Marianela Nuñez y Federico Fernandez en el momento culminante del Gran Pas de Deux de "La Bella Durmiente del Bosque" Créditos:Prensa Teatro Colón, Fotografía del Mtro. Arnaldo Colombaroli
Ovación para Marianela Núñez en la última función de “LA BELLA DURMIENTE”
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Martha CORA ELISEHT
¿Quién no ha soñado alguna vez con la fantasía de ser princesa y encontrar el
amor de la mano del príncipe azul?... Afortunadamente, el maravilloso mundo del ballet
lo hace posible y permite volver a vivir esos inolvidables momentos de la infancia.
Dentro de los ballets inspirados en cuentos de hadas, LA BELLA DURMIENTE DEL
BOSQUE no sólo es uno de los más bellos, sino también el sueño de cualquier aspirante
a étoile y la primera contribución entre Piotr I. Tchaikovsky (1840-1893) y el
coreógrafo francés Marius Petipa (1818-1910) merced al pedido del director de los
Teatros Imperiales de Rusia -Iván Vsevolovski- en 1888, quien le encargó la
composición de un ballet que resaltara el esplendor de la dinastía Romanov mediante su
comparación con la corte francesa de Luis XIV.
Este gran clásico de la danza se presentó en el Teatro Colón entre los días 11 al
25 del corriente con coreografía de Mario Galizzi -actuar director del Ballet Estable-,
escenografía de Christian Prego, vestuario de Aníbal Lápiz e iluminación de Rubén
Conde. Las principales figuras del Ballet Estable del Colón estuvieron a cargo de los
roles protagónicos, mientras que, en las funciones de abono, el rol protagónico estuvo a
cargo de Marianela Núñez como primera bailarina invitada del Royal Ballet de Londres.
Carlos Calleja y Ezequiel Silberstein se alternaron en la dirección musical al frente de la
Orquesta Estable y se contó con la participación de numerosos figurantes coordinados
por María Eugenia López más alumnos de la carrera de danza del Instituto Superior de
Arte del teatro (ISATC).
Quien escribe tuvo la oportunidad de asistir a la última representación, que tuvo
lugar el martes 25 del corriente dentro del Abono Nocturno, con el siguiente reparto:
Marianela Núñez (Aurora), Federico Fernández (Príncipe Desiré), Ayelén Sánchez
(Hada de las Lilas), Rocío Agüero (Carabosse), Matías Santos (El Rey), Analía Sosa
Guerrero (la Reina), Julián Galván (Maestro de ceremonias), Gerardo Wyss (Caballero
del Hada de las Lilas), Igor Vallone (Caballero de Carabossse), Ludmila Galaverna,
Paula Cassano, Stephanie Kessel, Beatriz Boos, Eliana Figueroa (Hadas), Marcone
Fonseca, Alan Pereyra, Martín Vedia, Sebastián Bustos, Vinicius Fernandes
Vasconcelos (Caballeros de las Hadas), Alejo Cano Maldonado (Oro), Magdalena
Cortés (Amatista), Candela Rodríguez Echenique (Diamante), Luciano García
(Pulgarcito) y la pareja formada por Yosmer Carreño y Catalina Stutz (El Pájaro Azul y
la Princesa Florise). Asimismo, Stephanie Kessel y Catalina Stutz tuvieron a su cargo
las variaciones del Vals de las Guirnaldas junto a Emanuel Abruzzo y Facundo Luqui.
La dirección musical estuvo a cargo de Carlos Calleja.
La eterna lucha entre el bien y el mal es la constante de este gran clásico de
Charles Perrault (1687), cuyo argumento fuera el elegido por el príncipe Vsevolovski
para encomendar a Tchaikovsky la composición de un ballet en 1888 con coreografía de
Petipa, quien escribió una lista muy detallada de instrucciones respecto de los
requerimientos musicales. Si bien Tchaikovsky se basó en la versión de los hermanos
Grimm sobre dicho cuento, Vsevolovski incluyó en el ballet otros personajes de los
cuentos de Perrault: Caperucita Roja y el Lobo, Pulgarcito, El Gato con Botas,
Cenicienta y El Pájaro Azul. Rápidamente, el compositor puso manos a la obra y
terminó la orquestación en 49 días siguiendo al pie de la letra las indicaciones de Petipa.
Los dos leitmotives que representan el bien y el mal -encarnados en Carabosse y el
Hada de las Lilas, respectivamente- se alternan durante toda la obra y sirven como hilo
conductor de la trama, mientras que en el 3° Acto -Las Bodas de Aurora- se coloca el
foco sobre los personajes de los cuentos de hadas invitados. La princesa es presentada
en sociedad a los 16 años (casualmente, en una etapa como lo es la adolescencia, que
marca la transición de niña a mujer y el hecho de despertar mediante el amor). Desde su
estreno en 1890, la obra tuvo un gran éxito, pero, lamentablemente, Tchaikovsky no
pudo disfrutar del suceso de su obra fuera de Rusia debido a su fallecimiento en 1893.
En la versión coreográfica de Mario Galizzi, el conflicto entre el bien y el mal se
plantea desde el prólogo, donde Carabosse y el Hada de las Lilas se presentan con sus
respectivos séquitos. Para interpretar al hada maléfica, Galizzi recurre a una bailarina
actriz, quien debe interpretar una coreografía sumamente compleja. Además, da mayor
protagonismo al Príncipe Desiré en el 3° acto mediante una visión de Aurora
presentada por el Hada de las Lilas y elimina algunos personajes incluidos en el ballet
original (El Gato con Botas, Caperucita y el Lobo), pero mantiene las secuencias de
danza académica y números célebres como el Vals de las Guirnaldas, El Pájaro Azul y
Las piedras preciosas. Ha sido un acierto y un mérito muy grande del director al
incorporar en esta versión a alumnos de danza del ISATC (niños y adolescentes) en el
famoso Vals de las Guirnaldas que abre el 1° acto, donde se destacaron las parejas
formadas por Caterina Stutz/ Emanuel Abruzzo y Stephanie Kessel/ Facundo Luqui. El
trabajo de ensayo, disciplina y coordinación se reflejó perfectamente en las escenas de
conjunto y en los bailarines que formaron los séquitos de las Hadas y de la malvada
Carabosse. Unido esto a la magnífica puesta en escena de Christian Prego, el colorido
vestuario diseñado por Aníbal Lápiz y la excelente iluminación de Rubén Conde, fue un
espectáculo que descolló por su suntuosidad, jerarquía y buen gusto.
Carlos Calleja dirigió a la Orquesta Estable con la precisión y la maestría
habituales. Es uno de los mejores directores de orquesta de la actualidad y especialista
en ballet, ya que acompaña acorde al tiempo del bailarín. El concertino Freddy Varela
Montero se destacó en sus solos y alcanzó su clímax en la variación de Aurora del
Grand Pas de Deux del 3° acto.
En cuanto a los roles secundarios, además de las parejas anteriormente
mencionadas en el Vals de las Guirnaldas, hubo varias revelaciones: en el prólogo,
Beatriz Boos y Eliana Figueroa se llevaron los laureles como el Hada de la Montaña
Nevada y el Hada del Bosque de Pinos en sus respectivas variaciones. Y en el 3° acto,
Magdalena Cortés y Candela Rodríguez Echenique también se lucieron como Amatista
y Diamante en el pas de trois de Las piedras preciosas junto a Alejo Cano Maldonado
(Oro), quien pese a tener un traspié en su variación, supo solucionarlo adecuadamente.
Otra de las revelaciones de la noche fue Luciano García como Pulgarcito, donde
descolló con sus pirouhettes, cabrioles y sisonés ejecutadas a la perfección. El delirio
fue total tras la presentación de Yosmer Carreño y Caterina Stutz como El Pájaro Azul y
la Princesa Florisse. Él deslumbró con su elegancia y precisión en la ejecución de los
entrechats, cabrioles, sisonés y solage; ella, en la gracilidad de los pliés, panchés y
developées. Hacía mucho tiempo que una no veía una semejante coordinación y
pulcritud de movimientos en este célebre pas de deux.
En cuanto a los roles principales, Ayelén Sánchez brindó una soberbia
interpretación del Hada de las Lilas, secundada por su séquito de 6 bailarinas y por
Marcone Fonseca como su caballero, quien también se lució con elegancia y distinción
en sus movimientos. Y Rocío Agüero demostró un notable crecimiento profesional para
ejercer un rol tan complejo desde lo histriónico y coreográfico como Carabosse: muy
precisa en los giros, pirouhettes, fouettes y sostenues y, al mismo tiempo, demostrar en
el escenario sentimientos de ira, enojo y venganza. Por su parte, Federico Fernández
también se destacó en su interpretación del Príncipe Desiré mediante su precisión en los
entrechats, glissés y, fundamentalmente, en las cabrioles y el solage del Grand Pas de
Deux del 3° acto. También tuvo una gran actuación en la escena de la visión del 2° acto.
Y, en cuanto a la protagonista, Marianela Núñez está atravesando el mejor momento de
su carrera y lo demostró con creces desde el divertissement del 1° acto, al igual que en
el celebérrimo Adagio de la Rosa, donde brilló en sus sostenutos junto a los
pretendientes interpretados por David Juárez, Gerardo Wyss, Alejo Cano Maldonado y
Antonio Luppi. Su excelente cambré, sus panchés, developées y fouettes fueron
sublimes, al igual que su bourrée. Por algo es una prima ballerina assoluta del Royal
Ballet de Londres y recibe una auténtica ovación cada vez que se presenta en el Colón.
Su interpretación junto a Federico Fernández del Grand Pas de Deux del acto final fue
de una excelsa precisión y el público estalló en aplausos tras su interpretación.
Tras haberse cerrado el telón, los aplausos continuaron y los principales
intérpretes tuvieron que salir muchas veces a saludar al público en un teatro atiborrado
de gente -hablando mal y pronto, no cabía un alfiler-. Un cierre perfecto para la última
representación de este clásico en una auténtica noche de Colón y un sueño hecho
realidad.
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