sábado, 30 de julio de 2022

 

Espectacular concierto a cargo de la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación

 

SONIDOS QUE ENVUELVEN Y ENAMORAN

Martha CORA ELISEHT

 

            La Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación no sólo es uno de los mejores organismos artísticos del país, sino que también ostenta el privilegio de ser la única orquesta de cámara profesional, estable y oficial con sede en la Ciudad de Buenos Aires.  Ganadora en dos oportunidades del premio otorgado por la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina como mejor orquesta de cámara del país, realiza una labor formativa en el ámbito musical y ofrece un programa temático de conciertos. Precisamente, con motivo de los 175 años del fallecimiento de Félix Mendelssohn Bartholdy (1809-1847), la mencionada agrupación ofreció en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación el pasado viernes 29 del corriente un concierto denominado “MENDELSSOHNIANA” bajo la dirección de su titular -Sebastiano De Filippi- con la participación del violinista Freddy Varela Montero en calidad de solista, en un programa compuesto por las siguientes obras:

-          “Elegía” (transcripción para orquesta de cuerdas)- Mario PERUSSO (1936) (1° audición)

-          Concierto para violín y orquesta de cuerdas en Re menor, MWV O3- Félix MENDELSSOHN BARTHOLDY (1809-1847)

-          Sinfonía para orquesta de cuerdas n°7 en Re menor, MWV N7- Félix MENDELSSOHN BARTHOLDY (1809-1947)

Ante un auditorio a sala llena, una vez que los músicos tomaron sus puestos sobre el escenario, Sebastiano De Filippi agradeció la presencia en sala del maestro Perusso y aclaró que era la primera audición de su obra (Elegía) en transcripción para orquesta de cuerdas -la versión original es para cuarteto de cuerdas- y fue compuesta durante 2021 en homenaje a las víctimas de la pandemia de COVID 19. Se trata de un adagio elegíaco de carácter trágico, cuya introducción está a cargo del cello y del contrabajo para ser retomada posteriormente por el violín y la viola, logrando un clima de desolación y tristeza mediante el efecto de cuerdas divididas. Posee una línea melódica absolutamente tonal, con pasajes donde los solos de violines y violas alternan en contrapunto con el resto de las cuerdas -muy buena actuación del concertino Pablo Pereira, el solista guía de segundos violines Catriel Galván, la cellista Mariana Levitin y los violistas Mercedes Sánchez y Federico Butera- para desembocar en un cierre en tono menor a cargo de toda la orquesta. Un cálido aplauso por parte de la numerosa concurrencia fue el mejor homenaje al compositor y a los músicos en mérito a su labor.

            Si bien no es tan conocido como su homónimo en Mi menor, el Concierto para violín y cuerdas en Re menor no deja de ser una bellísima obra cuya composición data de 1822, cuando Mendelssohn sólo tenía 13 años y fue en homenaje a su amigo y maestro Eduard Rietz. Tras la muerte de Mendelssohn, su viuda donó el manuscrito original de este concierto a Ferdinand David -quien precisamente, estrenó el célebre Concierto en Mi menor-. Lamentablemente, cayó en el olvido y fue rescatado por otro virtuoso del violín: Yehudi Menuhin, quien recuperó el manuscrito original en 1951 y lo editó para reestrenarlo en el Carnegie Hall de New York al año siguiente. Consta de tres movimientos: Allegro/ Andante/ Allegro y posee reminiscencias gitanas -sobre todo, en la tumultuosa cadencia del Allegro final- que alternan con modulaciones típicas de la música de Schubert y Mozart. La orquesta obtuvo un sonido muy claro y sumamente compacto desde los primeros compases, con una perfecta conjunción armónica entre solista y conjunto instrumental. La labor de Freddy Varela Montero fue magistral: hizo gala en todo momento de su digitación y fraseo, que se puso de manifiesto en el solo del movimiento central y en la cadencia del Allegro final, con un excelente contrapunto en trémolo a cargo de cellos y contrabajos. Y como no podía ser de otra manera, el público deliró al final del concierto y estalló en aplausos.

            Del mismo período data la Sinfonía n°7 en Re menor para orquesta de cuerdas, que forma parte de las 13 sinfonías que Mendelssohn compuso entre 1821 y 1823, cuando sólo contaba con 12 a 14 años a modo de tributo a grandes músicos como Mozart., Haydn, Carl Phillipp Emmanuel Bach y Johann Christian Bach. Sin embargo, nunca fueron publicadas ni ejecutadas en público hasta muchos años después de la muerte del compositor. La mayoría poseen 3 movimientos, salvo las n°7, 8 y 9, que poseen 4. En el caso particular de la sinfonía n°7, sus movimientos son: Allegro/ Andante amorevole/ Menuetto/ Allegro molto, donde la orquesta brindó una interpretación sublime, con una perfecta marcación de tempi y un sonido prístino, perfectamente acompasado. Una muestra más de la brillante tarea llevada a cabo por Sebastiano De Filippi y que se vio coronada por una ovación por parte del público.

            Ese mismo día hubo una variada oferta de conciertos en varios de los ámbitos más selectos de la Ciudad de Buenos Aires y todos, interpretados por excelentes profesionales. No obstante, el público se inclinó más por este tipo de repertorio: un compositor conocido, convocante y con obras cuasi inéditas, que rara vez se representan. Precisamente, son sonidos que atrapan, envuelven y enamoran a los melómanos en todo el mundo. Y que representan un auténtico placer al poder escucharlos.  

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