miércoles, 3 de mayo de 2023

 

¡¡Un muy bienvenido estreno....!!

Por Jaime Torres Gómez

El cierre del prestigioso Festival de Música Sacra del Instituto de Música de la Pontificia Universidad Católica de Chile (IMUC), presenciado en la Iglesia La Anunciación de la comuna de Providencia, contempló un trío de interesantes obras contemporáneas, siendo de gran relevancia el estreno mundial de la Misa Solemne, opus1, del compositor chileno Alfonso Letelier Llona.          

La gravitación de Letelier Llona (1912-1994) al desarrollo de la música en Chile es fundamental. Figura de vastos intereses (además, fue Ingeniero Agrónomo), su producción posee una amplia variedad de temáticas, como una genuina inquietud por aspectos científicos plasmados en notables composiciones como “Los Preludios Vegetales”, la Suite “Aculeo” o “El Hombre ante la Ciencia”, asimismo existenciales, reflejados en sus notables “Sonetos de la Muerte” (con los interpelantes textos de Gabriela Mistral), dando cuenta de completa solvencia intelectual.

En el campo religioso (de comprometida observancia católica), su música está muy influenciada por el canto gregoriano, y en consecuencia con fuerte asimilación de la música del medievo-renacentista. Prueba de ello son sus Vitrales de la Anunciación, incorporando, con celebrada libertad, textos de “La Anunciación de María” de Paul Claudel junto con los del Angelus (la tradicional oración católica del medio día), dando cuenta de una figura de fina sensibilidad y espiritualidad.

Abierto a diversas corrientes, la música de Letelier denota completo eclecticismo -aunque más orientado al expresionismo-, disponiendo de obras con rasgos neo-clásicos, impresionistas, post románticos, e incluso dodecafónicos y seriales.

Como antesala a este rico contexto intelectual -y musical en particular-, nace la Misa Solemne letelierana como Opus 1, obra de juventud (1930) donde es posible ver una interesante fusión permeada desde el canto gregoriano (en el tratamiento de las voces), pasando por los clásicos, impresionistas (buen dominio del color instrumental, con interesante tratamiento texturante de las cuerdas como en el uso del arpa) e incluso, en un momento, evocando el preludio del último acto del Tristán e Isolda wagneriano, más algunos rasgos puccinianos en lo melódico. Y no obstante teniendo importante (y genuina) expresividad global, hay instantes (los menos) con ciertas opacidades de contraste (como en el caso del Gloria, que se percibió algo monocorde y sin mayor exultancia). 

Destacable la “arqueológica” labor de Carmen Luisa Letelier, hija del compositor, al descubrir en los últimos años este inédito material y ponerlo a disposición, asimismo el IMUC en concretar este estreno mundial. Asimismo, excelente labor de Felipe Ramos Taky como maestro concertador junto al ensemble de cuerdas, arpa, órgano y coro, ameritándose a futuro una reedición con un orgánico mayor de coreutas y orquesta. Sólidas intervenciones solísticas del barítono Patricio Sabaté, la soprano Florencia Novoa, la mezzo Javiera Barrios y el tenor Gonzalo Quinchahual.

Previo a la Misa de Letelier, con celebrado criterio programático, se ofrecieron la Berceuse Elégiaque (Canción de cuna del hombre ante el ataúd de su madre) de Ferruccio Busoni y el Nunc Dimittis de Aribert Reimann, de 1985.

En suma, un exitoso cierre de un indispensable espacio de la vida musical del país como el Festival de Música Sacra del IMUC, con obras no conocidas localmente más un muy bienvenido estreno mundial de una obra inédita de uno de los más grandes compositores chilenos, y con buenas calidades de entregas…     

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