Muy buen concierto de la Sinfónica
Nacional en el CCK
CON
ACENTO ARGENTINO
Martha
CORA ELISEHT
Dentro
del Ciclo de conciertos que la Orquesta Sinfónica Nacional viene desarrollando en
la Sala Sinfónica -Auditorio Nacional- del Centro Cultural Kirchner (CCK), el
pasado viernes 26 del corriente tuvo lugar un concierto formado íntegramente
por obras de compositores argentinos bajo la dirección de María Laura Muñiz y
con la participación del Trío LUMINAR, integrado por Patricia Da Dalt (flauta),
Marcela Magin (viola) y Lucrecia Jancsa (arpa), en un
programa compuesto por las siguientes obras:
-
Elegía para orquesta- Manolo
JUÁREZ (1937-2020)
-
“Videbimus lumen” (en
homenaje a Gerardo Gandini) (Estreno)- Pablo ORTIZ (1956)
-
Poema del Iguazú,
Op.115- Alberto WILLIAMS (1862-1952)
Luego
de la tradicional afinación de instrumentos, la directora anunció las obras
comprendidas en el programa, de las cuales, la Elegía para orquesta de
Manolo Juárez fue compuesta en homenaje a Horacio Honorio Sicardi, quien fuera
su profesor en el Conservatorio de Música de Córdoba. Es una de las tantas
obras que este gran compositor argentino escribió para orquesta sinfónica,
estrenada en 1969 en el Colón por la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires bajo
la dirección de Pedro Ignacio Calderón. Es un Adagio elegíaco que
comienza con un cantábile en cuerdas, seguido de contrapunto en
percusión y glissandi en xilofón. Posteriormente, la línea melódica
desemboca en un tremolo en cuerdas que contrasta con la entrada de
percusión y metales, creando un efecto de suspenso muy bien logrado. Tras un
contrapunto con el arpa -previamente al tutti orquestal-, las cuerdas en
tremolo introducen un segundo tema más lírico en contrapunto con las
maderas hasta la entrada de los metales. La dirección y marcación de María
Laura Muñiz fue muy buena, al igual que el desempeño de las cuerdas, logrando
un muy buen fraseo hasta desembocar en el solo de violín previo al final, donde
el concertino Luis Roggiero tuvo una destacada actuación.
Al
igual que la obra de Juárez, Videbimus lumen -que se representó en
calidad de estreno- es un homenaje a Gerardo Gandini (1936-2013), quien fuera
no sólo integrante de la Sinfónica Nacional, sino también uno de los
compositores argentinos más prestigiosos de su generación y profesor en la
Universidad Católica Argentina (UCA). Precisamente, uno de sus alumnos fue
Pablo Ortiz, quien luego de completar sus estudios en dicha universidad, se
trasladó a New York para estudiar con Mario Davidovsky en la Universidad de
Columbia y actualmente se desempeña como profesor en la Universidad Davies de
California. Consta de tres movimientos (Inicio/ Homenaje a Gerardo Gandini/ In
lumine tuo), donde cada uno de los instrumentos del trío juega un rol
fundamental en cada movimiento. En el primero, el solo de flauta al inicio de
la obra permite el lucimiento del solista, tras el cual se unen cellos y violas
previamente a la introducción del arpegio y solo de arpa en un estilo
semiatonal, con imprompta minimalista. Además,
posee unos contrapuntos magníficos entre las cuerdas, maderas y el trío
instrumental -que precisamente, celebró sus 20 años de existencia con esta obra-.
De más está decir que una intérprete de los quilates de Marcela Magin se lució
en todas sus intervenciones -especialmente, en el solo de viola que abre el
mencionado homenaje a Gandini en el 2° movimiento-, mientras que el solo de
arpa del 3° movimiento representa un auténtico desafío por una sucesión de arpegios
de gran complejidad para el solista, que Lucrecia Jancsa supo resolverlos
perfectamente logrando una excelsa interpretación, además de demostrar con
creces por qué es una de las mejores arpistas del país. Por su parte, Patricia
Da Dalt también ejerció una magnífica labor junto a sus compañeras del trío,
mientras que la orquesta supo acompañar con un sonido parejo, muy bien
ensamblado. Al finalizar, no faltaron los tradicionales ramos de flores para
las intérpretes y se invitó al compositor a subir al escenario, ya que se
encontraba presente ante un auditorio con muchísima gente joven (probablemente,
integrado por estudiantes del conservatorio o músicos noveles).
Compuesto
en 1943, el Poema del Iguazú, Op.115 es un poema sinfónico compuesto por
4 movimientos que describen el cauce del río Iguazú, la selva y las cataratas
que forma antes de su desembocadura en el Paraná (La selva dialoga con las
cataratas/ Barcarola del Iguazú/ La luna ilumina las cascadas (nocturno)/ La
Garganta del Diablo). Lleva el sello característico de las obras de Alberto
Williams y comienza con una fanfarria introducida por los cornos, siguiendo con
un staccato en los primeros violines en contrapunto con los metales y tremolo
en cuerdas. Posteriormente, las trompetas introducen una segunda fanfarria
repicada por las maderas y cierra con golpes de timbal, que deben ser
ejecutados de forma muy precisa. La labor desempeñada por los músicos de la
Sinfónica Nacional fue soberbia, al igual que el trino inicial del fagot
en el 2° movimiento, previo al tutti orquestal y el solo de tuba con
sordina. La dirección y marcación de María Laura Muñiz fue muy precisa durante
toda la obra, pero principalmente, en el Nocturno (La luna ilumina las
cascadas), donde el ostinato de cuerdas con sordina sonó magnífico,
al igual que la vidala de dicho movimiento. La obra cierra con otra
monumental fanfarria a cargo de los metales, que sonó prolija y majestuosa. Una
obra de una exquisita musicalidad, que se representa en muy contadas ocasiones
y que recibió numerosos aplausos por parte del público.
Es
un auténtico placer conformar un programa íntegramente vernáculo, con estrenos
y obras bellísimas raramente ejecutadas. Independientemente que forme parte del
estatuto de creación de la Sinfónica Nacional, la orquesta viene creciendo
semana tras semana, tanto en innovación del repertorio como en calidad de
sonido. Es la mejor orquesta del país y lo demuestra en cada presentación,
poniendo especial énfasis en un repertorio bien nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario