NOCHE DE EMOCIONES
INTENSAS
Orquesta
Sinfónica Nacional, temporada 2022. Concierto Sinfónico-Vocal-Coral, Director:
Carlos Vieu. Solistas: Jaquelina Livieri (Soprano), María Luisa Merino Ronda
(Mezzosoprano), Coro Polifónico Nacional, Director a cargo: Antonio
Domeneghini, Preparador Invitado: Ariel Alonso. Programa: Gustav Mahler:
Sinfonía Nº 2 en Do menor “Resurrección”. Centro Cultural Kirchner, Auditorio
Nacional, 11 de Agosto de 2022.
NUESTRA OPINION:EXCELENTE.
En anteriores
ocasiones en que la Sinfonía Nº 2 en Do menor “Resurrección” de Gustav Mahler
se ha ofrecido, he analizado diferentes aspectos a tener en cuenta como por
ejemplo la época de composición, la circunstancia del fallecimiento del
Director de Orquesta Hans Von Bulow en cuya ceremonia de sepelio Mahler escuchó
por vez primera el poema “Resurrección” de Klopstrock y halló en él el texto
justo para cerrar su inmenso trabajo, en donde la música comienza desde el
dolor más profundo y gracias a los textos tanto de Armin y Brentano en el lied “Luz
Primigenia” que conforma el cuarto movimiento como en el citado poema de Klopstrock, se arriba a un enfoque de revivir o, tal vez mejor dicho, “resurgir” como lo
señala la inolvidable traducción de Julio Palacio a los textos y comentarios de
Deryck Cooke que acompañan a la extraordinaria edición discográfica de la
versión que Sir Georg Solti efectuó con la Orquesta Sinfónica de Londres. Pues bien, en ese tránsito para el que Mahler
dispuso un inmenso dispositivo orquestal, el que halla tregua en los dos
movimientos pares de corte más íntimo y reflexivo, se abordan momentos de altísima tensión donde
se grafican el dolor, los recuerdos de los seres queridos y los pensamientos hacia cada uno de esos
seres y encuentran en la parte final en la música con la que Mahler sostiene el
texto del último poema un sentido de liberación de espíritu en el convencimiento
de que habrá un reencuentro con todos esos seres aun cuando el propio recorrido
por la vida haya llegado a su fin . Esa es la idea del trabajo, el que en
aproximadamente una hora y veinte minutos transita por todo ese camino. Para el
Mtro. Vieu este concierto significaba celebrar los veinte años ininterrumpidos
de colaboración con la Sinfónica Nacional. Para la Orquesta, el poder volver a
presentarse con un orgánico completo luego del convenio acorado con las autoridades
dependientes del Ministerio de Cultura de la Nación, que incluyó además en el final
la utilización del órgano Klais de la sala.
Y para quien esto escribe los cuarenta años de haber descubierto esta
obra en el desaparecido cine “Maxi” frente al Teatro Colón cuando las recordadas
filmaciones de “Conciertorama” ofrecidas los días Domingo por la mañana brindaban
la que tal vez sea la mejor versión de la historia con Leonard Bernstein
justamente al frente de la Orquesta Sinfónica de Londres en la Catedral Anglicana
de Ely (Inglaterra), la que inevitablemente me marcó como oyente.
Durante los días previos a través de las
redes sociales fueron apreciándose avances de los ensayos de este concierto.
Cuando el día anterior escuché el extracto del ensayo general correspondiente
al final tuve la certeza de que estábamos ante el preámbulo de una de las
grandes versiones. No me equivoqué. Desde el ataque inicial de Vieu, un sonido
profundo y homogéneo nos llevó a encontrarnos con el fondo mismo de la obra. La
compenetración de los integrantes de la orquesta fue absoluta. Las tensiones
expuestas de la marcha que inicia la obra fueron admirables, tanto como los breves momentos de serenidad que se
incluyen dentro de este fragmento.
Un sonido altamente refinado y de suma
delicadeza fue el que el Maestro obtuvo en la interpretación del segundo movimiento,
aquí tanto cuerdas como vientos tuvieron desempeños de altísima calidad. En una
página en donde pueden quedar al desnudo las imprecisiones y los errores , la
Orquesta los resolvió de manera estupenda con la firme guía de Vieu.
Aquí
la obra deja de lado los recuerdos y comienza a transitar sostenidamente el
camino hacia la resolución de la misma y es por eso que los tres movimientos finales
se exponen con brevísimas pausas, casi
con el tiempo justo de dar vuelta las páginas y continuar, en ese sentido los
músicos respondieron con creces y el público observó a lo largo de la interpretación
una conducta formidable. Tanto que no se escucharon aplausos al final del primer
movimiento y tan solo saludó con una respetuosa salva la entrada de las voces
solistas y el Coro. En el tercer movimiento son fundamentales tanto los bronces
como la amplia batería de percusión quienes intervinieron de forma ajustada y
precisa, fundamentalmente en el momento del estallido del tema que preanuncia
el comienzo del movimiento de cierre.
Pasamos entonces al cuarto mometo que es el lied “Luz Primigenia” para
voz femenina de grave registro (por caso preferentemente contralto) y aquí María
Luisa Merino Ronda supo darle el énfasis justo a cada palabra con un timbre
bellísimo y una colocación perfecta de
la voz. Manejó muy bien el idioma alemán y expresó de maravillas el Lied, muy bien
secundada por la orquesta que brindó un muy delicado acompañamiento, logrando
así el clima de reflexión que la página propone.
Ingresando a la parte final, en donde la
orquesta retoma el poderoso “climax” que precede al final del tercer movimiento,
se inicia una marcha que grafica el retorno de todos quienes han perecido a la
espera de la vuelta a la vida. Hay fanfarrias fuera de escena, las que fueron
conducidas por Pablo Bocchimuzzi con suma corrección. Nuevamente fundamentales
los bronces y la percusión, los que realizaron una labor sumamente precisa. Y
tras la tercera y última exposición del “estallido”
sonoro, llegamos al momento decisivo de la parte final. Aquí inicia el coro
desde un “pianissimi” casi imperceptible junto a la voz solista de soprano y le
correspondió a Jaquelina Livieri ser la encargada
de ofrecer su voz para este fragmento fundamental. Lo hizo de manera admirable,
enfatizando en los pasajes más notorios y dotando de la debida calidez vocal a los instantes más reflexivos. También se
unió la estupenda voz de Merino Ronda a partir del momento en que comienza a
ganar en intensidad el movimiento y el Coro Polifónico Nacional, magistralmente
preparado por Ariel Alonso intervino de
manera ajustada con impecables intervenciones llegando a la imponente coda
final con perfecta potencia y ensamblándose con las solistas, el órgano y la
orquesta hasta conformar una perfecta unidad de fuerzas bajo la guía firme de
Vieu, quien dispuso además a varios de los integrantes de las fanfarrias en
torno a los laterales de la platea alta, para ganar con un sonido envolvente la
fuerza que el final pretendido por Mahler expresa .
Fue un final conmovedor que impactó en el público,
el que estalló en una imponente ovación para saludar este trabajo. Nos queda la estupenda intervención de las
dos solistas vocales, un Coro Polifónico Nacional que cantó con una entrega total,
una Orquesta que hasta hace dos meses atrás temía por su futuro y despejadas
las dudas respondió con una excelencia pocas veces vista y porque no decirlo “resucitando”
también desde ese momento tan oscuro. Y un Director que ha llegado este año a
su absoluta madurez interpretativa, superándose a sí mismo y pudiendo ofrecer
el repertorio que le es afín. Solo me resta decir que Vieu ha hecho honor a la
tradición de los enormes Maestros que han guiado a Ntra. primera Orquesta:
Castro, Tevah,Zorzi y Calderón. Sea Ud. también bienvenido a este grupo.
Donato Decina
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