domingo, 28 de mayo de 2023

 

Muy buen concierto del PROYECTO POULENC en la Usina del Arte

 

UN PROYECTO QUE CRECE A PASOS AGIGANTADOS

Martha CORA ELISEHT

 

            Dentro de la numerosa oferta cultural que posee la Ciudad de Buenos Aires, el pasado sábado 27 del corriente se llevó a cabo en la sala de cámara de la Usina del Arte el segundo concierto del denominado PROYECTO POULENC, cuyo objetivo es promover y difundir la música de este destacado compositor francés (1899-1963), que formó parte del Grupo de los Seis junto a Darius Milhaud, Germaine Tailleferre, Arthur Honegger, Georges Auric y Louis Durey en 1920 en París y que contó con la presencia de Jean Cocteau como representante artístico. Si bien Erik Satie comenzó formando parte del grupo, se retiró en 1918, pese a que siempre estuvo en contacto con el resto de sus integrantes.

            El proyecto cuenta con la coordinación de Marcelo Delgado y la participación de prestigiosos músicos que no sólo forman parte de las orquestas más prestigiosas del país (Filarmónica de Buenos Aires, Sinfónica Nacional y Estable del Teatro Colón, entre otras) sino que, además, se desempeñan como docentes del Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla”, dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

            En esta ocasión, se presentaron las siguientes obras:

-          Sonata para oboe y piano, FP 185- Intérpretes: Marcelo BAUS (oboe)

                                                          María del Carmen CALLEJA (piano)

-          Sonata para flauta y piano, FP 164- Intérpretes: Patricia DA DALT (flauta)

                                                           María del Carmen CALLEJA (piano)

-          Sexteto para flauta, oboe, clarinete, fagot, trompa y piano, FP100

Intérpretes: Patricia DA DALT (flauta)

                   Marcelo BAUS (oboe)

                   Griselda GIANNINI (clarinete)

                   William Thomas GENZ (fagot)

                   Pablo LLAMAZARES (corno)

                   Marcos PUENTE OLIVERA (piano)

 

En un auditorio con bastante afluencia de público -pese a las inclemencias climáticas- que se dio cita en la Usina la tarde del sábado, Marcelo Delgado se dirigió al público para realizar comentarios sobre vida y obra de Poulenc y anunciar las obras comprendidas en el programa dentro del contexto histórico en el cual fueron compuestas, dada la ausencia de programas de mano. En este caso, se comenzó por su Sonata para oboe y piano, que data de 1962 y está dedicada a la memoria de su amigo y colega, el compositor ruso Sergei Prokofiev (1891-1953). La intención de Poulenc era componer sonatas para todos los instrumentos de viento y piano (llegó a componer para flauta, clarinete, oboe y su Elégie para trompa), pero lamentablemente, dejó inconclusa la correspondiente para fagot, debido a que murió de un infarto en 1963. Consta de tres movimientos (Elégie: paisiblement, sans presser/ Scherzo: Trés animé/ Déploration: Trés calme) en orden inverso al de una sonata tradicional (Rápido/ Lento/ Rápido) y su duración oscila entre 13 a 15 minutos. La elegía inicial posee una gran influencia impresionista con ribetes de jazz, mientras que, durante el scherzo, tanto el oboe como el piano interpretan una serie de escalas ascendentes y descendentes en ritmo de saltarello/ presto. La interpretación por parte del dúo Baus/ Calleja fue de muy buen nivel durante toda la pieza y el oboísta se destacó en su solo final de manera sublime -a modo de lamentación u obituario-, donde la melodía se evanece hasta desaparecer.

La Sonata para flauta y piano data de 1957 y fue compuesta por encargo del gobierno de Estados Unidos in memoriam de la benefactora y mecenas de música de cámara Elizabeth Coolidge, quien era, asimismo, benefactora de la Biblioteca del Congreso de dicho país. En su autobiografía, Poulenc le comenta su intención al flautista Jean- Pierre Rampal, quien estrenó la obra con la presencia del compositor al piano -de manera no oficial- en el Festival de Estrasburgo en 1957 para una sola persona: Arthur Rubinstein, quien debía marcharse al día siguiente del estreno y quería escuchar la obra antes de partir. El estreno se produjo de manera oficial en el auditorio Coolidge de la Biblioteca del Congreso estadounidense en 1959 y fue un gran éxito desde su inicio. Consta de tres movimientos: Allegro malincolico/ Cantilena: assez lent/ Presto giocoso y posee una notable influencia de Debussy y Fauré en los trinos y la cadencia inicial a cargo de la flauta en el 1° movimiento, pero con estilo propio, mientras que la cantilena se caracteriza por su lirismo en la flauta y una parte mucho más íntima a cargo del piano con ciertas reminiscencias del barroco -al estilo de Albinoni o Boccherini-, que fue interpretada de manera exquisita tanto por Patricia Da Dalt como por María del Carmen Calleja. El Preso giocoso final posee mucha síncopa por parte del piano, mientras la flauta desarrolla pasajes de extrema dificultad técnica en los arabescos, trinos y glissandi, que fueron resueltos por ambas intérpretes con precisión y maestría, lo que les valió un cálido aplauso por parte del público.

El Sexteto para flauta, oboe, clarinete, fagot, trompa y piano FP 100 representa la carta de presentación de Francis Poulenc como compositor y data de 1932, junto con su Concierto para dos pianos y la cantata Le Bal Masqué, cuando todavía integraba el Grupo de los Seis. Posteriormente, el compositor realizó una revisión en 1939 y consta de tres movimientos: Allegro vivace/ Divertimento: Andantino/ Finale: Prestissimo. Posee numerosas influencias de ritmos como el jazz y el ragtime -de los cuales, Poulenc era un ferviente admirador- pero también, de compositores como Stravinsky y Prokofiev en el Allegro vivace inicial, que comienza con una serie de escalas ascendentes por parte de todos los instrumentos antes de dar paso a una sección enérgica de ritmos complejos más la línea de fondo en el piano. Este instrumento no brinda apoyo, sino que es el motor interno -o si se quiere, el nervio motor- de toda la composición. La parte central es más lenta -a cargo del fagot, cuya melodía se repite por el resto de los instrumentos- antes de regresar al tempo inicial. En este caso, todos los intérpretes se lucieron logrando un perfecto equilibrio sonoro, sin que uno prevaleciera por sobre los otros en perfecta armonía. En el segundo movimiento, el piano toca todo el tiempo en una sucesión de escalas, mientras que los vientos ejecutan una serie de glissandi en esquema lento- rápido- lento. El movimiento final comienza con un “galope al estilo de Offenbach” y posee numerosas influencias del ragtime, muy sincopado y con numerosos contrapuntos hasta desembocar en una coda solemne, introducida por el piano y seguida por el resto de los instrumentos. La interpretación fue magistral y se vio coronada por numerosos aplausos y vítores al final del concierto.

Resulta sumamente interesante descubrir obras escasamente difundidas, o que no forman parte del repertorio habitual de los programas de conciertos. Si bien la obra sinfónica de Poulenc es más conocida, sin embargo, su extensa obra de cámara no lo es. Por lo tanto, el hecho de promover un proyecto de esta envergadura con intérpretes de excelencia y jerarquía es una de las mejores cosas que le pueden pasar no solamente al público, sino también, al periodista especializado. Sería muy bueno poder contar con la programación completa del proyecto para difundir su programación y acompañar a los intérpretes en esta auténtica cruzada. Suena muy enriquecedor y crece a pasos agigantados.     

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