lunes, 13 de mayo de 2024

 

Muy buen concierto del Cuarteto BRÍOS junto a Miceal O’Rourke en la Usina del Arte

 

SE MERECEN UN MAYOR AUDITORIO

Martha CORA ELISEHT

 

            El Cuarteto BRÍOS es una de las mejores agrupaciones de cámara del país. Integrado por Alma Quiroga y Damián Noriega (violines), Julio Domínguez (viola) y María Teresa Fainstein- Day (violoncello), ha actuado en las salas de conciertos más importantes de Argentina (Salón Dorado del Teatro Colón, Centro Cultural Kirchner y otras). Esta vez, se presentó dentro del Ciclo de Cámara de la Usina del Arte junto al gran pianista irlandés Miceal O’Rourke el pasado domingo 12 del corriente, donde se interpretó el siguiente programa:

-          Larghetto del Concierto n°11 (Si bemol mayor) para piano y orquesta en Fa mayor, K.413 (versión para cuarteto de cuerdas)- Wolfgang A. MOZART (1756-1791)

-          Quinteto en La bemol mayor para piano y cuerdas- John FIELD (1782-1837)

-          Quinteto para piano y cuerdas en Mi bemol mayor, Op.44- Robert SCHUMANN (1810-1856)

No es la primera vez que el mencionado conjunto actúa con O’Rourke -de hecho, lo hicieron el año pasado en el Salón dorado del Colón, con gran éxito de público y crítica y el presente concierto es una repetición del ofrecido el pasado sábado 4 del corriente en la misma sala, con algunas variantes en el programa- y la simbiosis resultó perfecta desde los primeros compases de la versión para cuarteto de cuerdas del mencionado Larghetto del Concierto para piano en Si bemol mayor de Mozart. El denominado quinto elemento de un cuarteto de cuerdas es la amalgama sonora característica de la agrupación, donde ninguno de los integrantes sobresale del resto. Se logró perfectamente mediante un sonido compacto y equilibrado, con grandes actuaciones de Alma Quiroga y Damián Noriega en contrapunto con los graves -gran actuación de Fainstein- Day-. Miceal O’Rourke aportó su consabida maestría con un sonido cristalino y una impronta típicamente mozartiana al compás del 4/4. El genio de Salzburgo lo compuso en 1782 como el segundo de una serie de tres conciertos al poco tiempo después de establecerse en Viena. Su versión original está escrita para cuerdas, dos oboes, dos fagotes y dos trompas, pero los vientos no juegan un rol muy importante. Por lo tanto, Mozart escribió una versión “a Quattro” para uso doméstico y fue la que se representó en este concierto. Y, pese al mal tiempo imperante, acudió numerosa cantidad de público al auditorio principal de la Usina, que recibió a los artistas con un cálido aplauso.  

Tras el mismo, María Teresa Fainstein- Day agradeció al público y realizó una breve semblanza sobre el compositor irlandés John Field -prácticamente desconocido a nivel local-. No sólo fue muy prolífico, sino que fue el primer compositor de la historia de la música que escribió quintetos para piano y cuarteto de cuerdas, además de acuñar el término nocturno para referirse a una serie de composiciones breves para piano, ya que era un eximio intérprete de dicho instrumento. Provenía de una acomodada familia de músicos e hizo numerosas giras por Inglaterra, Francia, Viena y Moscú -donde finalmente, falleció tratando de buscar la cura contra un cáncer que puso fin a sus días- y escribió 7 conciertos para dicho instrumento, motivo por el cual se lo considera un compositor emblemático en su país natal. Precisamente, Miceal O’Rourke se encargó de difundir su obra mediante una serie de grabaciones que se encuentran disponibles en plataformas digitales. Es un Andante con espresione que dura tan sólo 11 minutos, pero de gran belleza cromática, donde inserta melodías típicas celtas como la giga. En este caso, el cuarteto se lució mediante una calidad de sonido compacto y muy bien ensamblado, mientras el pianista hizo gala de sus poderosas digitación y pulsación, logrando una bellísima interpretación. Una siempre insiste en el rescate de este tipo de obras prácticamente desconocidas y su acertada inclusión en los programas de conciertos.

Por último, la agrupación eligió una obra de fuste para dar cierre al concierto: el célebre Quinteto en Mi bemol mayor, Op.44 de Schumann, compuesto en 1842 y considerado obra clave de la música de cámara y el repertorio romántico. Se dice que Schumann encontró su fuente de inspiración en el Trío n°2 de Schubert, ya que ambas obras están escritas en la misma tonalidad, poseen una marcha fúnebre en el 2° movimiento y concluyen con finales que resucitan drásticamente el tema inicial. Considerado “de carácter exótico y exuberante”, el compositor resalta las múltiples capacidades técnicas del piano y la importancia cultural de las cuerdas en sus 4 movimientos (Allegro brillante/ In modo d’una marcia. Un poco largamento/ Scherzo. Molto vivace. Trío n°1 & 2/ Allegro ma non troppo) mediante una serie de pasajes concertantes donde las cuerdas se concentran contra el piano, alternando con pasajes donde todos y cada uno de los integrantes del cuarteto pueden lucirse en sus solos. Esto fue lo que sucedió y lo que una pudo apreciar durante todo el desarrollo de la obra, con magníficas actuaciones de Damián Noriega y Julio Domínguez-quienes se encuentran en una etapa de notable crecimiento profesional-. Por su parte, Alma Quiroga ejerció a la perfección su cargo de primer violín en la marcha fúnebre del 2° movimiento, mientras Teresa Fainstein- Day se lució en los contrapuntos. Unido a la magistral interpretación de O’Rourke, no hizo falta nada más para poner punto final a un concierto que fue brillante de cabo a rabo. Y, como bis, el conjunto ofreció otra de sus especialidades: el Scherzo: allegretto del Quinteto para piano y cuerdas en Sol mayor de Shostakovich, tras el cual, el público estalló en aplausos.

Cuando se cuenta con intérpretes de jerarquía excelsa, una considera que debieran actuar en el escenario del Colón. Hace ya tiempo que Miceal O’Rourke es asiduo visitante a la Argentina y, de hecho, actuó en el Auditorio Nacional del CCK junto a la Sinfónica Nacional. ¿No sería hora de incluirlo dentro del Ciclo de Abono de la Filarmónica u organizar un recital sobre el escenario del Colón?... Se lo merece por derecho propio y por su bien ganado prestigio.          

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