sábado, 16 de julio de 2022

 Sensacional concierto a cargo de Joonas Ahonen en el ciclo Colón Contemporáneo

 

CON RIGOR Y PRECISIÓN NÓRDICA

Martha CORA ELISEHT

 

            Existen obras de música contemporánea que se representan muy a menudo, mientras que a veces, pasa mucho tiempo hasta que se reponen las mismas. Hubo que esperar casi 40 años para que la Sonata Concord del compositor estadounidense Charles Ives (1874- 1954) se exhumara y despertara tras un letargo sumamente prolongado, hecho que tuvo lugar dentro del Ciclo “COLÓN CONTEMPORÁNEO” el pasado viernes 15 del corriente en el escenario principal de nuestro mayor coliseo con la participación del pianista finlandés Joonas Ahonen, acompañado por Diana Gasparini (viola) y Patricia Da Dalt (flauta) en un programa comprendido por las siguientes obras:

-          Suite para piano, Op.25-. Arnold SCHÖNBERG (1874-1951)

-          “Peter Parker”- Bernhard GANDER (1969)

-          Sonata n°2 “Concord”, Massachutets, 1840-60- Charles IVES (1874-1954)

 

Previamente al inicio del concierto, una voz en off anunció que el mismo estaría dedicado a la memoria de Pedro Pablo García Caffi, quien fuera ex Director General del Colón y bajo cuya gestión se inició el ciclo “COLÓN CONTEMPORÁNEO”. Acto seguido, el pianista finlandés hizo su presentación sobre el escenario para dar vida a la mencionada obra de Schönberg. El padre del dodecafonismo vienés compuso esta obra entre1921 y 1923 y puede decirse que es la primera composición dentro de este nuevo estilo, caracterizado por no repetir las 12 notas integrantes de la escala cromática y que se concebía a través de manipulaciones y transposiciones sobre los diferentes grados de la escala (inversión, retrogradación, inversión retrógrada). Se caracteriza por ser una suite barroca compuesta en dicho estilo que se inicia con una introducción (Preludio) y que finaliza con una giga, dentro de la cual se insertan una gavotte, miusette, intermezzo y minuetto con su trío correspondiente. Por su parte, la gavotte contiene la estructura musical de BACH, según la escala de notas empleada en Alemania (B= Si bemol; A=La; C= Do y H= Si). Para poder interpretarla, el pianista utilizó una tablet con partitura electrónica y se caracterizó por ofrecer una magistral interpretación, donde hizo gala de sus excelentes pulsación y digitación, pero por sobre todas las cosas, fue sumamente preciso. Esta última característica se manifestó durante el transcurso del concierto y en todas las obras comprendidas en el mismo. Y en el caso particular de esta obra, pese a ser dodecafónica, guarda cierto atisbo de tonalidad porque posee una línea melódica bella y expresiva. Tras finalizar la misma, se retiró sumamente aplaudido para posteriormente interpretar la mencionada obra de Bernhard Gander, quien es uno de los compositores europeos más reconocidos en la actualidad. Efectivamente, la obra versa sobre el protagonista del comic El Hombre Araña y su transformación en el consabido héroe de historietas. Para ello, Gander emplea una serie de endiabladas figuraciones del teclado, que abarcan todo el registro del piano – de graves a agudos- y que presentan ciertas reminiscencias de autores de la talla de Prokofiev o Rachmaninov, con una armonía sumamente complicada, interrumpida de tanto en tanto por una serie de silencios -que contrastan con trinos y arpegios-. Es como una traducción musical de los diversos cuadros de una tira de historietas, sumamente bien logrados mediante los elementos anteriormente mencionados y glissandi, pero la versión de esta obra se caracterizó por la precisión y la sutileza en su interpretación,  lo que le valió el aplauso del público.

La obra de fondo de este concierto fue la Sonata Concord de Charles Ives, que consta de 4 movimientos: Emerson, Hawthrone, The Alcott y Thoreau. Cada uno está dedicado a un escritor estadounidense (Ralph Waldo Emerson, Nathaniel Hawthrone, Bronson y Louisa May Alcott y Henry Thoreau) y es la segunda sonata del padre del modernismo musical en su país de origen. Compuesta en 1921, se caracteriza por poseer armonías complejas (dos o más tonalidades simultáneas, citas de música propia y ajena (himnos religiosos, popular o marchas), anclaje tonal y acentuaciones irregulares). Por dicho motivo, se la representa en muy contadas oportunidades (la primera vez, en 1938 en el Club Americano de Buenos Aires, donde se produjo su estreno a cargo de  Margarita Fernández y posteriormente, en 1984 por Susana Kasakoff). Por lo tanto, hace exactamente 38 años que esta obra maestra se encontraba ausente de los escenarios porteños hasta que se la rescató de un prolongado olvido. El primer movimiento está dedicado a Ralph Waldo Emerson y es un Allegro escrito en forma de sonata, con siete temas principales, unidos entre sí mediante una línea melódica compleja, pero a la vez, audible. El tema lento posee reminiscencias del blue y otras melodías típicamente americanas, que fueron ejecutadas con suma precisión en la parte de trinos y cadencias. Hacia el final del movimiento, un solo de viola acompaña al piano -en este caso, desde el palco Avant scène de Platea-, apenas perceptible. En cambio, el 2° movimiento describe la literatura fantástica de Nathaniel Hawthrone mediante un scherzo, con elementos de ragtime y síncopa en alternancia con blues y melodías de tinte impresionista, tocada con tablilla en las notas agudas con la mano derecha. También se escucha un insert de una melodía beethoveniana con ribetes que remedan la obra de John Philip Souza, con una monumental interpretación por parte de Ahonen. El 3° movimiento está dedicado a los escritores Bronson Alcott y su hija Louise May -autora de Mujercitas- y se caracteriza por presentar un Adagio sostenuto in crescendo que fue ejecutado de manera monumental por el pianista finés, con la precisión y la elegancia que lo caracterizan más una excelente marcación de tempi. Por último, el movimiento final presenta una línea melódica clásica, de carácter pastoral -representado por el solo de flauta, con una excelente actuación de Patricia Da Dalt al respecto-, que recuerda la paz y la plenitud de los bosques -cosa que solía hacer el escritor Henry Thoreau-. Al finalizar el concierto, el público aplaudió tenazmente para despedir a los intérpretes.

Muchas veces, cuando una explica que debe realizar la crónica correspondiente a un concierto de música contemporánea, la miran como a un bicho raro. Realmente, es un placer descubrir este tipo de obras, tan interesantes y tan poco representadas. El ciclo Colón Contemporáneo es una auténtica caja de sorpresas; no sólo por la programación de las obras, sino también por la calidad de los intérpretes convocados para representarlas.  Si una fuera programadora del ciclo aprovecharía un intérprete nórdico especialista en dodecafonismo para presentar obras prácticamente desconocidas en Argentina de compositores de la talla de Fartein Valen, Eberhart Egge o Per Nørgaard. Ojalá que las autoridades del Colón tengan en cuenta lo manifestado en esta crónica y que se pueda ampliar este tipo de 

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