domingo, 2 de julio de 2023

 

Muy buen concierto de la Orquesta de Cámara del Congreso en el Espacio del Molino

 

CON LO MEJOR DEL ALMA GUARANÍ

Martha CORA ELISEHT

 

            Uno de los atractivos de programa de conciertos de la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación es organizar conciertos temáticos en los cuales, no sólo se representa música de compositores nacionales, sino también de compositores de países limítrofes. En este caso, le tocó el turno a la hermana República del Paraguay en el concierto ofrecido por dicha agrupación el pasado viernes 30 de Junio, titulado “PARAGUAY ORQUESTAL” bajo la dirección de Diego Sánchez Hasse y que contó con la presencia del guitarrista Sergio Puccini como invitado para ejecutar el siguiente programa:

-          “Piezas infantiles” (orquestación de Nahuel Valle)- Alberto GINASTERA (1916-1983)

-          “Confesión, página de álbum” (orquestación de José Bragato)- Agustín Pío BARRIOS (1885-1944)

-          “La Catedral” (orquestación de José Bragato)- Agustín Pío BARRIOS (1885-1944)

-          Variaciones guaireñas sobre un tema paraguayo- Diego SÁNCHEZ HASSE (1970)

-          “Karaú jeroky” (Danza del karaú) (estreno mundial)- Diego SÁNCHEZ HASSE (1970)

-          Sinfonía para cuerdas (versión orquestal del Cuarteto para cuerdas en Sol mayor, Op.3)- Emilio BIGI (1910-1969)

En vez de hacerlo en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional, en esta ocasión se utilizó el Espacio del Molino, cuya sala posee una muy buena acústica. Tras el ingreso de los músicos y la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Pablo Pereira, Diego Sánchez Hasse hizo su presentación en el podio para comenzar con la mencionada obra de Ginastera con motivo del 40° aniversario de su fallecimiento. Son tres miniaturas compuestas originalmente para piano en 1942 sobre temas infantiles (Antón Pirulero/ Chacarerita/ Arroz con leche) y en esta ocasión se utilizó un arreglo para cuerdas de Nahuel Valle, que sonó muy bien y muy compacto desde su inicio con un pizzicato a cargo de los violoncellos y contrabajos hasta que los violines y violas toman el tema principal. Este motivo se repite en el Arroz con leche, mientras que la Chacarerita es una miniatura basada en dicho ritmo folklórico de noroeste argentino. Tras los aplausos, el director guaraní se dirigió al público para realizar algunos comentarios sobre los compositores de su tierra natal.

Oriundo de San Juan Bautista de las Misiones, Agustín Pío Barrios -conocido popularmente como Mangoré- fue un compositor emblemático de la música paraguaya y un guitarrista eximio. No en vano recibió el apodo de “el mago de la guitarra” y, por lo tanto, la mayor parte de su obra está escrita para dicho instrumento. Estudió en Corrientes y Buenos Aires en 1912 y, posteriormente, en Uruguay, Brasil (1916) y Chile hasta su retorno a Paraguay en 1922. Dentro de sus obras más notables compuestas en esta etapa de su vida se encuentran La Catedral (1921), Las Abejas (1921), Estudios y Preludios y Confesión, página de álbum (1923). El músico argentino José Bragato realizó el arreglo para guitarra y orquesta de cuerdas de las obras comprendidas en el siguiente programa, que le fueron entregadas al maestro Sánchez Hasse durante una de sus visitas a Buenos Aires. La primera es una obra de neta impronta romántica, con bella línea melódica, que permite el lucimiento del solista en el punteo y el cantábile tras la introducción de la melodía por parte del violoncello -muy buena labor de Mariana Levitin-. Por su parte, la orquesta tuvo una buena profundidad y equilibrio sonoro, con un muy buen desempeño por parte del contrabajo en el contrapunto. La segunda fue compuesta originalmente para guitarra en 1921 y hace alusión a la Catedral de Villarrica. Posteriormente, Barrios la revisa en 1939 y consta de tres movimientos: Preludio/ Andante religioso/ Allegro solemne, que fueron ejecutados perfectamente por Sergio Puccini. El arreglo de Bragato permite el lucimiento de la guitarra al poner las cuerdas en pianissimo en el Andante solemne final en 6/8, sonando de manera ondulante.

Para finalizar la primera parte, Diego Sánchez Hasse presentó la primera de las dos obras de su autoría: Variaciones guaireñas sobre un tema paraguayo, compuestas en Villarrica en 2003 en homenaje a otro gran compositor guaraní: Félix Pérez Cardozo (1908-1952), nacido en Hyaty (Guairá) y fallecido en Buenos Aires. No sólo fue un gran arpista, sino también el autor de la célebre melodía Pájaro Campana, sobre la cual se basa la obra de Sánchez Hasse- casualmente, también oriundo de dicha región-. La versión original es para orquesta sinfónica, pero, en este caso, se realizó una transcripción para orquesta de cuerdas con una particularidad: primero, se escuchan las variaciones, y luego, se desemboca en el tema principal (Pájaro Campana). Además de las variaciones a cargo de las cuerdas, la obra es ejecutada por la guitarra como acompañante. Al entrar en el tema principal, se escucha un efecto strappata (golpes de percusión sobre la madera) en violoncellos y contrabajos en contrapunto con la guitarra. Muy buena labor de la agrupación y el solista al respecto, que fue aplaudida por el público.

La mayoría de las composiciones de Diego Sánchez Hasse se basan sobre temas históricos y leyendas de su país. En esta ocasión y, en calidad de estreno mundial, se presentó la Danza del Karaú (Karaú jeroky), compuesta durante el transcurso del corriente año y basada en la leyenda homónima de esa ave de la selva paraguaya, que se caracteriza por presentar un canto triste al atardecer. Según el relato, Karaú era un joven cuya madre estaba muy enferma y salió a buscar remedios para ella. Como le gustaba mucho bailar, en el camino encontró una fiesta y se puso a bailar con Yerutí, la mujer más hermosa de la fiesta. Aparece un forastero, quien le avisa que su madre se está muriendo y que debe abandonar la fiesta lo antes posible, a lo cual, Karaú le responde “el que se murió ya está muerto, y el vivo sigue vivo. Ya habrá tiempo para llorar”. El forastero regresa trayendo la triste noticia: la madre de Karaú ha muerto. La orquesta se prende fuego y, herido por el dolor y el remordimiento, el joven comienza a llorar amargamente. Por ser un mal hijo, el dios Tupä lo transforma en un pájaro negro, condenado a llorar al borde de los arroyos y esteros. En la versión orquestal, Karaú está representado por el solista guía de segundo violín; Yerutí, por el primer violín, y el forastero, por la viola. Comienza con un efecto chicharra en violines y violas, al cual se le suma posteriormente el resto de la orquesta hasta la introducción del protagonista -excelente labor de Catriel Galván al respecto, al igual que Pablo Pereira como Yerutí y la violista Mercedes Sánchez como el forastero-. Otros efectos que brindan colorido a la obra son el strappata en todos los instrumentos y el pizzicato borto en violines y violas hacia el final. Una obra muy buena, donde la labor del director y los músicos se vio coronada por numerosos aplausos y vítores; especialmente, en el caso de los solistas.

Otro compositor paraguayo emblemático -e injustamente olvidado en su tierra natal- fue Emilio Bigi, quien estudió en Asunción y se perfeccionó en Buenos Aires. No sólo compuso canciones folklóricas y populares, sino que también sobresalió en el ámbito de la música académica con Renacer guaraní, Aires Nacionales, Poema Sinfónico y su obra más emblemática: el Cuarteto para cuerdas n°3 en Sol mayor, que fue la obra de cierre del presente concierto y de la cual se presentó una versión para orquesta de cuerdas. Consta de tres movimientos: Allegro moderato (en ritmo de polka) / Lentamente (rondó en ritmo de guarania) y Allegro (en ritmo de polka). Su línea melódica es netamente litoraleña, con rico cromatismo tonal y cuya versión fue ejecutada de manera estupenda por la orquesta. Un rescate muy valioso por parte de la orquesta y una gran labor de Sánchez Hasse al podio, que se tradujo en numerosos aplausos y vítores por parte del público.

Independientemente de los lazos históricos y la frontera compartida con Paraguay, también existe una hermandad en la música entre ambos países. La mayoría de los compositores paraguayos -tanto del ámbito popular como del académico- han estudiado, trabajado y vivieron muchos años en Argentina y, tal como se pudo apreciar en esta crónica, muchos de ellos también se han perfeccionado en nuestro país. Por lo tanto, este concierto posee el gran mérito de rendir un homenaje a una nación hermana rescatando lo mejor de su música, tan bella como injustamente olvidada.   

 

 

 

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