miércoles, 13 de mayo de 2020

COLUMNA DE OPINIÓN
LA HIPOCRESÍA DEL APLAUSO
Martha CORA ELISEHT

            Debido a la pandemia de coronavirus COVID-19 y el aislamiento social preventivo y obligatorio como única herramienta para mermar el riesgo de contagio, la población argentina no sólo modificó su estilo de vida, sino que además creó diferentes alternativas de expresión.
            A partir de una iniciativa surgida en las redes sociales denominada “ARGENTINA APLAUDE” desde el 19 de Marzo próximo pasado, la gente comenzó a salir a aplaudir sistemáticamente todos los días a las 21 horas en apoyo a los trabajadores de la salud. Una iniciativa muy simpática y gratificante, que posteriormente se extendió a los recolectores de residuos, fuerzas de seguridad, personal de limpieza y todos aquellos trabajadores considerados esenciales por tener la valentía de poner el pecho a las balas en medio de la epidemia y cuidar a la población, a riesgo de sacrificar sus propias vidas exponiéndose a un contagio potencial.
            A medida que la pandemia y el aislamiento social fueron avanzando, la gente siguió aplaudiendo hasta que se hizo un hábito. A veces con más – y otras, con menos- intensidad, pero se mantienen. Incluso, los niños en los balcones saludan al canto de “¡¡Basurero, basurero!!” mientras pasa el camión recolector de residuos, que agradece respondiendo con un bocinazo. Está perfecto reconocer a aquellos que hacen el trabajo que a nadie le gustaría  hacer.
            Sin embargo, detrás de los aplausos se esconde una hipocresía profunda. Dada la condición de médica por parte de quien escribe, una no quiere parecer ni antipática ni desagradecida, sino todo lo contrario. Los aplausos son reconfortantes, pero no protegen ni cuidan a los trabajadores de salud. Por ser la primera línea de trinchera en la lucha contra esta pandemia, son los que presentan mayor índice de infectados. Por más que es obligación y deber del Estado -tanto a nivel nacional, provincial y municipal- proteger a sus trabajadores, en la mayoría de los casos esta condición no se cumple. Hay muchos reclamos de colegas en las redes sociales por no poseer los elementos de higiene y bioseguridad adecuados y necesarios para trabajar, e incluso, amenazados con perder su empleo por exigir un reclamo justo e indispensable para el ejercicio de su profesión. Y cuando se entregaron, hubo casos donde los barbijos estaban vencidos o eran totalmente inadecuados. En este momento, tampoco hay provisión de vacuna antigripal en ciertos centros asistenciales. No protege contra el COVID-19, pero sí contra la gripe. Y evita internaciones por esta causa en temporada invernal.
            Así como muchos colegas –sean médicos, enfermeros, obstétricas, odontólogos o kinesiólogos- recibieron notas de agradecimiento por parte de sus vecinos, hubo situaciones de franca discriminación e inclusive, agresión a trabajadores de la salud cuyos vecinos les negaron el ingreso a su vivienda luego de una Guardia o de una ardua jornada de trabajo. Una actitud deplorable, deleznable y totalmente desconsiderada hacia aquellos que cuidan la salud de la población.
            En virtud de la capacitación y actualización continua que un médico debe tener para ejercer adecuadamente su profesión, percibe un salario muy bajo en comparación con todo lo que ha estudiado –y continúa estudiando-. Eso lleva a una situación de poliempleo, que no sólo favorece la diseminación y propagación del virus –además de exponerse al contagio-  sino que además, muchos policonsultorios y centros médicos han cerrado sus puertas mientras dure la cuarentena. Por lo tanto, esto implica también una grave pérdida económica para los colegas en general, y mucho más para aquellos que no perciben un salario fijo en particular.
            A esto se le suma otro problema: los sistemas de Medicina Prepaga y algunas Obras Sociales recomendaron realizar consultas y confeccionar recetas por vía virtual –sea por mail o mediante un WhatsApp- para evitar el riesgo de contagio. Naturalmente, las empresas facturan por ello y cobran por sus servicios, pero no se traduce en abonar al médico el honorario profesional correspondiente.
            Cuando se confecciona una receta o un certificado para presentar en el trabajo, se trata de un documento público, donde el médico –o el odontólogo- debe colocar su firma y su sello, lo que implica una responsabilidad legal. Y encima, gratuito, mientras las empresas de Medicina Prepaga ganan auténticas fortunas.
            Si a todo esto se le suma las situaciones de violencia en las Guardias, el aplauso constituye una perfecta cortina de humo para tapar la hipocresía de una sociedad que alaba a sus trabajadores de salud, pero que no los cuida y que además, en algunos casos los discrimina. No son héroes de historieta, sino auténticos héroes anónimos, capaces de dejar la vida por cuidar del otro –verdadero significado de la palabra “médico” en griego-. Es preferible el reconocimiento mediante una carta de 

No hay comentarios:

Publicar un comentario