Sublime actuación de la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación
¡TUSIND TAK FOR SIDST!
(Mil gracias por lo último)
Martha CORA ELISEHT
Si bien no se utiliza el signo de admiración al inicio de una exclamación en
danés, bien vale la pena hacerlo para ilustrar y resaltar el título de esta nota, que
representa la síntesis del último concierto ofrecido por la Orquesta de Cámara del
Congreso de la Nación en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo el
pasado lunes 24 del corriente, denominado “AURORA BOREAL” y cuyo eje temático
fue música perteneciente a compositores escandinavos. La dirección musical estuvo a
cargo de Ezequiel Fautario y participaron los siguientes solistas: Florencia Ciaffone
(violín) y Damián Rojas (viola), quienes ofrecieron el programa que se detalla a
continuación:
- Pequeña suite para instrumentos de cuerda, Op.1- Carl NIELSEN (1865-1931)
- Suite para violín, viola y orquesta de cuerdas, Op.19- Kurt ATTERBERG
(1887-1974)
- Romanza en Do mayor, Op.42- Jan SIBELIUS (1865-1957)
- Suite de los tiempos de Holberg, Op.40- Edvard H. GRIEG (1845-1907)
Tras la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Pablo
Pereyra, Ezequiel Fautario hizo su presentación para dar comienzo al concierto con la
mencionada obra de Nielsen, que data de 1888. En aquel entonces, tenía 22 años y
todavía estudiaba composición con Orla Rosenhoff en el Conservatorio Real de
Copenhague. Su estreno tuvo lugar en el Tivoli Hall en Septiembre de ese mismo año
bajo la dirección de Balduin Dahl, quien era un auténtico descubridor de jóvenes
talentos. Consta de tres movimientos, cada uno de los cuales posee un subtítulo:
Preludio (Las Danaides), Intermezzo (La danza de la caridad) y Final (La procesión de
Baco). Si bien en el preludio inicial puede apreciarse una notable influencia de Brahms,
Nielsen ya desarrolla su estilo personal característico, donde muestra elementos de la
tonalidad expansiva unidos a numerosos contrapuntos. El intermezzo es un rondó en
tiempo de vals que posee reminiscencias -por momentos- que recuerdan la Danza de
Anitra de PEER GYNT, donde la orquesta tuvo un excelente desempeño, mientras que el
Final se abre con un tema lento, elegíaco para desembocar en una sonata animada
donde se reintroduce el tema inicial. Es una obra muy poco difundida en el medio local
y ha sido un auténtico placer apreciar una versión soberbia desde todo punto de vista.
En lugar de retirarse junto al director para retornar posteriormente como solistas,
tanto Florencia Ciaffone como Damián Rojas se ubicaron en el escenario para
interpretar la Suite para violín, viola y orquesta de cuerdas de Atterberg, compositor
sueco prácticamente desconocido en Argentina y que fuera cofundador de la Sociedad
de Compositores de su país en 1918 junto a Wilhelm Stenhammar y Hugo Alfvén. La
mencionada suite data de 1917 y también consta de 3 movimientos: Preludio/
Pantomima/ Visión. Si bien Atterberg se considera perteneciente al período romántico
tardío, el preludio está escrito en estilo neobarroco (con ciertas reminiscencias de
Vivaldi o Albinoni), donde los solos del violín y la viola se lucen en contrapunto a cargo
de los instrumentos graves en el cantabile. Tanto Florencia Ciaffone como Damián
Rojas tuvieron un gran desempeño, que alcanzó su clímax al inicio del 2° movimiento
(Pantomima), introducido por el violín y secundado por la viola en escala diatónica que,
posteriormente, es tomada por el resto de los instrumentos. El movimiento final (Visión)
es un rondó en ritmo de ¾, donde la orquesta y los solistas se lucieron en una versión de
excelencia. El manejo de los tempi y la precisa marcación de Ezequiel Fautario
completaron el resto.
La Romanza en Do mayor, Op.42 para orquesta de cuerdas fue compuesta por
Sibelius en 1904 y estrenada ese mismo año bajo el nombre de Andante en Turku por la
orquesta Turun Soitannolinen Seura con el compositor al podio. Data de la misma época
de la Sinfonía n°2 en Re mayor, su Concierto para violín y orquesta en Re menor y el
célebre Vals Triste. La orquesta brindó una bellísima interpretación de esta pieza, donde
existen pasajes que poseen reminiscencias de las obras ya mencionadas.
Como en todo buen concierto de música escandinava que se jacte como tal, no podía
faltar una obra de Grieg. Por ende, se eligió la celebérrima Suite de los tiempos de
Holberg, Op.40, que sonó sumamente compacta, precisa y vibrante en sus 5
movimientos: Preludio (Allegro vivace), Sarabanda (Andante), Gavota (Allegretto. Un
poco mosso), Aria (Andante religioso) y Rigaudon (Allegro con brío), donde Grieg
recrea las melodías de época barroca e introduce temas típicos del folklore noruego
(halling en la Gavota y springar en el Rigaudon). Data de 1884 y fue compuesta
originalmente para piano con motivo del bicentenario del nacimiento del escritor
Ludvig Holberg (1684-1754), considerado el padre de la literatura danesa y noruega.
Posteriormente, se realizó la adaptación para orquesta de cuerdas en 1885 y es la que se
representa en la actualidad. La presente versión fue excelente desde los primeros
compases, con gran desempeño de todos y cada uno de los integrantes de la Orquesta de
Cámara del Congreso y asimismo, de Ezequiel Fautario. La labor del conjunto se vio
coronada con una ovación de aplausos y vítores. Y, al igual que en otros conciertos, se
entregaron diplomas al director y los solistas por parte de Raúl Granado -quien
reemplazó en último momento al Director de Cultura del Senado de la Nación Daniel
Abate- y Andrea Barbieri- representante de Cultura de la Cámara de Diputados-.
Si una tuviera que definir una característica del concierto en danés o en noruego,
sólo cabe un término: Spændende!! (mezcla de fascinante, sorprendente y sublime), que
aplica perfectamente al repertorio elegido y la calidad de la interpretación. Ha sido uno
de los mejores conciertos de la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación en lo
que va del año y una de las mejores versiones que una pudo apreciar en materia de
música clásica escandinava dentro del país como experta en el tema.
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