lunes, 22 de mayo de 2023

 

Muy buen concierto de la Sinfónica de Tres de Febrero en la Usina del Arte

 

EL ORGULLO BONAERENSE NO TIENE FRONTERAS

Martha CORA ELISEHT

 

            En una nota anterior realizada a fines de 2021, quien escribe se refirió a la Orquesta Sinfónica Municipal de Tres de Febrero como una orquesta que sonaba “a la europea, pero orgullosamente bonaerense”. El mencionado organismo sinfónico se presentó dentro del Ciclo de Cámara de la Usina del Arte el pasado domingo 21 del corriente en la Sala Sinfónica de dicho centro cultural, bajo la dirección de Ezequiel Fautario y con la participación de Pablo Sangiorgio -concertino de dicha agrupación- en calidad de solista, en un programa integrado por las siguientes obras:

-          Concierto en Re mayor para violín y orquesta, Op.35- Piotr I. TCHAIKOVSKY (1840-1893)

-          Sinfonía n°8 en Fa mayor, Op.93 (“Pequeña”)- Ludwig van BEETHOVEN (1770-1827)

Fundada en 1986, fue el primer elenco estable de dicho municipio del conurbano bonaerense y se ha presentado en los principales escenarios y salas de conciertos del Área Metropolitana de Buenos Aires (Teatro Colón, Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Basílica de Lourdes, Teatro Paramount de Caseros, Centro Cultural Kirchner y Facultad de Derecho de la UBA, entre otros). Tras la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino suplente Edison Russo, Ezequiel Fautario hizo su presentación provisto de un micrófono para presentar al solista, anunciar las obras comprendidas en el programa y hacer una breve reseña sobre las mismas, ya que la ausencia de programas de mano parece haberse convertido en un clásico tras la pandemia. Se refirió al mencionado Concierto para violín y orquesta en Re mayor como el único que Tchaikovsky compuso para dicho instrumento en 1878 durante su estadía en Clarens (Suiza), donde estaba trabajando en la composición de una sonata para piano tras la depresión sufrida por su fallido matrimonio con Antonina Miliukova. Al carecer de suficiente inspiración, recibe la visita de uno de sus alumnos de composición: el violinista Iósif Kotec, quien le propone tocar una transcripción para violín y piano de la Sinfonía Española de Édouard Lalo (1823-1892). Tchaikovsky queda tan fascinado con la obra, que decide suspender la composición de su sonata y comienza a componer su concierto para violín bajo asesoramiento de Kotec. Estuvo listo en tan sólo un mes y quería que el mismo Kotec lo estrenara, pero no se sintió lo suficientemente seguro como para hacerlo. Por dicho motivo, se lo ofreció al talentoso Leopold Auer, pero lo rechazó considerándolo “intocable”, razón por la cual hubo que buscar otro solista. La elección recayó finalmente en Adolf Brodsky, quien lo estrenó en 1881en Viena. No obstante, la crítica fue adversa por falta de ensayo y por su extrema complejidad. Recién en 1888, la obra gana popularidad merced a la memorable interpretación de Karel Haliř.

Alumno de Rolando Prusak, Pablo Sangiorgio se desempeña como concertino titular de la Sinfónica Municipal de Tres de Febrero y ofreció una muy buena versión de este famoso concierto merced a su impecable fraseo, con muy buena musicalidad en las cadencias y pasajes en cascada en las notas agudas de extrema dificultad técnica en el Allegro moderato inicial. El acompañamiento y el diálogo por parte de la orquesta fue soberbio, mientras que el solista se destacó por brindar un sonido netamente romántico en el 2° movimiento (Canzonetta: Andante), muy preciso y con numerosas sutilezas, para pasar de manera attaca súbito (sin interrupción, de golpe) al impetuoso Allegro vivacísimo final, donde Tchaikovsky inserta una drushba como tema principal hasta la introducción del 2° tema (Poco meno mosso), que luego crece en intensidad a medida que el solista acelera el tiempo (Poco a poco stringendo) hasta la monumental coda final, donde hubo un más que perfecto y sutil diálogo entre solista y orquesta. El público lo ovacionó de pie al finalizar su interpretación.

Para distinguirla de su Sinfonía n°6 en Fa mayor (“Pastoral”), Beethoven denominó a su 8° Sinfonía en Fa mayor, Op.93 como “Pequeña” tras su composición en 1812. Para ese entonces, Johann Mäzel -el inventor del metrónomo- le organiza una cena de despedida a Beethoven antes de salir de viaje en 1812, donde presenta su invento para marcar los tempi a los compositores. A Beethoven le gustó y decidió componer una canción en homenaje a dicho invento, pero que después transformó en un rondó que se incluye en el 2° movimiento de esta sinfonía (Allegro scherzando). Por eso, muchos musicólogos consideran que la Pequeña sinfonía en Fa mayor posee numerosos pasajes donde Beethoven se ríe de sí mismo, intercalando notas humorísticas en sus 4 movimientos (Allegro vivace con brio/ Allegro scherzando/ Tempo di minuetto/ Allegretto vivace). Es la única de sus sinfonías que no contiene un movimiento lento, sino este Allegro scherzando de carácter vivaz, alegre y despreocupado, al cual, le sigue un Minuetto. Y en el movimiento final, Beethoven se aparta del sistema tonal para intercalar escalas en crescendi y diminuendi entre diferentes grupos de instrumentos -particularmente, las cuerdas-, a modo de la antigua polifonía -característica que tomará a posteriori Carl Nielsen para desarrollar su tonalidad expansiva-. Esto representa un desafío enorme tanto para el director como los músicos. No obstante, nunca tuvo la popularidad de sus Sinfonías n°7 y 9 (“Coral”). En la presente versión, hubo numerosos contrapuntos entre maderas, metales y cuerdas, logrando un sonido marcial y, al mismo tiempo, netamente romántico, poniendo énfasis en las notas de humor anteriormente mencionadas. Tanto en el 2° como en el 3° movimiento, Fautario logró un sonido puro, cristalino, con una gran labor contrapuntística, para lograr sacar lo mejor de la orquesta en el difícil Allegretto vivace con el cual se cierra la obra, saliendo airoso de dicho desafío. La labor se vio coronada por múltiples aplausos y vítores.

Independientemente del agradecimiento al público, Ezequiel Fautario también agradeció a las autoridades presentes en nombre del Gobierno de la Ciudad, quienes permitieron la inclusión de la orquesta dentro del ciclo y recomendó seguir la actividad de la orquesta en las redes sociales. A menos que se las incluya dentro de ciclos de grandes conciertos, no siempre el público tiene la oportunidad de escuchar las agrupaciones provenientes del conurbano. En este caso, el orgullo bonaerense va in crescendo y no tiene fronteras.   

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