lunes, 15 de mayo de 2023

 

Orquesta de Cámara con sólida directora invitada

                                                                                 Por Jaime Torres Gómez

La Orquesta de Cámara de Chile, a lo largo de la actual temporada, ha contemplado una inédita e importante presencia de mujeres directoras, iniciándose tales presentaciones con el debut en Chile de la joven y talentosa maestra danesa Rose Munk Heiberg.

Con una solvente presentación en el Teatro California de Ñuñoa -sede de la OCCH-, Munk Heiberg demostró innata capacidad de liderazgo musical, traducido en una atenta respuesta de la orquesta nacional, y a la vez apreciable versatilidad estilística ante un contrastado programa.  

Siguiendo la línea editorial de la OCCH, nuevamente se incluyeron obras de distintos períodos y no habituales, más lo recurrentemente solicitado por el público.

Del todo interesante la inclusión, como primera obra, de la Obertura de “Claudine von Villa Bella”, de Franz Schubert, al parecer estreno local. Como parte de lo poco conservado de la ópera homónima (sólo se dispone del primer acto ante la pérdida de los dos restantes), se trata de un Singspiel (ópera con diálogos en alemán), y a la vez la única colaboración con J.W. Goethe.

Compuesta a los 18 años, Claudine… es parte de un prolífico período de obras (óperas, sinfonías y misas). Y particularmente en esta obertura hay gran originalidad de proyección desde el clasicismo heredado hacia un temprano romanticismo. Interesante compendio anímico a partir de un intenso (casi trágico) Adagio a un jubiloso Allegro, amén de asertivas indicaciones de dinámica y carácter.

La versión de la directora invitada tuvo pleno idiomatismo y concentrada respuesta de los camaristas chilenos. Escrupuloso trabajo en balances, texturas, acentos y progresiones expresivas.

Seguidamente, la reedición de “Erosión”, del destacado compositor (y pianista) chileno Andrés Maupoint (1968), estrenada por la misma OCCH en 2019. Conforme lo expresado por el mismo Maupoint in situ (con una didáctica introducción de su obra), “Erosión considera diversos procesos de composición, los cuales -a nivel micro y macro- se van desintegrando, royendo, erosionando…”.  De formidable factura, adoptando una batería de avanzados recursos composicionales eficaces al propósito expresivo, amén de una extrema exigencia técnica (en lo rítmico, tímbrico y colorístico), existe pleno correlato entre las intenciones inspirativas y su discurso final, donde lo “erosivo”, como concepto per se, adquiere amplia esencialidad y no circunscrito a una específica singularidad. Del todo laudatoria su nueva presentación a poco tiempo de su estreno. 

Notable cometido de Munk Heiberg, comprendiendo a cabalidad el carácter de la pieza, traducido en un comprometido trabajo con la magnífica agrupación nacional.

Y como última obra, una excelente versión de la Sinfonía N° 41 “Júpiter” de W.A. Mozart, de asidua programación en casi todas las orquestas del país. Referirse a la última sinfonía mozartiana es casi inoficioso al abundar literatura, aunque sólo destacar que se trata de obra maestra en todo orden.

La versión firmada por la directora danesa acertó en claridad de discurso global, con punzante rítmica (especialmente en el primer movimiento), acrisoladas transparencias y hondas exposiciones melódicas. Sólo advertir cierto “relajo” en el segundo movimiento, quizás producto de marcaciones a ratos no siempre claras, aunque no decayendo del todo la trama interna de dicho segmento.

En suma, una sólida presentación a cargo de una debutante directora en Chile, y debidamente retribuida por el numeroso (y fiel) público congregado en el tradicional Teatro California de Ñuñoa…

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