LA FILARMONICA EN UN
PROGRAMA SOBRECARGADO
Teatro
Colón, temporada 2023. Tercer concierto de abono del ciclo de la Orquesta
Filarmónica de Buenos Aires. Director: Alpesh Chauhan. Solista: Eduardo Vasallo
(Violonchelo) Programa: Obras de Golijov y Bruckner. 14 de Abril de 2023.
NUESTRA OPINION: BUENO
Un programa
de extraña formulación, por momentos sobreexigido, debió afrontar la
Filarmónica de Buenos Aires en su tercer concierto de abono de la presente
temporada. Combinar una obra de Osvaldo Golijov con un verdadero “Pezzo Grosso”
de la música como lo es la octava sinfonía de Anton Bruckner no es cosa
habitual. Aquí sí ocurrió y el balance de lo escuchado da por conclusión que
son obras que debieron transcurrir por andariveles distintos, esto es, que la
Octava de Bruckner por su envergadura, esfuerzo de preparación y complejidad para
la concertación debió haberse interpretado sola y como “Azul” para Violonchelo,
ensamble obligado y orquesta es una obra que aunque tenga menor duración
también contiene una gama de desafíos interpretativos, no cabe duda entonces
que para preparar ambas se sacrificaron muchos detalles que pesaron en el
resultado final, sobre todo en Bruckner.
El programa fue confiado al joven director inglés
de ascendencia hindú Alpesh Chauhan, también violonchelista formado en este
caso por quien fuera el solista en esta velada: Eduardo Vasallo. Estudió dirección
de orquesta cor el gran Stanislav Skrowaczewski , fue promovido por directores
de la talla de Andris Nelsons y Edward Gardner en la Sinfónica de Birmingham en
la que su Maestro de instrumento es el solista de Violonchelo. Cuenta actualmente
con un interesante currículum que lo señala en la posición de Director Musical
de la Opera de Birmingham y presentaciones como invitado al frente de
agrupaciones de la magnitud de la Filarmónica de Londres
Comencemos por la parte final. La Octava de
Bruckner es una composición de largo aliento dedicada al Emperador Francisco
José en momentos en que soplaban aires de guerra entra el Imperio
Austro-Hungaro y Rusia que dieron lugar a una entrevista entre el Emperador y
el Zar Alejandro III en Olomuc (también conocida como Olmutz), la que culminaría
en un acuerdo que permitió la distensión entre ambas partes. El marco de
tensión que se palpita desde el comienzo de este trabajo que promedia según los
criterios de los Directores de 75 a 80 minutos de duración, va dando paso a acordes de fanfarrias, desarrollo discursivo
y una pesante recapitulación que deja entrever la angustia que en Bruckner
provocaba ese estado de cosas. Ya
entrado de lleno en el segundo movimiento, el compositor describe en música a
un simpático personaje de la campiña austríaca: Miguel. La imagen que los
compases sugieren es la de que Miguel actúa como un correo. Va hacia Olomuc
para saber del resultado de esa entrevista y volver a su terruño para comunicar
lo que sucede a los demás. El tercer movimiento nos trae la que acaso sea la más
perfecta composición Bruckneriana: un gran Adagio en donde el creador de Sankt Florian logra plasmar en
el pentagrama sus dudas, temores y acaso dejando lugar a una luz de esperanza.
El cuarto hace retornar el clima de tensión del primer movimiento con algunas
recapitulaciones hasta llegar a una inmensa y apoteótica coda final que
describe la felicidad por el resultado final de la entrevista y la imagen de
que Miguel correrá de regreso para dar la buena nueva a los suyos. Todo este
programa y la música que emana requiere concentración, preparación, inclusión
de instrumentos poco usados en una sinfonía como las tubas wagnerianas
(justamente es Bruckner quien más las ha empleado) y , fundamentalmente, los
tempi elegidos por el conductor de orquesta para que el mensaje musical llegue
de la mejor manera posible. Momentos como en el primero de los movimientos que
deben a mi entender transmitirse en lento, otros como en el segundo que exigen “canto”
pleno o en el tercero en donde las arpas juegan un pasaje de inusitada belleza
y un cierre que debe contener suma enjundia. La versión de Chauhan a mi
entender tuvo logros parciales. Ignoro si los tiempos de preparación del
programa influyeron para que el resultado haya sido ese. Hubo tensión en el
primero de los tiempos, aun cuando hubo pasajes de tempi muy rápido. Muy
lograda resultó la sección central del segundo movimiento, mientras que en el
tercero fue donde se plasmaron los mayores logros. El cuarto con su imponente
coda final no alcanzó en esta versión a describir de modo imponente el triunfo
de la paz como resultante de la célebre entrevista. Hay al menos tres versiones
de la obra, Bruckner era muy inseguro y proclive a aceptar opiniones acerca de
reelaboraciones incluso en demasía, por lo que a la inicial de 1887 le
siguieron más ajustes en 1890 y la definitiva de 1892. Si bien la información
del programa de mano no incluyó cual fue la versión empleada, entiendo que se
trató de la definitiva, editada por la
casa Leopold Nowak que es la que la
Sociedad Internacional Bruckner acepta.
“Azul” es una densa partitura de Osvaldo
Golijov que lleva un violonchelista solista, un conjunto “obligado” en donde
resaltan abundante percusión, un acordeón (aquí llamado “Hiper Acordeón) y
efectos electroacústicos. Posee cuatro movimientos, los dos primeros “Paz
sulfúrica” y “silencio” de carácter profundamente reflexivo, con momentos de
corte minimalista en donde el Violonchelo interpreta de manera reiterada una
breve melodía que es sostenida por el acordeón. Esta melodía es amplificada por
el dispositivo electroacústico mientras que la percusión aporta elementos que
resaltan la música. La orquesta surge con momentos de potentes intervenciones. El
tercer movimiento “Transit” muestra una evolución desde lo minimalista hacia
momentos más agiles y plenamente discursivos, que se ven plenamente expuestos
en el cuarto: “Yrushalem” en donde aquí sí se destaca la percusión con
elementos de raigambre popular empleados en el folcklore de medio oriente como
el “Derbake” (tambor muy popular en las
melodías danzadas). Acaso sea este último tiempo el que muestre el rostro
musical más conocido de Golijov, el de las danzas y ritmos israelíes y el que
mejor graficó en música a la región del Levante. Aquí hubo un perfecto
entendimiento de todos desde la gran labor solista de Eduardo Vasallo, pleno de
musicalidad, quien al concluir la obra y tras sostenidos aplausos le ofrendo al
público un Bach de exquisita factura, un solvente desempeño de percusionistas
capitaneados por Christian Frette, junto al trabajo electroacúsitico y del
acordeón, puntales fundamentales para el sostenimiento de la interpretación.
Junto a ellos, la Filarmónica guiada por Chauhan con solvencia (evidentemente
se siente cómodo en este repertorio) lució sumamente ajustada con ataques muy
precisos y en ningún momento registro excesos.
A la hora de planificar se debe recordar que
el esfuerzo debe ser dosificado. Aquí lo hubo en exceso y se notó.
Donato Decina
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