Muy buena actuación de Simon
Trpčeski en el Ciclo de Abono de la Filarmónica
UN
CAMBIO MUY OPORTUNO
Martha
CORA ELISEHT
Durante
este año, dentro del Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires
se anunció la presencia de intérpretes de alta jerarquía. Entre otras, el debut
en Argentina de la pianista Khatia Buniatishvilli, programada para el pasado
viernes 5 del corriente. Debido a una indisposición de último momento por
razones médicas, la pianista georgiana fue reemplazada por Simon Trpčeski,
quien hizo su debut en el escenario del Colón en dicha fecha junto a la
Filarmónica bajo la dirección de David del Pino Klinge respetando el programa
original, compuesto por las siguientes obras:
-
Concierto n°2 en Do
menor para piano y orquesta, Op.18- Sergei
RACHMANINOV (1873-1943)
-
Sinfonía n°6 en Si
menor, Op.74 (“Patética”)- Piotr I.
TCHAIKOVSKY (1840-1893)
Tras
haberla confirmado oportunamente, Buniatishvilli canceló su actuación en último
momento. Por lo tanto, su aparición figuraba en los tradicionales programas de
mano impresos que se distribuyen entre la audiencia y el cambio de un pianista
por otro fue anunciado por voz en off. Muchos manifestaron su
descontento ante la noticia, ya que las localidades estaban agotadas con motivo
de tan ansiado debut. Quien escribe se enteró mediante un comunicado hecho a
través de las redes sociales hace unos pocos días atrás y lo corroboró
visitando la página web del Teatro, donde sí se anunciaba el cambio de
intérprete en la versión digital del programa. Por lo tanto, decidió buscar
videos para poder interiorizarse mejor y familiarizarse con el solista.
Nacido
en Skopje (Macedonia) en 1979, fue alumno de Boris Romanov en las Universidades
San Cirilo y San Metodio de su ciudad natal. Tras ganar certámenes
internacionales en República Checa, Italia y Reino Unido, debutó en el Wigmore
Hall de Londres en 2001 y formó parte del programa BBC Proms entre 2001 y 2003.
A partir de 2005 comenzó a realizar giras internacionales donde actuó junto a
orquestas muy prestigiosas, tales como la Filarmónica de New York, San
Francisco, Los Ángeles, Singapur, Hong Kong y Toronto. También actuó con la
Filarmónica de Bergen, Estocolmo, Göteborg (Suecia) y Helsinki. En 2009, el
gobierno de su país lo distinguió con la Orden al Mérito, máximo galardón
nacional y es un notable intérprete de los conciertos de Rachmaninov.
El
celebérrimo Concierto n°2 para piano y orquesta en Do menor, Op.18 fue
compuesto entre 1900 y 1901 y dedicado a Nikolai Dahl -un médico que salvó a
Rachmaninov de una depresión severa, ocasionada tras el fracaso del estreno de
su Sinfonía n°1 en 1897, lo que le impedía componer-. Sus tres
movimientos (Moderato/ Adagio sostenuto/ Allegro scherzando) requieren
un gran virtuosismo del solista desde los primeros compases (in crescendo mediante
una sucesión de arpegios hasta que la orquesta introduce el primer
tema). En este caso, la marcación de los tempi por parte de del Pino
Klinge fue soberbia -aunque por momentos, algo excedido en los tutti- y
hubo una perfecta correspondencia entre solista y orquesta. Desde su ubicación
en Paraíso, una pudo apreciar las entradas y el acompañamiento del ritmo que
realizaba el pianista mientras la Filarmónica tocaba su parte. Por la manera de
ejecutar los arpegios y los trinos, una también pudo apreciar
elementos técnicos de la escuela rusa. Los mismos fueron interpretados de manera impecable
-sobre todo, en el solo del 2° movimiento-. Los principales solistas de las
diferentes secciones de instrumentos de la Filarmónica tuvieron también una
destacada actuación. Al finalizar el concierto, el Colón estalló en aplausos y
cuando el lacayo ofreció el tradicional ramo de flores al intérprete, el
macedonio lo arrojó con firmeza hacia los asistentes de la platea. Esta circunstancia
fue muy bien aprovechada para permitir al asistente de escenario que acomodara
el asiento y atril para el violoncelista José Araujo, quien ingresó junto a
Trpčeski para ejecutar una versión para piano y cello de la célebre Vocalise
de Rachmaninov. Previamente, el macedonio sorprendió a la audiencia
hablando un perfecto castellano y agradeciendo la oportunidad de haber debutado
en Argentina. “Me siento muy feliz en este hermoso país”- manifestó. Por
más que estuviera leyendo la pantalla de un celular, llamó la atención su buena
pronunciación del español. Ambos músicos se lucieron y su esfuerzo se vio
coronado por numerosos aplausos.
La
Sinfonía n°6 en Si menor “Patética” es la última de las sinfonías de
Tchaikovsky y fue compuesta entre Febrero y Agosto de 1893. Tchaikovsky la
estrenó 9 días antes de su muerte en San Petersburgo. En realidad, dicho
epíteto no fue idea del compositor, sino de su hermano Modest, quien la
denominó “Pachetitskaya” (“Apasionada” o “emotiva”, en ruso). Sin
embargo, el hecho de comenzar y terminar de forma lúgubre, con una melodía
grave a cargo de contrabajos -tanto en los compases iniciales como finales-
causa un efecto premonitorio, que se acentúa con el efecto de cuerdas
divididas, creando esa sensación de desolación y tragedia previamente a la
intervención del solo de fagot en el Adagio inicial -magnífica
interpretación de William Thomas Genz-. El 1° movimiento continúa con el Allegro
non troppo a cargo de las violas y violoncellos hasta que la melodía es
tomada por violines y violas, que deben interpretar acorde a las indicaciones
de la partitura (Teneramente, molto cantábile con espansione) hasta
desembocar en el bello tema lírico en Re mayor con el solo de clarinete y la
breve intervención del fagot hasta que se produce el torbellino del fortissimo,
donde las trompetas introducen el coro de metales sobre un tema de la
liturgia ortodoxa, en alternancia con el ostinato de violas y cellos. El
segundo movimiento (Adagio con grazia) tiene una particularidad: está
escrito en 5/4 y simula un vals, mientras que el 3° (Allegro molto
vivace) es el que permite que todas las diferentes secciones de la orquesta
se luzcan. Por último, el Adagio lamentoso se caracteriza por el lamento
ibicial a cargo de las cuerdas, que contrasta con un Andante en la
sección central y recapitula hasta desembocar nuevamente en Si menor en las
cuerdas graves, a cargo de los contrabajos hacia el final. Hacía mucho tiempo
que una no escuchaba una ejecución tan perfecta de esta sinfonía por parte de
la Filarmónica, todos los solistas de las diferentes secciones de la orquesta
pudieron lucirse, ofreciendo una excelente actuación. Como no podía ser de otra
manera, el Colón volvió a estallar en aplausos y vítores por parte del público.
Pese
al cambio de último momento, puede decirse que ha sido muy oportuno. Se
reemplazó a una estrella de fama internacional por otro pianista -quizás, no
tan conocido en el medio local- que resultó ser un especialista en la materia. Unido
esto a un director de prestigio, no hace falta decir nada más. La Filarmónica
marca su nivel como una de las mejores orquestas del país y lo demuestra en
cada una de sus actuaciones.
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