de
nuevos sonidos. A la ruta en materia de música electrónica y electroacústica
desarrollada a partir de 1990 se le sumó la de obras para instrumentos acústicos, de
cuerdas o de percusión. Las obras que se ejecutaron en el presente concierto pertenecen
a esta última categoría y son mucho más recientes, donde el compositor nipón desarrolla
un estilo minimalista mediante la ejecución de sonidos muy sencillos, pero explotados a
la enésima potencia. Por ello se habla de minimalismo maximalista, que es la
característica principal de su obra.
La primera parte del programa estuvo a cargo del dúo formado por Alexandre Babel
y Stéphane Garin, quienes desarrollaron una perfecta coordinación de movimientos y
ritmos en la interpretación de BODY MUSIC utilizando sólo sus manos y sus pies. La
obra consta de tres movimientos y comienza con un batido de palmas de manos -que
hizo recordar la cortina musical de las magníficas editoriales de Pepe Eliaschev en su
programa radial ESTO QUE PASA-, seguida de zapateo. Cada uno marcó un ritmo
diferente, pero perfectamente coordinado y conjugado, de tal manera que ambos
llegaron a tiempo al final de la obra. Ante un Colón prácticamente lleno, el público la
recibió muy bien y fue muy aplaudida. Al igual que la primera, la segunda (METAL
MUSIC) también forma parte del ciclo Music for Percussion y está escrita para dúo en
dos movimientos: el primero, para triángulo, y el segundo, para crótalos. Resultó
sumamente interesante poder apreciar el empleo de este pequeño instrumento de
percusión en todos sus matices (campanilla, timbre y chasquido) tocado con tres palillos
diferentes. La obra comienza con un sonido imperceptible, que va aumentando
paulatinamente de intensidad – in crescendo- hasta llegar al final. Lo mismo sucedió
con el movimiento correspondiente a los crótalos, que se tocan deslizando dos varillas
de metal que deben resonar entre los diferentes círculos de metal que posee dicho
instrumento. Puede gustar o no el sonido -por momentos, chirriante-, pero la maestría de
los instrumentistas fue sublime y se retiraron muy aplaudidos.
Seguidamente y sin mediar intervalo, los músicos fueron colocando 100 platillos
montados sobre un soporte de diferentes tamaños para el estreno local de 100 Cymbals,
obra que fuera comisionada en 2019 por la Filarmónica de Los Ángeles en el marco del
Festival Fluxus. Compuesta en estilo netamente minimalista para 10 percusionistas, la
obra explora todos los matices de este instrumento, que no sólo se puede tocar de forma
percutida dando ese sonido metálico tan característico usado en las bandas de jazz, sino
también, desde su parte central, girándolo y tocándolo con el canto de la mano, dando el
efecto sonoro de los cuencos tibetanos. Cada músico toca en una hilera diferente
compuesta por 10 platillos cada una recorriendo todo el escenario. Luego de la parte
correspondiente a los cuencos, cada percusionista comienza a tocar dos platillos de
diferentes hileras munido de los palillos que se usan normalmente para su ejecución,
que comienza por el centro y continúa por la periferia. A su vez, resto permite una
amplificación y aumento de intensidad del sonido en cada modalidad. Mientras algunos
los giran, otros los mantienen quietos para lograr los diferentes matices sonoros. Una
vez que el sonido logró su intensidad máxima, los percusionistas se colocan en forma de
V (desde la 5° fila de platillos hasta la periferia, en forma simétrica) para dar lugar a ese
sonido metálico característico en toda su dimensión antes de concluir la obra. Magnífica
labor del ensamble y un aplauso unánime por parte del público.
A pesar de que se trató de un concierto exitoso, hubo un par de situaciones extrañas
que sucedieron al inicio. Al apagarse las luces de sala, luego de quedar a oscuras
durante un breve lapso, las luces correspondientes a los palcos cazuela comenzaron a
titilar de forma intermitente durante aproximadamente 5 minutos. Luego, sólo quedaron
encendidas las de los palcos bajos, pero el dúo de percusionistas recién hizo su
aparición 15 minutos después de la hora de comienzo. ¿Error de los iluminadores de
sala o parte del espectáculo?... Nadie dio explicaciones y nunca se sabrá. No es la
primera vez que este tipo de cosas suceden en el Colón – pasó ya en varias
oportunidades el encendido de luces fuera de tiempo en los conciertos de la
Filarmónica-, pero tampoco hay que permitir la falta de puntualidad. Son cosas que
opacan el prestigio del teatro y no sólo juegan en contra, sino que hablan muy mal de
sus trabajadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario