domingo, 21 de mayo de 2023

 

FIESTA DE LA LIRICA

 

Teatro Argentino de La Plata, temporada 2023. Opera: “Aida”, en cuatro actos con libreto de Antonio Ghislanzoni basado en el original de Ferdinand Mariette con adaptación escénica de Camille du Locle. Música: Giuseppe Verdi. Elenco: Eiko Senda (Aída), Gustavo López Manzitti (Radamés), Guadalupe Barrientos (Amneris), Leonardo López Linares (Amonasro), Hernán Iturralde (Ramfis), Emiliano Bulacios (Faraón), Raúl Iriarte (Mensajero), María del Rocío Giordano (Sacerdotisa). Integrantes del Ballet Estable del Teatro Argentino de la Plata danzando coreografías de María Colusi. Coro Estable del Teatro Argentino de La Plata, Director: Santiago Cano. Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata. Escenografía: Stella Maris Besozzi, Vestuario: Stella Maris Müller, Iluminación: Gabriel Lorenti. Puesta en Escena: María Concepción y María de la Paz Perré. Director Musical: Carlos Vieu. Sala Alberto Ginastera, 20 de Mayo de 2023.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Finalmente llego el día tan ansiado por todos. El de la vuelta de la Opera al escenario del segundo teatro lírico más importante de la República Argentina. Y este retorno del género al Argentino de La Plata no pudo ser más auspicioso, ya que vino de la mano de una muy digna producción de “Aida” de Verdi, la que por su complejidad, tanto para intérpretes como para responsables de puesta escénica la convierten en un verdadero desafío, y en este caso, para las propias secciones estables de la casa a más de seis años de la última producción lírica presentada en la Sala Ginastera.

 

  La puesta en escena recayó en las Hermanas María Concepción y María de la Paz Perré. Por muchos años colaboradoras de creadores de la talla de Don Roberto Oswald, formadas en sus inicios por verdaderos luchadores de la ópera independiente, desde hace años bregan en tándem y se han forjado una sólida carrera. La concepción de este título fue la convencional, apoyadas en un sobrio y muy funcional marco escénico diseñado por María José Besozzi, el que fue resaltado de manera conveniente por la iluminación de Gabriel Lorenti (mas  allá de que entiendo que habrá que ajustar algunos detalles como la posición de los cantantes para que sean alcanzados por el haz de luz de los seguidores) sumados a la apoyatura de una muy buena realización de vestuario a cargo de Stella Maris Müller. Con este conjunto pudieron llevar adelante una muy buena y convincente marcación escénica a la que los intérpretes vocales respondieron de modo impecable aflorando entonces todas las situaciones narradas en la historia: El amor, las pasiones, el deber, la lucha. Ahí reside el gran mérito de este trabajo visual, muy aplaudido en el final por un público que llenó de manera casi total  los tres primeros niveles (al menos así lo percibí desde mi posición).

 

  Para este resultado comentado coadyuvó la selección de un muy sólido elenco encabezado por la Soprano Eiko Senda por demás conocida entre Ntros. y muy particularmente en la sala del Argentino en donde intervino en recordadas producciones de “Madama Butterfly”, “Tosca”, “Salomé” y “Tristán e Isolda” y aquí volvió a demostrarlo con un  protagónico en donde no dejó nada librado al azar, exponiendo todas las atribulaciones de su personaje. Vocalmente su labor no mostró fisuras, pudiendo pasar desde los momentos más sutiles a aquellos en donde hay que exhibir garra. Lució ampliamente y también fue muy justamente ovacionada. Gustavo López Manzitti compuso un Radamés de manera muy eficiente, asentándose con el correr de la función. Supo llevar adelante su “Celeste Aída” con suma inteligencia en la administración de sus recursos vocales y ya desde el escena triunfal respondió con creciente solidez en cada intervención que le cupo. Guadalupe Barrientos compuso de modo interesante a su Amneris, aun cuando en el comienzo del primer cuadro del segundo acto sus notas bajas no lucieron lo suficientemente convincentes, sin embargo pareciera que esto último obró como disparador para que en el siguiente dúo con “Aída” explotara su garra vocal y desde allí al final de la función dejara aflorar todos sus recursos vocales y actorales que hicieron de su composición una de las más celebradas de todo el espectáculo. Leonardo López Linares puso todo su oficio y sabiduría en su Amonasro con sólidos recursos vocales y una fuerte presencia escénica.  Muy correcto Hernán Iturralde como Ramfis el sumo sacerdote tanto en lo actoral como en lo vocal, expresando en muy buena forma a lo largo de sus intervenciones. Otro tanto le cabe a Emiliano Bulacios como el Faraón, muy cómodo en el rol y con muy buena actuación. Muy eficientes tanto Raúl Iriarte en el mensajero como María del Rocío Giordano en el fragmento de la Sacerdotisa.

 

   Convenientemente reforzado, el Coro Estable de la casa lució muy sólido en sus intervenciones, bajo la Dirección del Mtro. Santiago Cano, quién de esta manera ofreció su primera labor al frente del mismo.

 

  Las danzas que ambientan tanto el último cuadro del Primer acto como en todo el segundo acto, tuvieron mucho acierto y brillo realizadas por María Colusi y llevadas adelante por una muy buena selección de integrantes del Cuerpo de Baile Estable del Teatro Argentino.

 

  Referente indiscutido del repertorio operístico, Carlos Vieu demostró una vez más su capacidad para llevar adelante espectáculos de esta magnitud, la Orquesta Estable platense (también reforzada) respondió en muy buena forma. Algunas muy pequeñas imprecisiones en nada empañan la labor. Hubo ida y vuelta permanente con el palco escénico, resaltó detalles y ofreció muy buenos matices. Muy meritoria labor.

 

  El saldo final fue un muy buen espectáculo tanto visual como musical, con los mejores profesionales que esta parte de Sudamérica hoy puede ofrecer y una sala finalmente recuperada que “vuelve a la vida”, celebrémoslo y démosle todo Ntro. apoyo.

 

Donato Decina

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