Recital de zarzuela
con ciertos altibajos en el Teatro IFT
NO TODO LO QUE RELUCE ES ORO
Martha CORA ELISEHT
La zarzuela es uno de los géneros musicales más hermosos
y populares que existen. Es la carta de presentación de España en el mundo
entero y un género costumbrista por excelencia. Por lo tanto, se requiere no
sólo una muy buena preparación vocal, sino también ciertos detalles en la
postura y en el vestuario (sombreros, boinas, sombrillas, abanicos, una flor en
el cabello o un mantón de Manila) que no sólo ayudan a engalanar tanto a la
escena como a los cantantes, sino que también contribuyen a acentuar el acento
y garbo español. Algunos de estos ingredientes no estuvieron debidamente
contemplados en el recital ofrecido el pasado sábado 2 del corriente en el
Teatro IFT, denominado “ESTAMPAS DE ZARZUELA” que contó con dirección
general de Carlos Iaquinta y la participación de los siguientes cantantes:
Marisú Pavón (soprano), Cecilia Díaz (mezzosoprano), Pablo
Politzer (tenor) y Norberto Crespi (barítono). La dirección
musical estuvo a cargo de Susana Frangi, quien actuó como pianista acompañante
junto a Matías Fernández.
Ante la consabida ausencia de programas de mano, Carlos
Iaquinta actuó como presentador, anunciando a los cantantes y a los pianistas y
haciendo una breve reseña de los fragmentos de las diferentes zarzuelas que
compusieron este recital, matizando con algunos chascarrillos -al mejor estilo
Marcos Mundstock- sobre el curriculum de los cantantes. Cecilia Díaz y
Pablo Politzer abrieron el recital con el célebre dúo de Rafael y Dolores
de LA DOLOROSA de José Serrano. Por momentos, el caudal de voz de la
mezzosoprano eclipsó al tenor -quien tuvo que reemplazar en último momento a su
colega Gustavo López Manzitti-, quien cantó muy bien su parte, pero apenas se
lo escuchaba. No hay que olvidarse que es un tenor especializado en repertorio
barroco y de oratorio y por lo tanto, puede que no tenga el caudal de voz
necesaria para cantar zarzuela. No obstante, a medida que el recital fue
progresando, su voz fue creciendo y se destacó en las romanzas de DOÑA
FRANCISQUITA (“Por el humo se sabe dónde está el fuego”) y de LA
TABERNERA DEL PUERTO (“No puede ser”). Lo mismo sucedió en el dúo de LUISA
FERNANDA junto a Marisú Pavón (“Caballero del alto plumero”). La
soprano demostró un nivel vocal e interpretativo muy parejo y preciso en todas
sus intervenciones -tanto en calidad de solista como participando en dúos y el
cuarteto de EL BARBERILLO DE LAVAPIES-. Y encaró arias de zarzuelas poco
conocidas como Barcarola veneciana de EL CARRO DEL SOL de Serrano
y la romanza de Rosa de EL CABO PRIMERO de Fernández Caballero.
Junto a Cecilia Díaz fueron las más aplaudidas de la noche y las que tuvieron
una actuación sumamente destacada. Por su parte, la mezzosoprano interpretó el
famoso Tango de la Meregilda de LA GRAN VÍA de Chueca y Valverde,
la romanza de Rosa de LOS CLAVELES de José Serrano y el dúo entre
Vidal y Luisa Fernanda de la zarzuela homónima (“En mi tierra
extremeña”) junto a Norberto Crespi. Todas y cada una de sus intervenciones
estuvieron perfectas.
Por su parte, Carlos Iaquinta se permitió una
intervención en la consabida Canción del soldadito de LUISA FERNANDA,
brindando una bellísima interpretación de la misma, acompañado al piano por
Susana Frangi. No puede decirse lo mismo del barítono Norberto Crespi, ya que
no tuvo una buena noche. Si bien posee una voz caudalosa, tuvo tendencia a
calar y a no redondear las notas cuando la melodía lo requería en sus solos (“Por
el amor de una mujer” de LUISA FERNANDA y “La Canción del
Platero” de LA PARRANDA de Francisco Alonso). Estuvo algo mejor en
los dúos junto a Cecilia Díaz y Marisú Pavón en LUISA FERNANDA y EL
BARBERILLO DE LAVAPIES respectivamente y en el cuarteto final de esta
última zarzuela, que cerró el recital. Fue en este último número donde los
cantantes recién utilizaron los elementos mencionados al principio de esta nota
y donde – finalmente- surgió el acerbo español.
Merece una mención aparte la excelente dirección musical
de la Maestra Susana Frangi, quien también se lució como pianista acompañante.
Y Matías Fernández resultó una auténtica revelación como músico y pianista
acompañante. Es muy joven y se perfila como un músico con un futuro muy
promisorio.
En general, se gozó de un buen espectáculo, pero que
presentó numerosos altibajos desde el pinto de vista vocal y actoral. Hubiera
sido bueno haber incluido dúos y romanzas de las zarzuelas más populares (LA
VERBENA DE LA PALOMA, LA DEL SOTO DEL PARRAL, LA ROSA DEL AZAFRÁN o LA
REVOLTOSA, entre otros tantos títulos) para apreciar el acerbo y el garbo
español que -en este caso- brillaron por su ausencia.
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