jueves, 7 de julio de 2022

 

Muy buen concierto a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional en el CCK

 

UN MERECIDO Y SENTIDO HOMENAJE

Martha CORA ELISEHT

 

            Dentro del Ciclo de la Orquesta Sinfónica Nacional en el Centro Cultural Kirchner (CCK), hubo un concierto que se suspendió a principios de la temporada por el deceso de uno de sus integrantes: el cornista Héctor Gerardo García, quien falleció durante el ensayo general de dicho concierto. Por lo tanto, las autoridades de la Dirección Nacional de Organismos Estables decidieron suspender el mismo esa noche y postergarlo hasta nuevo aviso, hasta que se pudo llevar a cabo el miércoles 6 del corriente en el Auditorio Nacional del CCK, bajo la dirección de Manfredo Kraemer -en calidad de director y violín solista- y la participación de Federico Ciancio (clavecín), quienes interpretaron el siguiente programa:

-          Suite en Re mayor n°3, BWV 1068- Johann Sebastian BACH (1685-1750)

-          Sinfonía en Re mayor n°1, Wq. 183/1- Carl Phillipp Emanuel BACH (1714-1788)

-          Sinfonía en Mi bemol mayor, n°103 (mit dem Paukenwirbel- “la del golpe del timbal”)- Joseph HAYDN (1732-1809)

Mientras que en la primera de las obras comprendidas en el programa Manfredo Kraemer actuó como solista y director desde el lugar del concertino, lo hizo desde el podio para el resto del programa. Y previamente al inicio del concierto, la cornista Silvia Lanzón recordó a su compañero de fila con unas palabras alusivas a la memoria del músico, integrante de la orquesta y fallecido súbitamente durante el transcurso del corriente año. Por lo tanto y por dicho motivo, este concierto tuvo una relevancia especial en homenaje a su memoria. Como no podía ser de otra manera, se lo despidió mediante un cálido aplauso.

Acto seguido, los músicos tomaron sus respectivas ubicaciones para interpretar los 5 movimientos de la mencionada Suite en Re mayor de Bach (Ouverture, Air, Gavotte I y II, Bourrée y Gigue), compuesta en 1730 y donde este gran músico compuso la parte para cuerdas y bajo continuo, mientras su hijo Carl Phillipp Emanuel escribió las partes para trompetas, timbales y oboe y su alumno Johann L. Krebs, las correspondientes a los segundos violines y la viola. La disposición de los instrumentos -primeros violines a la izquierda con contrabajos detrás, violas, cellos y oboe al centro y segundos violines hacia la derecha, mientras las trompetas y los timbales se ubicaron al fondo del escenario- permitió no sólo que Kraemer pudiera actuar como violín solista y director a la vez, sino que permitió el lucimiento de los instrumentos de cuerda, con formación de orquesta barroca. Hubo un contrapunto excelente por parte de los primeros violines -a cargo de Manfredo Kraemer- y los segundos -a cargo de Javiera Álvarez González- con el cello -gran interpretación de Diego Sánchez-. La celebérrima Aria para la cuerda de Sol sonó magistralmente en canon de primer violín, segundo violín, viola, cello, clavecín y contrabajo. Fue la oportunidad donde el solista Federico Ciancio pudo lucirse en el desempeño de dicho instrumento. En cambio, la Gavotte sonó algo excedida en volumen y pese a que las trompetas tuvieron un sonido limpio, no es lo mismo que una orquesta sinfónica toque en tempi de barroca, ni tampoco suena igual una trompeta actual que su homónima de época. Sí sonaron muy bien la bourrée y la gigue finales, rítmicas y acompasadas. Tras los aplausos, la Sinfónica Nacional conservó la misma formación y se agregaron músicos para interpretar la Sinfonía n°1 en Re mayor de Carl Phillipp Emanuel Bach. Lleva el número 183/1 del catálogo elaborado por Alfred Wotquenne (Wq.) y forma parte de las Seis sinfonías de Hamburgo, escritas en 1773 para el Barón von Swieten, donde C.P.E. Bach alcanza su plenitud como compositor. Se desarrolla en un solo movimiento con tres tempi: Presto/Lento/Rondó, con una excelente marcación por parte de Kraemer en tempo de orquesta barroca. Los solos de flauta y fagot estuvieron perfectamente bien logrados, al igual que el contrapunto entre contrabajo, cello y flauta del Lento, que sonó muy preciso e intenso.

La Sinfonía n°103 en Mi bemol mayor (“La del golpe de timbal”) es una de las más famosas obras de Haydn, así denominada por el solo de dicho instrumento que abre la misma. Se trata de una obra bisagra entre las postrimerías del estilo barroco/ rococó y el incipiente romanticismo, que forma parte del ciclo de las Sinfonías de Londres (números 93-104 del catálogo de Hoboken). Se estrenó en el King’s Theatre en 1795 y gozó de inmensa popularidad desde su estreno. Consta de 4 movimientos Adagio- Allegro con spirito/ Andante piú tosto- Allegretto/ Minuet- Trío/ Finale: Allegro con spirito, que contienen las dobles variaciones típicas de este compositor. El solo de timbal que abre la sinfonía y que también cierra el primer movimiento estuvo perfectamente bien ejecutado, logrando -en forma conjunta con la orquesta- un sonido muy compacto y equilibrado. El canon de cuerdas del 2° movimiento tuvo un sonido muy bien timbrado, con perfecta marcación de tempi, al igual que el solo de violín de este movimiento -muy buen desempeño del concertino Daniel Robuschi-, que es repicado posteriormente por el oboe. La introducción del corno en el 4° movimiento sonó muy bien, al igual que el crescendo en ritmo de rondó-sonata. Una gran versión de una orquesta de primer nivel como la Sinfónica Nacional para cerrar la noche.

Tras los aplausos, Manfredo Kraemer saludó a la madre de Gerardo García, quien se encontraba en la primera fila; precisamente, justo en el mismo lugar donde su hijo dejó la vida mientras escuchaba a sus compañeros en el ensayo. Un justo y merecido homenaje a un músico de primer nivel por parte de la orquesta donde debutó se formó y participó hasta el final de sus días. Hoy en día, forma parte de la gran orquesta que se encuentra en el cielo.   

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