miércoles, 13 de mayo de 2020


Excelente transmisión por streaming de “WERTHER” desde el Metropolitan

LA SUBLIMACIÓN DE UN AMOR NO CORRESPONDIDO
Martha CORA ELISEHT

            Continuando con las transmisiones por streaming desde el Metropolitan Opera House de New York en tiempos de pandemia, el pasado martes 12 del corriente le tocó el turno a “WERTHER” de Jules Massenet (1842 -1912), con libreto de Édouard Blau, Paul Miller y Georges Hartmann basada sobre el drama homónimo de Goethe y producción general de Richard Eyre. La escenografía y el vestuario estuvieron a cargo de Rob Howell, con iluminación de Peter Munford y la presencia de Alain Antinoglu  en la dirección orquestal, con un elenco integrado por los siguientes cantantes: Jonas Kaufmann (Werther), Sophie Koch (Charlotte), Lisette Oropesa (Sophie), David Bizic (Albert), Jonathan Summers (Baliff), Tony Stevenson (Mr. Schmidt), Philip Corokinos (Johann) y el Coro de Niños de la institución, dirigido por Anthony Piccolo.
            Esta producción se representó en 2014 y contó con la presencia de la soprano Patricia Racette como presentadora. A diferencia de otras puestas en escena, Richard Eyre concibió la obra de una manera diferente. La historia del joven Werther comienza visualmente desde el Preludio con el suicidio del protagonista y su posterior sepelio hasta desembocar en el 1° Acto, donde se retrocede en el tiempo cuando es primavera y Werther conoce a Charlotte en Wetzlar, donde se está por celebrar un baile. El efecto se logra mediante una proyección de video hasta desembocar en una escenografía muy sencilla y de muy buen gusto, donde un puente sobre el arroyo conduce a la casa de Baliff – padre de Charlotte y Sophie- en medio del bosque. Una pantalla en negro permite los cambios de escenografía de los 4 Actos que integran la obra –la escena en el pueblo donde se celebran los 50 años de casamiento del Pastor, la habitación de Charlotte y la habitación donde el protagonista se suicida- y todas se caracterizaron por su excelente tratamiento, brindando la luminosidad /oscuridad y la sobriedad que requieren las mismas. Lo mismo sucedió con el impecable vestuario de época que Rob Howell diseñó para cada ocasión. En el caso de Werther, muy sobrio, compuesto por un traje gris con camisa blanca de mangas amplias y un sobretodo del mismo tono, acorde a la melancolía, la frustración y el despecho que sufre el protagonista, que en vez de olvidar a Charlotte formando una nueva pareja o partiendo hacia el exilio, decide suicidarse por un amor no correspondido. Pero Charlotte tampoco está exenta de culpa y cargo: se da cuenta que existe una fuerte atracción entre ella y Werther desde el primer momento que se conocieron, pero debe contraer matrimonio con Albert por la promesa que le hizo a su madre antes de morir. Esto se hace más presente hasta alcanzar su clímax en la escena de las cartas del 3° Acto (“Ces lettres”) y posteriormente, desembocar en el 4° Acto (“Werther!... Werther!... Rien!”), donde le declara su amor antes de morir (“À cette heure suprême…Oui, du jour même où tu parus »).
            La dirección orquestal de Alain Antinoglu fue magnífica, logrando excelentes matices y dramatismo en los leit motives característicos y en las principales escenas, al igual que los pianissimi en el leit motiv de amor entre los protagonistas. La preparación del Coro de Niños a cargo de Anthony Piccolo fue excelente, logrando un clima perfecto hacia el final, donde canta fuera de escena.
            La actuación de Jonas Kaufmann en el rol protagónico fue magistral en todos los sentidos. Como vulgarmente se dice, puso “toda la carne al asador” en las escenas de mayor dramatismo y se destacó por sus excelentes pianissimi en las escenas que así lo requerían –particularmente, su voz se desvanecía en un hilo al agonizar-. Sobresalió en las dos arias principales (“Un autre est son époux!” y la célebre “Tout mon âme est là!... Pour quoi me révellier…”) y en todos los diálogos con el resto de los protagonistas. La mezzosoprano francesa Sophie Koch dio vida a una cándida y sufrida Charlotte, quien ama a Werther pero a su vez debe cumplir con su rol de esposa ejemplar. Su cálida voz y sus dotes histriónicas hicieron el resto para interpretar el rol protagónico femenino. La jovial y pizcueta Sophie encontró en Lisette Oropesa a su intérprete ideal. No sólo es una de las mejores sopranos líricas ligeras de la actualidad, sino que además se especializa en el repertorio francés. Prueba de ello son sus recientes Manon y la dificilísima aria de ROBERT LE DIABLE de Meyerbeer que cantó con creces y sin dificultad alguna en la Gala on line organizada hace un mes atrás por el Met. Derrochó talento, gracia y simpatía sobre el escenario, mientras que el barítono David Bizic interpretó a un muy correcto Albert, al igual que el tenor Tony Stevenson como Mr. Schmidt y el bajo Philip Corokinos como el simpático Johann. Por su parte, el bajo Jonathan Summers dio vida a un tierno y cariñoso Baliff: exigente con los niños al enseñarles a cantar y un padre cariñoso con sus dos hijas, que ve con muy buenos ojos el matrimonio entre Charlotte y Albert. Y que tampoco pone reparos para encontrarse con sus amigos a beber una cerveza en la taberna del pueblo.
            Una vez más el Metropolitan ofrece los mejores éxitos de temporadas anteriores, con excelentes producciones desde el punto de vista interpretativo y visual. En este caso, una recreación sublime del drama de Goethe sobre el sufrimiento que produce un amor no correspondido en la magistral creación del principal compositor de ópera francesa.

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