lunes, 4 de julio de 2022

 

¡Bienvenido a casa, David…!

                                                                                        Por Jaime Torres Gómez

 

Luego de varios años sin presentarse con la Sinfónica Nacional y la Orquesta Clásica de la Universidad de Santiago (USACH), retorna David del Pino Klinge a estas orquestas donde fungió de maestro artístico y titular.

 

Como una de las más emblemáticas batutas latinoamericanas de las últimas décadas, Del Pino Klinge se caracteriza por su especial carisma y notable capacidad de gestión organizativa de las agrupaciones que ha sido titular, amén de sus extraordinarias capacidades de comunicación a transversales públicos.

 

Sus titularatos en Chile fueron gravitantes, difundiendo comprometidamente nuevos repertorios (con énfasis en la música latinoamericana, y chilena en particular) más una activa presencia, pudiendo desarrollar en profundidad las orquestas. Asimismo, importante ha sido su labor formativa a jóvenes generaciones de directores, varios de ellos hoy en día con importantes carreras.    

 

En un lapso de una semana pudo verse a Del Pino Klinge en sendos retornos, comenzando con una extraordinaria presentación como invitado a la Sinfónica Nacional, constituyendo además el regreso de la Sinfónica a su sede del Teatro de la Universidad de Chile desde enero, y en un horario de mayor comodidad.        

 

Abriendo con una sólida versión de la “Pavana para una Infanta Difunta” de Ravel, nuevamente Del Pino dio cuenta de su afinidad con la música raveliana, tal como magistralmente antaño se le viera en el Bolero, Alborada del Gracioso o las Suites de Daphne et Cloé. Con texturas de etérea y esfumada sonoridad (de completo idiomatismo), Del Pino delineó un discurso ora de profunda interioridad, ora diáfana transparencia, obteniendo magnífica respuesta de los sinfónicos.

 

Seguidamente, una magnética versión del Capricho Español de Rimski Korsakov, obra con la que David del Pino deslumbró en su primera visita a Chile en 1995, y que luego, en más de alguna oportunidad, la volvió a dirigir. Manteniendo lo macro de su interpretación, ahora se dio mayor quietud en los pasajes briosos más otros énfasis, y siempre con una completa coherencia de discurso. Grandes logros en matices, balances, colores y timbres.

 

Con una impactante Tercera Sinfonía “Eroica” de Beethoven finalizó este reencuentro con la decana orquestal del país. Con un vivo recuerdo de la antológica versión ofrecida en 1996, ahora, con renovados matices, Del Pino volvió a deslumbrar… y nuevamente auscultando la grandeza discursiva de la Eroica.     

 

Con reposados tempi, más una admirable visión unitaria y sin hacerse eco de erróneas majestuosidades, Del Pino desentraña toda la trama interna construyendo conceptos interpretativos con certeros perfiles de carácter y estilo, optando por un relato asociado a una serena intimidad. Grandes logros en las progresiones expresivas, claridad de voces (notable el manejo del contrapunto en el último movimiento), dinámicas, hermosura de sonido y completo ajuste grupal. Sin duda, un retorno triunfal a la orquesta que muy bien lideró por varios años.  

 

A los pocos días después se presentó como nuevo Titular de la Orquesta Clásica de la USACH, regresando a dicho cargo después de casi 10 años. Reconocido es el nivel artístico de esta agrupación ante el valor agregado de sus propuestas programáticas más excelentes entregas, insistiéndose en la necesidad de expandir más sus actividades dentro de la Región Metropolitana y otras regiones.

 

De especiales características programáticas, este debut como nuevo titular no constituyó una presentación convencional, inscribiéndose en una propuesta temática en torno a la compleja personalidad de Robert Schumann. Con elocuencia de cátedra, Del Pino se apoyó en un formato ad hoc con una serie de elementos interactuantes de apoyos gráficos y corpóreos, más la intervención de diversas personas para las lecturas de extractos de las cartas entre Robert y su esposa Clara, dando cuenta de un genuino sentido pedagógico.

 

Del todo inteligente la selección de los movimientos de las sinfonías para ilustrar musicalmente el relato psicológico subyacente plasmado en las obras (primer movimiento de la Segunda Sinfonía, segundo de la Cuarta y primero de la Tercera “Renana”, más un extracto del primer movimiento del Concierto para Cello), brindándose completa organicidad, amén de idiomáticas versiones con excelente respuesta de los músicos. Y antes, como primera obra, una extraordinaria versión en estilo y carácter de la Obertura de la ópera “Ifigenia en Táuride” de Gluck.

 

En suma, dos “regresos a casa” de David del Pino Klinge, ameritándose máxima atención a sus próximas contribuciones en Chile…

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