viernes, 21 de julio de 2023

 


                                      Fotografía: Prensa Teatro Colón/Arnaldo Colombaroli

Sublime actuación de Martha Argerich y Nelson Goerner en el Colón


LA EXCELENCIA, POR PARTIDA DOBLE


Martha CORA ELISEHT


Tras el brillante concierto de cámara que marcó la apertura del Festival Argerich

2023 en el Teatro Colón, el pasado miércoles 19 del corriente tuvo lugar el segundo

concierto del Festival, donde los dos máximos exponentes argentinos del piano a nivel

mundial - Martha Argerich y Nelson Goerner- se presentaron sobre el escenario del

Colón para ofrecer un recital, cuyo programa se detalla a continuación:

- En blanc et noir para dos pianos, CD 142- Claude DEBUSSY (1862- 1918)

- Sonata para dos pianos en Re mayor, K.448- Wolfgang A. MOZART (1756-

1791)

- Danzas sinfónicas para dos pianos, Op.45b- Sergei RACHMANINOV (1873-

1943)

Sería una redundancia hablar sobre las carreras de estos prestigiosos intérpretes. Ella

es una leyenda del piano y él, no sólo uno de los mejores pianistas de su generación a

nivel internacional, sino el máximo exponente argentino radicado en el exterior. Ambos

se complementaron, se lucieron y se potenciaron en un concierto con localidades

agotadas y un Colón atiborrado de gente, donde no cabía un alfiler.

Contemporánea de la Sonata para violoncello y piano, los 12 Études (Estudios) y la

Sonata para flauta, alto y arpa, En blanc et noir (En blanco y negro) data de 1915 y

lleva el número 142 de la inmensa producción del compositor, quien en aquel entonces

se encontraba abrumado por varios motivos: el estallido de la Primera Guerra Mundial,

la muerte de su madre y su enfermedad de base (cáncer colorrectal), que se encontraba

en estado avanzado. Ahí realiza una profunda revisión de la técnica pianística y decide

mantener un estilo de composición simple, íntimo y reflexivo. Consta de tres

movimientos (Avec emportement/ Lens. Sombre y Scherzando) dedicados a Sergei

Koussevitsky, Jacques Charlot – sobrino de su editor, Jacques Durand- e Igor

Stravinsky, respectivamente, que poseen pasajes, arpegios, cadencias, tresillos y

quintillos de numerosa dificultad técnica y que fueron ejecutados de manera impecable

merced a la prodigiosa musicalidad, pulsación y digitación de ambos pianistas. Una ha

escuchado innumerables y estupendas versiones de esta obra, pero la versión ofrecida

por el binomio Argerich- Goerner fue muy superior desde todo punto de vista.

Dentro de la numerosa producción para piano de Mozart, la Sonata en Re mayor,

K448 es la única que el genio de Salzburgo compuso para dos pianos en 1781y está

escrita estrictamente en forma sonata- allegro, con tres movimientos: Allegro con

spirito/ Andante/ Molto allegro. Se caracteriza por presentar una melodía galante con

cadencias entrelazadas, donde los dos pianos dividen la melodía principal en la

exposición en el movimiento inicial, y cuando se presenta el tema, ambos lo tocan en

simultáneo. Para ello, los intérpretes invirtieron los lugares con respecto de la primera

obra: Nelson Goerner, a la izquierda y Martha Argerich, a la derecha. Tras un Andante


calmo y relajado, el binomio se lució en la introducción galopante y en las cadencias del

Rondó alla turca del Molto allegro final. Una interpretación sublime, auténticamente

mozartiana, que hizo que se escuchara el rugido del Colón y la ovación del público.

La versión para dos pianos de las Danzas sinfónicas, Op.45 fue compuesta en 1940,

paralelamente a la versión orquestal. Es la última obra de Rachmaninov y resume

perfectamente su estilo tardío de composición en los tres movimientos que la integran

(Non allegro/ Andante con moto (tempo di valse) / Lento assai- Allegro vivace- Lento

assai. Come prima- allegro vivace). Puede también considerarse como una síntesis de

toda su obra, ya que incluye melodías de varias de sus composiciones. El primer

movimiento alude al inicio de su Primera sinfonía (1897), derivado de la música secular

de Rusia, mientras que el Andante con moto en tempo di valse central presenta un

carácter fantasmagórico, haciendo alusión a los pródromos de la Revolución

Bolchevique de 1917. Por último, el movimiento final evoca al Dies Irae -representando

a la muerte- y a su obra Las vísperas, que representa a la resurrección mediante el canto

Bendecido por el señor, que culmina con un Aleluya. La maestría de la dupla Argerich-

Goerner se puso de manifiesto en toda su dimensión para ejecutar e interpretar una obra

compleja, de gran cromatismo orquestal traducida al lenguaje pianístico con un sonido

prístino, de alta calidad y caudaloso volumen. A su término, el Colón volvió a rugir en

un estallido final de aplausos y vítores, que iban aumentando de intensidad a medida

que los intérpretes hacían cada aparición en el escenario saludando al público. Y, como

en todo buen recital a dos pianos que se aprecie como tal, no podían faltar los bises: el

primero, una versión íntima y exquisita para dos pianos del tradicional Bailecito de

Carlos Guastavino, que sonó auténticamente criolla. Tras los múltiples y reiterados

aplausos, los intérpretes deslumbraron con un clásico del repertorio para dos pianos:

Scaramouche, de Darius Milhaud que, por sobre todas las cosas, sonó muy

brasileirinha.

Cuando se convoca a dos músicos de excelencia, se produce la magia y el

sinergismo de potenciación. A su vez, eso conlleva a una calidad de interpretación

superlativa y transforma un recital en una obra maestra, lo cual despierta la avidez, la

convocatoria y el aplauso del público. Posteriormente, la notica se pasa de boca en boca

y, con el correr del tiempo, todos quieren concurrir al Festival Argerich merced a su

bien ganado prestigio. Esto, a su vez, desemboca en una auténtica noche de Colón,

donde se escucha el famoso “rugido” digno de su glorioso pasado, pero en tiempo

presente.

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