La Maestra Ulrike Fleming, Inspiradora del proyecto "Creciendo en Armonía". Créditos al autor de ésta entrevista.
Conversaciones con la maestra Ulrike Flemming
Educadora, violinista, activista cultural, es desde 2004, junto a las
Servidoras de Santa María de la Armonía, quien ha creado e impulsado el
proyecto musical y educativo Creciendo en Armonía.
Es la segunda vez que entrevisto a la maestra Ulrike Flemming, la primera
fue en 2024 cuando con la camerata de proyecto –que cuenta con una orquesta
infantil, una juvenil y la camerata que integran alumnos avanzados, algunos de
ellos becados en Buenos Aires y docentes- ensayaban la serenata opus 22 de
Dvorak. En 2024, oportunidad de la celebración del vigésimo aniversario y con
una gestión de Daniel Varacali Costas, actuaron nuevamente en Buenos Aires.
En esta segunda oportunidad, el trabajo es con la orquesta de nivel inicial,
el día anterior a otro concierto.
El trabajo es intenso, los integrantes del ensamble no superan los once
años –algunos son bastante menores de esa edad- y la música capta toda su
atención. La maestra los motiva, también los docentes del proyecto que tocan con
ellos.
-Los chicos con muy receptivos –dice- y rápidamente captan las
indicaciones y las siguen. De esa manera van descubriendo sus propias
posibilidades. Sorprende las emociones que, con pocos elementos que se les
brindan, pueden expresar y uno se pregunta de dónde viene eso, que surge de
conectarse con un sentimiento profundo a partir de la posibilidad de expresión
musical.
Las indicaciones son muchas: resume como habrá de hacer los gestos
durante el concierto y lo que significa cada uno.
La música es un reino
El nacimiento del programa coincidió con una participación de la maestra
Flemming en el Campus Musical de Santa María de La Armonía. De pronto vio a
unos niños y preguntó quiénes eran.
-Les enseñamos catequesis- fue la respuesta.
-¿Por qué no les enseñamos música? Propuso y a partir de allí creó una
fundación en Alemania cuyo propósito fue obtener financiamiento para el proyecto
de enseñanza de musical. Hay fundaciones que donan y, en los lugares donde la
maestra enseña se llevan a cabo conciertos a beneficio y donaciones, por ejemplo
para navidad.
Unlrike Flemming es incansable, minuciosa y enteramente dedicada a la
música. A lo largo del día ensaya con los distintos grupos instrumentales del
programa, tal como en este momento lo hace con los más chicos. Se ha
conseguido que estudiantes de música de Alemania hagan las pasantías de sus
estudios docentes en La Armonía.
Para este concierto incluyó diez breves de Bela Bartók, originalmente
escritas para piano, con un arreglo hecho en Hungría para orquesta. La brevedad
misma, señala, las torna exigentes porque son muy distintas unas de otras y muy
demandantes: en unas hay lirismo y un momento después la siguiente es
marcadamente rítmica. Hay elementos folklóricos y a la vez el germen de la futura
música de Bartók.
La dificultad es mayor cuando los alumnos vienen por ejemplo de hacer un
Mozart, donde todo es muy diáfano y destacado y demanda un abordaje muy
exigente en esas melodías tan claras. El programa también incluye un concierto
para dos cellos de Vivaldi, con la intervención de Felipe Garese, becado en
Buenos Aires para estudiar con José Luís Araujo.
Al abordar la música de Bartók habló a los alumnos de Hungría, Rumania,
la música magiar y para hacerlo pidió un mapa de Europa a la Escuela de Cobo.
Se refirió a ritmos, migraciones y al rico acervo de la música centro europea. Fue
una exposición sobre historia, geografía, música y transformaciones, musicales y
sociales.
El ensayo es extenso, hay pasajes difíciles. Hace una pausa y ella y todo el
ensamble comienzan a hacer movimientos gimnásticos durante unos cuantos
minutos.
Al rato la actividad es reiniciada.
Estoy sentado cerca de las flautas, mientras pienso que hubiera sucedido si
en mi escuela, cuando estaba en tercero o cuarto grado, hubiera vivido una
experiencia similar. Una joven profesora de flauta sigue una breve indicación y
entona una frase, observa atentamente a la maestra, a quien un pequeño gesto le
basta para expresar una idea. Un joven profesor de violín circula, entonando una
melodía, en la fila de los alumnos de ese instrumento.
El ensayo sigue pero la atención no se dispersa. Los alumnos trabajan,
entusiasmados. La maestra detiene por un momento la sesión y pregunta a cada
una de las secciones cómo escuchó a las demás: los chicos responden lo que han
advertido: los cellos fueron muy rápido, alguien se anticipó, hubo un legato donde
debió haber notas separadas. Así desarrollan la experiencia del conjunto, me diría
luego la maestra: lo hacen una vez y no lo olvidan; no baja el nivel del fraseo a las
posibilidades de los alumnos sino que les demuestra –a veces ejemplificando ella
misma en su violín- que pueden ellos mismos llegar a ese nivel requerido por la
obra. De otro modo no habría progreso, señala. Ejemplifica con imágenes, tal
melodía es como caminar, tal otra como reír.
Una hermosa mañana
Es una cálida mañana. Afuera, algunos de los padres de los alumnos y
varios chicos juegan al fútbol. No sólo hay música sino un espacio común donde
cada uno aporta algo.
En la amplia sala el trabajo sigue y la maestra va dando por concluido el
ensayo de ciertas obras y pasa a otras.
-Como ha dominado tan bien el español -le pregunté una vez: de
escucharlo en España y en Venezuela, me dice con sencillez. Es frecuente en los
europeos el manejar varios idiomas: razones de vecindad, de estudios, de trabajo.
-Vengo la Argentina cuando puedo organizar mis actividades en los lugares
donde enseño en Alemania- me dice. Sus vacaciones son para venir a la
Argentina a hacer música. La música lo es todo: une, incentiva, y cuando se la
vive en un proceso de aprendizaje, es un motivo para crecer, vivir y lograr
objetivos.
Comencé a venir mucho antes de esta mañana, hacia 2010 (en aquella
época solía llevar a de vuelta a Mar del Plata a docentes en el Renault Megane):
entonces no estaban las aulas que hoy se encuentran fuera del edificio del antiguo
lugar de guarda de los carruajes de la estancia donde en la actualidad hay aulas,
biblioteca de partituras, lugar de guarda de instrumentos y distintas salas.
Conversábamos con Suky Perez –coordinadora de la actividad del campus y del
proyecto, en la sala contigua a la de ensayos, donde hoy se brinda apoyo escolar,
frente al fuego de un hogar, en pleno invierno cuando temprano ya se había hecho
de noche.
Mucho sucedió desde entonces.
La fundación dotó al proyecto de instrumentos que vinieron desde Alemania
y cuyo mantenimiento es atendido por un luthier.
El proyecto es un mundo. Demanda transporte, alimentación, el cuidado de
instrumentos y el procurarse materiales como las partituras.
Con profesores que han estado en El Sistema venezolano y alumnos que
han transitado el camino de sus estudios y hoy son docentes, el proyecto
capitaliza esfuerzos y se renueva.
Hoy
El programa tiene en la actualidad unos 100 alumnos de áreas semi rurales
y unos 16 profesores. Funciona por el financiamiento de la fundación creada en
Alemania y con el aporte de la Organización Servidoras, cuyo trabajo es tan
ingente como continuo. Ellas lo hacen que toda la actividad sea posible.
Una organización internacional seleccionó al proyecto para llevar a cabo
trabajos en hogares seleccionados de alumnos de la zona.
Hay alumnos becados para participar del campus y para ampliar sus
estudios con otros profesores en otros ámbitos. Algunos viven en Buenos Aires y
van integrándose a un ámbito musical mayor.
Sin otros recursos que los señalados, sin otro reconocimiento del
periodismo especializado que el permanentemente brindado por el programa De
paraíso para usted, de Donato Decina y –más allá de la del Diario La Capital y el
blog del programa de Donato Decina- sin otra difusión en los medios de prensa, el
programa ha debido enfrentar obstáculos económicos y sociales.
Precisamente en el programa de referencia fueron difundidos reportajes a
docentes, alumnos y a la maestra Ulrike Flemming.
Cada vez más difícil
El ensayo ha llegado a su fin y hablamos extensamente con la maestra.
Señala que cada vez el esfuerzo es mayor: antes, agrega, los costos de la
alimentación eran menores en Argentina que en Alemania. Hoy, se han
equiparado.
También inciden los problemas económicos que han surgido en Alemania,
donde en este momento la mayor preocupación es el sombrío panorama político.
La amenaza de la violencia, los discursos intolerantes, el temor crean una
atmósfera de incertidumbre.
Sin embargo, tanto la maestra Ulrike Flemming como las Servidoras no son
personas de las que vayan a rendirse. Los obstáculos parecen darles un motivo
renovado para seguir. La prueba está el crecimiento que ha existido pese a todos
los problemas.
Quizás no todos terminen dedicándose a la música, reflexionan la maestra
Flemming y Suky Pérez, pero encuentran una posibilidad que no hubieran tenido
de otro modo.
El año pasado, luego del ensayo de la camerata se desató una fuerte lluvia
y me tocó llevar hasta Mar del Plata a una joven violinista que, después del
ensayo, tenía que ir a trabajar. Me contó que había comenzado a los cinco o seis
años (no lo recuerdo) y que el proyecto había cambiado su vida.
La música es muchas cosas: una escuela, una experiencia y una eterna
presencia que siempre e nos acompaña. Enseña a escuchar, a convivir y construir
algo en común.
Si debiéramos buscar una expresión capaz de resumirlo se podría decir que
se trata del sentido que se encuentra en la entrega a algo que es valioso por sí
mismo y que a la vez sirve a los demás.