martes, 25 de julio de 2023

 


                                  Fotografía: Prensa Teatro Colón/Mtro. Arnaldo Colombaroli


Excepcional concierto de Martha Argerich junto a prestigiosas figuras en el Colón


CON ENJUNDIA, MAESTRÍA Y PRECISIÓN


Martha CORA ELISEHT


El Festival Argerich no sólo cuenta con la presencia de la talentosa pianista

argentina, sino que también participan numerosos intérpretes de primer nivel -tanto

nacionales como internacionales-. El escenario del Teatro Colón fue el marco perfecto

para el 4° concierto del mencionado festival, que tuvo lugar el pasado sábado 22 del

corriente con la presencia de los siguientes artistas: Gideon Kremer y Madara Pētersone

(violines), Martha Argerich (piano), Sergei Nakariakov (trompeta) y la Orquesta

Filarmónica de Buenos Aires dirigida por Sylvain Gasançon, quienes interpretaron el

siguiente programa:

- “Twilight” para dos violines y orquesta de cámara- Giya KANCHELI (1935-

2019)

- “Metamorfosis”- Richard STRAUSS (1864-1949)

- Concierto n°1 para piano y trompeta en Do menor, Op.35- Dmitri

SHOSTAKOVICH (1906-1975)

Con motivo de las representaciones de LA CARRERA DEL LIBERTINO (THE

RAKE’S PROGRESS) de Igor Stravinsky, se utilizó un telón negro de fondo en vez de la

tradicional cámara acústica y se empleó el proscenio para que una reducida formación

de cuerdas y órgano electrónico pertenecientes a la Filarmónica tomaran posesión sobre

el escenario de nuestro mayor coliseo. Tras la tradicional afinación de instrumentos a

cargo del concertino Xavier Inchausti, los violinistas hicieron su presentación junto a

Sylvain Gasançon para interpretar la mencionada pieza de Giya Kancheli, que data de

2004. Es una obra íntima, de muy buena línea melódica, cuya apertura está a cargo de

los dos violines con contrapunto con el violoncello y el órgano electrónico.

Posteriormente, se alternan dos temas: uno, más misterioso y profundo, y otro, de

carácter romántico. La ejecución de Gasançon al frente de la Filarmónica se destacó por

la profundidad del sonido y su precisión en la marcación, característica que se vio

favorecida por la formación de la orquesta a la alemana. Los solos de violín poseen

reminiscencias barrocas, mientras las cuerdas desarrollan una serie de staccatos y

ostinatos. Madara Pētersone se destacó en sus pizzicatos, mientras Gideon Kremer

ejecutó un magistral cantábile en contrapunto con el pizzicato del segundo violín

solista. Tras un impecable contrapunto de los contrabajos con el pizzicato a cargo de los

violines, la obra culmina con el tema inicial ejecutado por los dos violines solistas en

diminuendo hasta que la melodía se evanesce. El resultado se vio coronado por

numerosos aplausos para la agrupación y una ovación para dos solistas de fuste y

reconocida trayectoria.

Acto seguido, Sylvain Gasançon brindó una formidable versión de la Metamorfosis

de Richard Strauss, cuyos 5 movimientos (Adagio ma non troppo- Aguisto- Piú allegro-

Adagio, tempo primo- molto lento) se ejecutan sin interrupción. Fue compuesta a fines


de la Segunda Guerra Mundial en los primeros meses de 1945 para 11 instrumentos de

cuerda y fue comisionada por Paul Sacher, quien era director del Collegium Musicum

de Zürich y la Orquesta de Cámara de Basilea. Su estreno tuvo lugar al año siguiente

por la mencionada agrupación en Zürich bajo la batuta de Sacher. Su motivo principal

hace alusión a la Marcha Fúnebre de la Sinfonía n°3, “Heroica” de Beethoven, pero

también posee ribetes de la 5° Sinfonía del genio de Bonn. En este caso, se reunió a lo

más selecto y granado de las cuerdas de la Filarmónica para interpretarla, con

actuaciones excepcionales en los solos de viola a cargo de Denis Golovin; de

violoncello, por Benjamín Báez; de contrabajo, por Javier Dragún y de violín, por

Xavier Inchausti. El Colón estalló en aplausos y vítores tras su interpretación.

El rugido del Colón volvió a escucharse una vez más cuando Martha Argerich,

Sergei Nakariakov y Sylvain Gasançon hicieron su presentación sobre el escenario para

brindar una excelsa interpretación del célebre Concierto n°1 para piano y trompeta de

Shostakovich, que fue el plato fuerte y lo mejor de la noche. La poderosa cadencia

inicial del piano a cargo de Martha Argerich sonó como los dioses: con enjundia, garra

y una precisión asombrosa, que se vio perfectamente acompañada por las intervenciones

-en mucha menor medida- de Sergei Nakariakov en los 4 movimientos en que se divide

la obra (Allegretto/ Lento/ Moderato/ Allegro con brio). Es, precisamente, en el Lento

donde el solo de trompeta con sordina suena similar a un oboe o corno inglés, lo que

permite el lucimiento del intérprete. El músico ruso- israelí es uno de los mejores

solistas de dicho instrumento en la actualidad y se lo conoce como “el Paganini de la

trompeta”. Su sonido limpio, llano y redondo se complementó perfectamente con las

cadencias y pasajes del piano en los dos últimos movimientos (se considera al Moderato

como una especie de preludio al imponente Allegro con brio final, dado que son dos

temas diametralmente opuestos). No sólo ambos lo tocaron de memoria, sino que su

interpretación fue sublime. A su término, la ovación fue de tal magnitud que tuvieron

que volver a bisar los últimos dos movimientos. No conforme con esto, el público

seguía aplaudiendo y vitoreando al binomio, que salieron juntos a interpretar un nuevo

bis: una versión para trompeta y piano de las Drei Klavierstücke, Op.73 para clarinete y

piano de Schumann. Sin embargo, hubo un inconveniente: una de las páginas de la

partitura estaba mal colocada y Martha Argerich interrumpió inmediatamente la

ejecución al darse cuenta que la melodía del piano no se correspondía con la de la

trompeta. Esto fue rápidamente subsanado y se ejecutó la obra da capo, que sonó

magistralmente desde el principio hasta el final. Una nueva ovación para los músicos

para poner punto final a una noche memorable.

A sus 82 años, Martha Argerich se encuentra espléndida y más talentosa que nunca.

Su enjundia, garra y precisión siguen siendo insuperables y lo demuestra cada vez que

aparece sobre el escenario del Colón en el festival que lleva su nombre, que reúne lo

más selecto de la música a nivel mundial y que permite que el rugido del Colón se

vuelva a sentir con cada una de sus interpretaciones.

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